Arkane Studios nos trae un first person shooter con un toque original utilizando su experiencia en el género y queriendo darle una nueva vuelta de tuerca. ¿Habrán conseguido con Redfall un nuevo éxito o estamos ante el que se podría considerar su primer tropiezo? Síguenos para averiguarlo.

Algunas compañías llaman la atención de los aficionados ya desde su primer lanzamiento. Ese fue el caso de Arkane Studios, desarrolladora creada en 1999 en Lyon, y que tras tres años de desarrollo nos trajo el notable Arx Fatalys para PC y la primera Xbox. Tras unos años, su segundo título, confirmó que era una compañía a la que seguir con Dark Mesiah of Might & Magic para Xbox 360 y de nuevo PC. Fue por esa época que surgió la división que actualmente se conoce como Arkane Studios Austin, responsable del título que nos ocupa.

Durante todo este camino, sus distintas divisiones nos han traído auténticos juegazos y nuevas sagas como Dishonored, las últimas entregas de Wolfenstein o el regreso de Prey y el muy disfrutable Deathloop que recientemente terminó su exclusiva con Sony y visitó, por fin, los circuitos de Xbox Series X|S. Lo cierto es que, con el tiempo, no hemos podido más que confirmar que Arkane Studios suele suponer poco riesgo a la hora de invertir nuestro dinero en una de sus propuestas.

Redfall nos sitúa en la ciudad del mismo nombre, dentro de una isla perteneciente al estado de Massachusets, que ha quedado aislada del resto del mundo merced a los vampiros, que se las han ingeniado para poder bloquear el sol, las comunicaciones con el exterior… y la única vía de escape que suponía el mar, campando así a sus anchas. Nuestro protagonista es uno de los pocos supervivientes a tan macabro evento, y, más específicamente, de una pequeña expedición de algo más de veinte ciudadanos que pretendían escapar en barco, con escaso éxito, y como podréis imaginar tendrá que luchar contra las sangrientas hordas que se nos vienen encima para sobrevivir y devolver el brillo al sol para combatir el mal que asola la ciudad, y podremos hacerlo tanto en solitario como acompañados.

La historia nos será contada a través de vídeos con narraciones e imágenes estáticas en ciertos momentos de avance de la historia, y aparte podremos ir construyendo una imagen más detallada del mundo y contexto en el que nos encontramos a través de la lectura de multitud de notas y textos que encontraremos repartidos por todas partes.

Arkane Studios nos propone en este caso un first person shooter de mundo abierto, siendo la primera vez que esta desarrolladora afronta un juego de este estilo, más dado a presentarnos aventuras más lineales en su desarrollo argumental y escenarios, aunque otorgando libertad en la forma de afrontarlos. El principal damnificado, como ocurre en ocasiones con el género, es el desarrollo de la historia.

Lo primero que llamará la atención, antes de comenzar incluso, es la curiosa decisión de control de interfaz, claramente orientada al uso de un ratón y adaptado tal cual a los sticks del pad. No es que sea algo crucial pero sí resulta una decisión poco cómoda en comparación con alternativas ampliamente establecidas en el mundillo. Tampoco podremos pausar el juego en ningún momento… podemos estar viendo el mapa, nuestro equipo, o leyendo un documento o el texto de alguna misión… y ser masacrados vilmente en cualquier momento. Todo, pareciera, indicado por el toque enfocado al multijugador pero que al estar jugando solos no tiene mucho sentido no poder de alguna forma pausar el juego sin tener que salir del mismo obligatoriamente.

Pero vayamos al principio, nada más comenzar, deberemos escoger entre una de cuatro opciones como personaje principal a controlar. Más allá del nombre y del aspecto, cada personaje poseerá unas habilidades únicas que traerá «de serie» para desarrollar, tres para ser más exactos, que irá desbloqueando a medida que suba de nivel durante los primeros compases del juego. Estas habilidades podrán tener una naturaleza sobrenatural o tecnológica y en algún caso implicarán la compañía de un ente sobrenatural o un pequeño robot. Nuestra elección nos posicionará mejor para afrontar la partida de una forma concreta, pudiendo además hacerlo a través del sigilo, o ir de frente y tirar de habilidad pura y dura. También se complementarán de una forma que apunta al juego cooperativo claramente, al igual que otros aspectos que se harán evidentes a lo largo del juego. Aunque estará en nuestra mano decidir cómo afrontar los retos que se nos pongan por delante.

Por ejemplo, y al más puro estilo Arkane, para acceder a un lugar podremos colarnos saltando las defensas exteriores, utilizar ganzúas para forzar una puerta escondida, e incluso tratar de convencer a los guardianes humanos… o dejar de lado sigilo y diplomacia y entrar a saco dejándonos de sutilezas.

