Finalmente no hubo publicación con los GOTY personales de cada redactor sobre los juegos aparecidos en 2020, nos hemos cogido mucha manía y asco, el confinamiento y la falta de higiene corporal, pasa en todas las familia bien avenidas. Pero sin duda Terminator Resistance hubiera tenido su justo sucesor en la figura de Infini, todos lo sabemos pero ninguno de estos indeseables de mi alrededor querrá reconocerme ¡Pues os digo que PUSS! podría ser el GOTY 33bits del 2021!… al menos si alguno de mis por otro lado amados compañeros le echa narices a jugarlo.

La entradilla no es mero cachondeo gratuito, porque tanto la comparación con el juegazo de puzles de Barnaque, como declararlo uno de los grandes de este año -sí, sé que «solo» le he puesto un notable alto, soy consciente, sudad de la nota, como deberíais hacer si sois lectores maduros e inteligentes de este tipo de prensa- son perfectas por surrealismo y enorme calidad en su extraño pero tremendamente trabajado diseño jugable. Y que ambos están llenitos de «What in the hell am I watching?».

Justito lo acabo de decir arriba ¿Eh?

Las sabias manos y el LSD en sangre de TeamCoil han dado vida a PUSS! y Samustai lo ha lanzado a conocer mundo, comenzando una historia que… La verdad es que preferiría no decir mucho, no ya por loca e imposible, sino porque el primer mundo del juego es una introducción semi-jugable a la misma y merece que cada uno descubra el tipo de héroe que vamos a ser.

Bueno, del protagonista sí puedo hablar, es lo primero que sale en la intro hecha con imagen real: un gatete naranja, fascinado por un televisor lleno de interferencias hasta que aparece la palabra ‘HELP!‘ en él, se acerca, lo toca y… El juego no tiene idioma español, por cierto. Lo digo aquí como lo podría haber dicho hablando de los gráficos, un pecado poderoso porque el juego en PC ya tiene unos tres años y hubiera estado bien este detalle en su nuevo lanzamiento a consolas y teléfonos móviles. En todo caso… no será esto lo que más os enfade u os rompa la cintura ¡PALABRA!

En ese mundo introductorio, con una puñetera y breve nota antes de entrar en él como únicas instrucciones del juego, veremos todas las claves, que no todo el armazón, del juego.

Jugar a esto lo puede hacer un bebé: usamos la grandísima mayoría del tiempo solo el stick izquierdo, porque ‘solo’ tenemos que movernos desde el inicio de cada fase hasta la salida de la misma. Si pulsamos en la misma dirección ambos sticks activamos un pedazo de turbo ilimitado como si le hubieran metido a nuestro gato digital un petardo por esa zona que les encanta que les toquen a los gatos reales. Pero… ah… no lo haréis mucho.

Porque el primer gran rival del juego son las paredes de los caminos que debemos recorrer. Chocarnos varias veces con ellas nos quita una vida. Este es el gran quid del juego, controlar la dirección de desplazamiento de la cabeza del micho y no tocar -prácticamente- nada durante todo el santo juego. Las paredes admiten varios toques antes de segarnos una vida, pero otros obstáculos y trampas nos la zampan de un golpe.

También hay cosejas que hacer en algunas fases como tocar mecanismos que activan cosas o abren caminos. Y el diseño de cada nivel deja la palabra ‘loco’ muy… muy… pequeña. Cada mundo tiene nueve fases, y tenemos el introductorio, cinco elegibles y el último desbloqueable tras culminar estos cinco y cumplir parte de la misión encomendaba porque bla bla bla bla bla… derrotando además a un jefe al final de cada mundo. Los jefes… los… jefes…

El primer boss del juego, no os queda nada por ver…

Como he dicho, la mecánica principal y prácticamente única es moverse y moverse -y echarle narices a usar el turbo en alguna ocasión-, y los jefes nos proponen cada uno algo distinto aprovechando este movimiento. Con el primero, esquivamos como posesos mientras pillamos items de POW con los que llenar la barra de abajo, que al hacerlo nos permiten atacar haciendo… lo dicho, que cada uno descubra tanto lo que se va a encontrar al final de cada mundo, como la mecánica que cada jefe propone. ¡Atentos al del mundo con el símbolo femenino! El que avisa…

Es muy remarcable también que cada mundo consta de un paquete de niveles que se presentan en cada intento de forma aleatoria. Es decir, palmas en uno que se te atragante y en el siguiente intento a lo mejor no está ahí, los que has visto aparecen en otro orden, o no aparecen, salen otros… Hay un número interesante de ellos, pero con los reintentos que puede costar la cosa y lo rápido que caen las vidas -aunque al final de cada uno te van soltando alguna-, los terminaréis viendo y sufriendo todos.

Y ahí seguimos jugando, os lo prometo.

Bien, sobre el apartado técnico, el visual ya lo estáis percibiendo: pantallas estáticas con scroll muy ocasional, y un diseño que no se parece absolutamente en nada a lo que hayáis visto/hecho/comido/caminado/inventado… Le metes estética de glich-art, efectos de distorsión, neones, animales… Y que el sonido está a la altura ¿Eh? Musica hay, de hecho, es variadísima, con piezas cantadas, chiptunes y cosa sonora psicolédica de manicomio chungo. Y vuelvo a mencionar Infini.

Ya dije que la comparación no es casual. Ambos juegos presentan un sistema muy particular de juego, donde su apartado gráfico y sonoro no es un mero adorno o reclamo fácil, sino que se imbrica mucho en el jugador en todo momento. En PUSS! no solo los reflejos y la paciencia son vitales, sino la temple y el autocontrol. Los incesantes y confusos estímulos visuales y sonoros desconciertan, nos sacan de nuestras puñeteras casillas, nos hacen pensar o no de forma que no siempre es nuestra, que lo será pero no sabíamos que podíamos hacerlo así.

Oooooh, que relajante parece este nivel ¿Verdad? ¡NI-DE-COÑA!

El juego no es largo, cada nivel está hecho para pasarse en segundos, minuto y pico a lo sumo, y un poquito más cada jefe. Pero esa sobrecarga sensorial y como nos afecta a algo tan sencillo como mover un stick, la cantidad abrumadora de choques y muertes, y el entrar en su bendito y odioso surrealismo nos darán una percepción temporal que nada tiene que ver con la que marque el reloj. Lo puede jugar cualquiera, lo van a terminar pocos. Caminar recto con un monigote 2D manejando un sensibilísimo stick frente a una cruceta, es un desafío que seguramente nunca pensaste que podría darse.

A quien le guste lanzarse hacia cualquier juego que huela a raro y diferente, recomiendo con toda mi alma que se acerque a este juego. Debajo del capó hay una maquinaria eficiente y con un trabajo cuidado, no es el caos por el caos, hay pinceles artesanos y calculados en el mismo. PUSS! puede no ser lo que estás buscando pero sí lo que realmente necesites sin haberte dado cuenta de ello. Y compartiremos celdas contiguas en el Asilo Arkham si consigues completarlo.

Ningún mal escapará a mi vigía. Que aquellos que adoren el poder del mal me teman, casi tanto como una demanda de los dueños de los derechos de esta cita.

 


Este análisis se ha realizado con una copia para PlayStation 4 cedida por GTP Media