Hay un encanto muy especial en las historias que hablan de como se hacen las historias, metahistorias si nos ponemos más cultos. La dimensión activa y lúdica de los videojuegos nos permite participar en este recorrer de esos escenarios, argumentos y mecanismos narrativos por nuestra mano, frente a ser un espectador como en otros medios. Once Upon a Puppet nos habla de teatro y magia, de misterio, de decadencia, de pena y pesar, y de un viaje donde seremos los héroes a través de recorrer, rescatar y reconstruir escenarios olvidados.

Este viaje entre farándulas y bambalinas viene de las manos del equipo muy horizontal, Flatter than Earth, que hace honor a la manera en la que se ha gestado Once Upon a Puppet con manos de muchas partes del mundo en su primer juego oficial. Publican los ya más veteranos Daedalic Entertainment, llegando a las plataformas más vivas actuales.

Érase una vez un bondadoso rey, el Rey Caliban, en un mundo de escenarios de cartón, papel y madera. De muñecos, marionetas, de manos que movían los escenarios y las tramoyas. Pero la bondad del rey se desvaneció, y el pesar y la ira tomaron su lugar. Su reino otrora feliz, se convierte en un reducto, porque el rey desecha cada vez más cosas de lo que fue un gran escenario lleno de muchos otros conectados.

Pero debajo de la platea hay un mundo oculto construido con los restos de lo que cae de arriba. Nieve es una mano tejedora, despreciada y expulsada por no colmar las imposibles exigencias del Rey Caliban. En ese bajomundo del teatro, une su destino de forma abrupta al de Derín, una marioneta que lleva mucho tiempo acostumbrado a buscar entre lo que no quieren quienes viven arriba.

Mano y marioneta, clásico y efectivo. Once Upon a Puppet nos propone sacar partido a ambos personajes, a veces por separado, pero sobre todo, combinados ambos y unidos por hilos mágicos.

Buen detalle los textos en español, pero el tamaño de fuente se queda escaso en momentos.

Con el pad en la mano, y los auriculares en los oídos como nos recomiendan antes de empezar, la manera de jugar a Once Upon a Puppet recuerda poderosamente a Little Nightmares, como referencia muy rápida para el lector. El juego es lineal, y aunque se habla de 2,5D, el movimiento por los escenarios es en 3D, con plataformeo, verticalidad y cierta exploración también, con otros momentos de avance más guiado, toques de sigilo y puzles. Esto último, así como diversas situaciones y momentos, sacan partido al sencillo sistema dual Nieve-Derín.

Aunque manejamos de forma clásica a esa simpática marioneta con su vela en la cabeza, el tener a esa mano tejedora sobre él añade interesantes retoques a una jugabilidad conocida. Básicamente, usar ambos gatillos y sticks para combinar los esfuerzos de ambos personajes en algunos momentos, como empujar obstáculos, tirar de palancas y mecanismos, interactuar con mecanismos… Sin hablar de revolución, es un añadido interesante, que se ampliará cuando ambos vayan mejorando sus habilidades, y se pondrá más a prueba con puzles y checkpoints más complicados, en una dificultad comedida y asequible.

Por ejemplo, conseguiremos tanto un doble salto como un leve planeo, ampliando la faceta plataformera del juego. O un arco que será tanto un elemento de acción -aunque no está hecho para ser muy rápido y precioso-, como seguir ampliando los puzles que encontraremos.

Durante nuestro viaje encontraremos escenarios y escenas a reconstruir. Ahí tendremos exploración, plataformas y puzles, además de ser puntos vitales de la historia, por lo que significan para el pasado, como para construir el futuro. También hay esos tres elementos ante los coleccionables opcionales, a veces muy accesibles, en otras requiriendo que nos rasquemos un poco la cabeza y/o probemos más nuestra habilidad.

Como decía, para un jugador con cierto rodaje, los planteamientos jugables de Once Upon a Puppet le serán conocidos. Por eso es agradecido saber combinarlos con mano. Persecuciones, sigilo y plataformas de precisión, con toques de aventura ligera, interactuar con personajes, explorar un poco, resolver rompecabezas… con la adición del manejo de ambos personajes. También algunos momentos no tan bien resueltos, pero el ensayo-error no es abrasivo y ya estamos acostumbrados a él en este tipo de juegos.

Y ya visual y narrativamente se ha conseguido un resultado muy destacable con medios técnicos limitados. Ya no es lo bonito que pueda lucir todo, o casi todo, ver esos pueblos de muñecos de madera, bosques y campos… es conseguir que todo funcione como una historia jugable compuesta de distintos actos y escenarios, sintiendo que ese mundo bajo el teatro sea eso realmente, un mundo, un gran escenario conectado bajo el escenario principal. Sí, acuso problemas técnicos menores que no rompen nada, y que no creo que cuesten de parchear.

Once Upon a Puppet nos llevará unas pocas horas en sus ocho capítulos, dejándonos un buen sabor de boca durante el proceso. Los coleccionables -vidrieras, atrezo y distintos trajes- aportan más profundidad al conjunto, frente a ser meros añadidos para alargar artificialmente la duración, con algunos escondidos con ingenio, aunque otros serán más básicos de encontrar. Podemos revisitar capítulos donde se nos indicará cuantos nos quedan por conseguir… porque se puede asegurar que nos vamos a dejar muchas cosas si no andamos finos en la primera pasada. Y es bonito volver de nuevo a algunos puntos y momentos.

Aventuras como esta nos devuelven a cosas bonitas como A Juggler’s Tale, aunque en Once Upon a Puppet no nos pelearemos con las físicas de los hilos de Derín. El juego argumental que da en cada caso el tener un personaje atado a hilos y el moverse por los mecanismos donde se cuentan las historias se llevan en cada juego a su manera, y parecía un pequeño broche a este análisis, de un juego que no necesita reinventar ni redescubrir, porque sabe hacer lo que se propone bastante bien.