Hablando de enfrentamientos, principalmente las amenazas vendrán o bien en forma de vampiros, como era de esperar, o de humanos sectarios que los siguen y les ofrecen sacrificios a cambio de seguir sobreviviendo. En el primer caso, además, tendremos que tener en cuenta que las armas normales, si bien debilitan y hieren a los vampiros, no acaban con ellos, para ello deberemos utilizar o bien una estaca, una vez debilitados lo suficiente, o bien el fuego o algunas de nuestras habilidades. Sea como fuere, si en algún momento nos encontramos rodeados de vampiros, la mejor estrategia suele ser la huida, pues si bien de uno en uno no supondrán ningún reto por lo general, en grupo poseerán una gran ventaja sobre nosotros.

Además, si llamamos demasiado la atención venciendo continuamente a las criaturas de la noche, aparecerá una suerte de súper vampiro del que más nos vale escapar salvo que estemos muy bien pertrechados y nos apetezca afrontar el reto.

La forma de combatir será, principalmente con armas de fuego. Estas armas estarán repartidas por el escenario y será necesario encontrarlas para incorporarlas a nuestro inventario, puesto que no podremos recoger las que nuestros enemigos humanos dejen, si bien sí que se nos ofrecerá munición a discreción cuando acabemos con dichos enemigos. También podremos comprar equipo y mejoras en los refugios a cambio de lo que han llamado puntos de apoyo, que será el equivalente a la moneda de cambio en Redfall.

En cuanto a la recuperación de vida, tendremos que tirar del uso de botiquines que, por fortuna, iremos recogiendo a lo largo de la partida. Podremos acumular un máximo de cinco y nos harán recuperar un tercio de la barra de salud. En caso de fallecer, volveremos a aparecer en el punto determinado más cercano, que puede ser un refugio o una de las placas conmemorativas repartidas por uno de los dos mapas de que consta Redfall. Estas placas, una vez descubiertas y activadas, además nos servirán para realizar el típico viaje rápido entre lugares alejados en el mapa.

Para no perdernos en este mundo abierto, Arkane ha colocado en la parte superior de la pantalla la consabida brújula que apunta nuestro próximo o próximos objetivos, y que ayudará a no estar perdidos ni andar recorriendo el mapa dando bandazos sin tener muy claro a dónde deberemos dirigirnos para seguir con la historia. Esta brújula, además, no solo indicará la dirección sino el nivel, de forma que si estamos en una planta de un edificio y el objetivo está en otra, también se nos facilita, de un vistazo, dicha información. Podremos, de forma adicional, ver el mapa y marcar puntos a los que queremos dirigirnos, y también se nos mostrarán en dicha brújula. Eso sí, en la zona de selección de misiones solo podremos escoger una que afrontar que, además, no se podrá repetir en caso de que fracasemos. También contaremos con una linterna en todo momento para ayudarnos en caso de encontrarnos desorientados en algún lugar oscuro, pero habrá que usarla con cuidado pues puede delatar nuestra posición.

Como hemos mencionado antes, Redfall se desarrollará en dos mapas distintos, siendo el primero de ellos prácticamente una introducción que nos llevará unas pocas horas, antes de poder acceder al segundo mapa, bastante más grande.

Desde el punto de vista visual, hay que reconocer que el juego no destaca y que, de hecho, tiene ciertos escollos. Hay momentos en los que la escala no parece la correcta, con ventanas que deberían estar a la misma altura de nuestra mirada y que sin embargo apenas llegamos a alcanzar, o algún efecto y modelado más propio de hace un par de generaciones que de una Xbox Series S|X. Realmente no hay nada que sorprenda y no nos haga pensar que Redfall no podría haber llegado también para Xbox One. Incluso en una Xbox Series X notaremos la carga tardía de texturas y el juego correrá a unos muy discretos 30 fps teniendo en cuenta el resultado visual.

El audio acompaña perfectamente, sin destacar demasiado, más allá del detalle evidente de venir doblado, y no solo traducido, al castellano. Más allá de eso, pasará a engrosar seguramente ese cajón desastre de juegos cuya banda sonora no entusiasma pero tampoco molesta.

En conclusión, la sensación que nos deja Redfall es agridulce. Es un juego entretenido y que podremos disfrutar, lleno de opciones, pero en ocasiones parece que no termina de definirse, por ejemplo, con una experiencia para un jugador que parece llevar un constante cartel de juego multijugador, y no nos entendáis mal, Redfall es completamente disfrutable en solitario, pero no puedes evitar la sensación de que te estás perdiendo algo y que la experiencia la han diseñado sin terminar de pensar en una u otra opción. Desde el punto de vista técnico es muy mejorable, y no parece que estemos jugando en una plataforma de la actual generación, lo cual debería traernos de la mano una tasa de imágenes por segundo mayor y evitar efectos como la carga tardía de texturas.

 


Este análisis ha sido realizado en Xbox Series X mediante una copia cedida por Ziran