¿A quién le gusta darse de leches montado en un robot gigante? Creo que a todos, así que es la ocasión perfecta para traeros un análisis de Override 2: Super Mech League, desarrollado y distribuido por el estudio brasileño Modus Games. Estamos ante la secuela de Override: Mech City Brawl, lanzado en 2018 para Playstation 4, Xbox y PC y que nos permitía enfrentarnos en dinámicos combates contra otros mechas rivales.
Y lo cierto es que las sensaciones que produce Override 2 son un poco mixtas, pues si bien algunos elementos han sido mejorados y potenciados en esta segunda entrega, otros en cambio han empeorado o se han simplificado de una manera bastante importante, tanto que podrían ser dos juegos completamente diferentes sin relación entre sí. Habrá a quien le agraden los nuevos cambios, a otros quizás no tanto, al final todo se basa en el tipo de jugabilidad que esperamos de un fighting game.
La primera diferencia palpable la vemos en el plantel, donde se ha ampliado la cifra desde los 13 mechas de la primera entrega hasta los 21 que ofrece Override 2, por lo tanto será difícil sentir que los rivales se repiten demasiado. Cada mecha es diferente tanto en movimiento como en variedad de ataques, aunque en cuanto al movimiento básico todos se controlan de la misma manera.
Como extra, en esta ocasión vamos a contar también con otra tanda de personajes un tanto especiales, y es que provienen nada menos que de la franquicia Ultraman. Para los más pipiolos, Ultraman era una clásica serie japonesa de los años 60 perteneciente al género sentai o «tokusatsu», aunque en caso de que os hayais quedado igual, os pondré como ejemplo a los Power Rangers o Kamen Rider como máximos exponentes de dicho género para que lo identifiquéis más fácilmente. Override 2 ofrece por tanto dos versiones, una con el juego base y otra conocida como Ultraman deluxe edition que incluye a 4 personajes pertenecientes a la serie antes mencionada, aunque también podremos hacernos con ellos por separado en forma de DLC de pago.
En cuanto a modos de juegos anda un poco escaso, aunque por suerte contamos con una mayor variedad de estilos de juego. Entre estos modos contaremos con el habitual modo historia, partida rápida, versus, práctica y garaje, que nos permitirá admirar nuestra colección y modificar un par de cosillas. Se echan en falta más modos de juego como por ejemplo supervivencia o incluso algún minijuego, pero la verdad es que tampoco da para mucho más.
En este modo historia, conocido como Liga, las competiciones de luchas de robot son un deporte oficial que cuenta con millones de seguidores, lo que se ha convertido en un auténtico negocio para algunas empresas. Nuestra misión es llevar a nuestro robot desde lo más bajo de la tabla hasta ser el campeón del mundo, haciendo que se enfrente a los robots contrincantes para tal propósito. A medida que vayamos progresando en este modo y ganando combates, cada vez más patrocinadores se fijarán en nosotros y nos ofrecerán contratos, lo que nos reportará un dinero extra y ciertas ventajas a la hora de luchar.
Centrándonos exclusivamente en este modo, en principio nos vamos a encontrar con tres tipos de combates: 1vs1, 2vs2 y todos contra todos con 4 luchadores a la vez, aunque luego se desbloquearán otros tipos de combate extra que también son interesantes. En ocasiones podremos decidir de antemano el tipo de combate que queramos entre esos tres posibles y además vienen con condiciones especiales que habrá que cumplir si queremos aumentar más nuestras ganancias, como por ejemplo defenderse de X cantidad de golpes o utilizar un número de veces nuestro ataque especial.
Y pasando ya a la jugabilidad, la base se inspira más en los juegos de lucha tipo brawler que en los juegos de lucha tradicionales. Aparecemos en uno de los numerosos escenarios del juego inspirados en localizaciones reales y a liarse a mamporros con los rivales. Estos escenarios nos permiten movernos en 360º y además podremos utilizar algunos de sus elementos a nuestro favor -o en nuestra contra- como por ejemplo electrificar el agua o subirnos encima de edificios para ganar cierta ventaja o realizar ataques aéreos.
Y aquí es donde se nota la principal diferencia entre la primera y la segunda entrega: mientras que en el original los robots tenían su peso e inercia adecuados para asemejarse a la movilidad de lo que supondría un mecha en la vida real, en la segunda entrega tanto el movimiento como los ataques son muchos más ágiles y ligeros, como si se tratasen de personajes humanos. Esto por supuesto decepcionará a unos y alegrará a otros como ya mencioné antes, pues todo depende de si nos gusta más el estilo realista o la jugabilidad arcade.
Cada uno de los gatillos superiores del mando está ligado a una de las extremidades de nuestro robot, con lo cual podremos atacar con cada extremidad por separado y realizar combinaciones. El problema de esto es que el sistema jugable está bastante roto, es muy fácil abusar de los mismos combos casi imparables y derrotar a todos los rivales haciendo lo mismo una y otra vez, al menos contra la CPU. También podremos coger armas que aparecerán de vez en cuando en el escenario, lo que nos hace abusar aun más de las propias mecánicas del juego y ganar fácilmente frente a una IA que no se esfuerza demasiado en vencer.
A pesar de que contamos con multijugador local, el online del juego funciona de una manera bastante curiosa: cuando vayamos a empezar un combate en cualquiera de los modos, incluso en el modo carrera, el juego automáticamente nos intentará emparejar contra otro jugador en línea, viéndonos obligados a cancelarlo si queremos enfrentarnos a la CPU. Nuevamente y como pasa en este tipo de juegos que no tienen demasiado tirón, la ausencia de jugadores le hace mucho daño. La mayoría de veces nos quedaremos esperando un buen rato intentando que nos empareje con alguien para al final acabar enfrentándonos contra la CPU al no encontrar otros usuarios.
Gráficamente podemos decir que es bueno a secas, los gráficos son resultones y el toque toon le sienta bien, pero no impresiona e incluso en ocasiones decepciona con unos efectos de explosiones poco detallados. Los escenarios también han perdido en detallado, pues comparados con los de la primera entrega que ofrecían una auténtica sensación de estar en una ciudad real, en esta entrega están más vacíos y su diseño es más fantasioso. En cuanto a las físicas tampoco nos va a agradar mucho, la destrucción de edificios y elementos del escenario es bastante pobre, como romper cajas de cartón. Respecto al sonido, nos acompañarán melodías rockeras que ambientan bien los combates, están ahí para cumplir pero cumplen muy bien su función.
En definitiva, Override 2: Super Mech League mejora en algunas cosas, pero lamentablemente empeora en otras. Aun así, su base jugable se sigue manteniendo interesante y si jugasteis a la primera entrega, veréis como el contenido total se ha ampliado considerablemente. Un juego entretenido especialmente si somos fans de los brawlers y los mechas, pero tampoco nos va a marcar como jugadores.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Dead Good Media