Por fin tenemos entre nosotros Onirike, uno de los juegos españoles más esperados del año. Tras dejarnos probar su demo hace unos meses, el lanzamiento del nuevo juego de Devilish Games -responsables de Path to Mnemosyne o King Lucas, entre otros- y Badlands Publishing ha sido lanzado de manera oficial en Steam, Switch y Xbox One la semana pasada, mientras que la versión de Playstation 4 todavía tardará un tiempo más en llegar. De momento, nos adentramos en este mundo de los sueños tan peculiar.

Onirike nace de una idea original de David Ferriz, cofundador de Devilish Games, quien llevaba mucho tiempo con la idea de desarrollar este juego pero tanto la falta de experiencia como los medios disponibles impedían llevarlo a cabo. Ha sido tras el gran éxito del original Path to Mnemosyne cuando él y su equipo han sido capaces de llevar a cabo esta propuesta del pasado en su primera incursión en las tres dimensiones, y la verdad es que el resultado no es para nada malo.

Onirike nos traslada al mundo de los sueños, literalmente, donde nos pondremos en la piel de Prieto, un ser que lleva toda su vida atrapado entre las cuatro paredes del recinto de un circo. Una de esas noches, se cansa de vivir allí encerrado y sus ganas de saber que hay más allá de los muros le lleva a escapar de ese lugar. Reuniendo información, descubre que en ese mundo existe algo llamado la «llave de las realidades», un elemento que permite que los sueños se vuelvan realidad, por lo que se lanza en busca de los fragmentos de dicho artefacto.


Lo que nos ofrece este juego es un plataformas de mundo semiabierto de corte onírico como su propio nombre indica. Prieto tendrá que ir recorriendo las diferentes zonas del juego para ir encontrando los fragmentos de la llave tras superar alguna prueba concreta para obtenerla.

El mundo, como ya hemos dicho, se encuentra dividido en zonas independientes pero todas unidas entre sí. En cada zona casi siempre encontraremos a un NPC que tiene algún problema relacionado con alguna emoción y nosotros nos encargaremos de solucionarlo haciendo lo que nos pidan. Y es que Onirike hace especial énfasis en el desarrollo y crecimiento personal, así como en la superación de los problemas, de esta forma conoceremos por ejemplo a un payaso que no es capaz de interaccionar con la gente si no es a través de su marioneta o a un ser que vive atrapado en un laberinto y no es capaz de vivir su vida sin que alguien le diga lo que debe hacer.

Pero no podremos explorar el mundo a placer, o al menos no de manera tan despreocupada como nos gustaría. Una vez fuera de los muros del circo, tendremos un indicador de «ilusión» que va disminuyendo poco a poco, de manera que una vez que se acabe nos volveremos invisibles, y si aun así seguimos sin recuperar esa ilusión perdida, moriremos y nos tocará empezar desde el punto de control. Para solucionar esto, tendremos que ir plantando por el camino plantas de gypsophila, unas semillas especiales que al recogerlas hace que nuestro indicador se vuelva a llenar.

Admito que en cuanto hizo aparición esta mecánica me puso con la mosca detrás de la oreja, pensé que se trataría de una mecánica muy pesada que iba a destrozar el resto del gameplay y no me iba a dejar explorar a mi ritmo, pero lo cierto es que la cosa no fue tan grave como me esperaba. Al final las flores de gypsophila abundan y rara vez tendremos escasez de ellas, además de que una vez plantadas ya permanecen allí para siempre y al cabo de un tiempo tendremos casi todas las zonas cubiertas sin tener que preocuparnos por desaparecer y morir.


¿Pero cómo conseguimos más semillas de gypsophila? en el juego contaremos con un ciclo de día/noche -o más bien de noche/noche- en el que el tiempo irá transcurriendo y cuando se acerque el amanecer, tendremos que dirigirnos hacia el punto de control más cercano porque en caso de pillarnos en medio del nivel, moriremos y nos tocará empezar desde la última vez que se guardó la partida. Una vez llega el amanecer y nos pille en el punto de guardado, nos veremos transportados a un campo lleno de estas semillas que tendremos que recoger a base de planear antes de que termine el tiempo límite. Otra forma de conseguir semillas es recogiendo 100 esferas que encontraremos repartidas a lo largo de todo el mapeado. Como ya digo, por lo general no tendremos escasez de semillas, son muy fáciles de farmear simplemente permaneciendo en el punto de guardado esperando al amanecer y repetir esta operación todas las veces que queramos.

En Onirike no tendremos combates, pero eso no significa que no haya enemigos. A lo largo del mapeado acechan los devoradores de almas, unos seres que si nos descubren, vendrán a por nosotros y acabarán con nuestra vida. Para esquivarlos contaremos con la mecánica de la invisibilidad, con la que nuestro personaje dejará de ser percibido a cambio de vaciar la barra de ilusión, que no solo podremos conseguir esperando a que pase el tiempo, sino que tendremos un botón dedicado para vaciarla a propósito. Para volver a ser visibles nuevamente, basta con tocar una planta de gypsophila para volver a nuestro estado normal como ya hemos comentado.

Hablando de algunos de los problemas del juego, el manejo de Prieto no es todo lo cómodo que me hubiese gustado a causa de un importante input lag que puede hacer que nos maten más veces de la cuenta, especialmente en zonas que requieren de cierto control del timing. Los saltos también son muy engañosos, pues muchas veces nos dará la sensación de que no llegamos a otra plataforma pero luego veremos que sí llegamos, pero esa sensación de no tener el dominio total no deja buenas sensaciones del todo. Por otra parte, también me he encontrado con algún que otro bug, como que el personaje se quede atascado entre dos elementos sin poder moverse y me obligue a reiniciar desde el punto de control o que la cámara empiece a girar por sí sola sin control alguno. Son cosas que esperamos -y seguramente sea así- que arreglen con futuros parches, pero a día de hoy esto es lo que hay.


Gráficamente no se puede negar su atractivo visual, el estilo artístico es muy particular con esa mezcla entre plastilina y peli de Tim Burton y le da ese toque tan personal. Las animaciones de los personajes parecen realizadas en stop motion e intenta diferenciarse del resto de juegos plataformeros que puedan parecérsele. Por criticar algo, algunos elementos tienen menos nivel de detalle que otros, pero sin duda alguna podemos decir que el apartado gráfico es el punto fuerte del juego.

En cuanto al sonido, la banda sonora de corte fantasioso le da un toque extra a ese mundo de sueños, no es la mejor banda sonora del mundo pero se nota el mimo y la dedicación y resulta bastante atrayente. Por supuesto, contaremos con doblaje al español pero de una manera muy curiosa: todo el juego está narrado en forma de cuento con una chica relatando todo lo que va ocurriendo y poniendo voz a los personajes como si leyese una historia. Algo que no me ha gustado de esto, más por decisión personal que por ser malo en sí, es que la voz de la narradora y los subtítulos de texto van por libre, lo que dice la narradora luego te lo ponen con subtítulos con otras palabras distintas o expresado de manera diferente, y para la gente como yo que le gusta ir leyendo exactamente lo que va narrando la voz es un tanto molesto.

A pesar de sus fallos, tengo que reconocer que Onirike me ha gustado mucho y me ha transmitido totalmente esa sensación de cuento interactivo. El mundo que la gente de Devilish Games ha construido es totalmente cautivador y no pararemos hasta completarlo. Solo queda darles la enhorabuena por lo conseguido y lo lejos que han llegado con este proyecto, pues como el propio juego dice, a veces los sueños se hacen realidad.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por Badland Publishing