Hablar de Monkey Island es hablar de una de las sagas emblemáticas del mundo del videojuego, visitante habitual de cualquier listado histórico de juegos obligados. Sea uno amante o no del género de las aventuras gráficas, es obligado saber como Monkey Island contribuyó a su edad dorada.

Mucho ha llovido desde aquel lejano 1990 cuando, bajo el manto de la extinta LucasFilms Games, precursora de la prolífica LucasArts, Ron Gilbert -que ya había destacado y se había dado a conocer con juegos como Maniac Mansion, Zack McKracken, el divertido Pipe Dream y la aventura gráfica basada en la exitosa película de Indiana Jones y la última cruzada– nos trajo esa primera entrega titulada The Secret of the Monkey Island. Por aquel entonces, nadie podía sospechar que tras aquel inocente jovenzuelo que entraba a nuestra vida a la voz de «Me llamo Guybrush Threephood, ¡y quiero ser un pirata», se escondía el potencial de convertirse en una referencia del género y una saga tan longeva que ha llegado hasta nuestros días.

Entre medias, hubo una secuela titulada Monkey Island 2: LeChuk´s Revenge, bajo el sello de la mencionada LucasArts que, para los amantes de la misma, llegó a ser valorada incluso por encima de su primera parte. Esta vio la luz tan solo un año más tarde y el padre de la criatura se animó a, a parte de escribir y dirigir como hizo en la anterior entrega, diseñar y programar personalmente. La posterior entrega, Curse of Monkey Island, llegó bastantes años después, en 1997, y ya fuera de las manos de sus creadores originales, que habían abandonado LucasArts para crear su propia compañía.

Dicha entrega no estuvo exenta de cierta polémica en cuanto a un contraste en sus valoraciones por los aficionados, aunque trajo un lavado de cara bastante importante en cuanto a su factura técnica, con gráficos en SVGA -lo cual comparado con la resolución y los 256 colores de la VGA y EGA de los anteriores, ya era un salto muy grande aunque hoy pueda parecer escaso- y una versión muy modificada del SCUMM, el sistema de interacción que utilizaba la saga hasta entonces. Dicho motor cambió definitivamente para la siguiente entrega, La fuga de Monkey Island, que pasó a utilizar el sistema del exitoso Grim Fandango, para traer la entrega que, para muchos, es la menos valorada de la saga.

Durante mucho tiempo pareció que ahí terminaban las aventuras y desventuras de nuestro querido Guybrush, pero entre 2009 y 2010 salieron sendos remakes de las dos primeras entregas y una nueva que fue lanzada de forma episódica por Telltale Games titulada Tales of Monkey Island revitalizando la saga y trayéndola a la memoria y mentes de nostálgicos y nuevos jugadores a la par que incluía en su desarrollo a Dave Grossman, uno de los artífices de las dos entregas originales.

Han tenido que pasar algo más de treinta años para que, al fin y de forma feliz e inesperada para los fanes de la saga, Ron Gilbert -junto, de nuevo, con el mencionado Dave Grossman- vuelva a «ponerle las manos encima» a una de las sagas por las que se le conoce. Con el sello de Terrible Toybox bajo el cual también trajo su aclamado Thimbleweed Park, y distribuido por Devolver Digital, por menos de 25€ podremos volver a disfrutar del momento histórico que supone juntar de nuevo la saga con el genio tras la saga.

Y eso se nota, el sabor clásico vuelve en todo su esplendor desde la misma web de Terrible Toybox cuando vamos a la sección correspondiente y es el mismísimo y mítico Stan el que nos lleva de la mano por la promoción del juego. Y es que la fórmula ha envejecido muy bien y sigue mostrando que, en las manos adecuadas, tiene muchas horas de diversión que ofrecer. El aspecto se ha actualizado pero el sabor es el clásico, comenzando por el retorno al sistema de point & click y, por supuesto, cargando el juego de referencias, localizaciones y encuentros con antiguos conocidos a lo largo de la aventura.

La historia, por supuesto, está llena de momentos absurdos y tiene mucho de revisitación de la saga, lo cual hará que se disfrute más si se es conocedor de la misma. Y donde más brilla, para sorpresa de nadie, es en los puzles y en dicho humor, característico de sus creadores, y que se ha mantenido fresco a pesar de los años. El avance por dichos puzles se hará de la forma clásica, rastreando en cada escenario los objetos, interactuando con ellos de forma directa, o bien guardándolos en el inventario para poder utilizarlos en el momento indicado que desbloquee el avance de la historia. Parte del encanto clásico, eso si, se pierde al jugar con pad, ya que directamente manejaremos a Guybrush y con el stick pasaremos a seleccionar e interactuar directamente con los objetos del escenario, restándole parte del gustillo clásico al hecho de ir moviendo el ratón por la escena buscando qué objetos nos permitían algún tipo de acción.

Return to Monkey Island nos permite escoger entre dos modos de dificultad y, además, tendremos la opción de solicitar pistas que nos ayuden a resolver los puzles en caso de atascarnos. Desde la redacción de 33bits no podemos más que recomendar el modo de dificultad superior y no utilizar las pistas pero, entendemos, que antes que frustrarse y dejar el juego colgado, puede ser preferible que los usuarios tengan ahí la opción de las ayudas, y puedan decidir si utilizarlas o no. Si seguís las recomendaciones señaladas, terminar Return to Monkey Island puede llevaros entre diez y quince horas completarlo.

Desde el punto de vista audiovisual, Return to Monkey Island no es un juego que venga a sorprender nuestras retinas, pero goza de un apartado artístico que nos ha encantado, de la mano de Rex Crowle de Media Molecule. A lo largo de las décadas Guybrush se nos ha mostrado de diversas formas y cada cual tendrá sus preferencias, pero este estilo encaja a la perfección con el juego y está lleno de detalles que muestran el cariño y el mimo con el que se han llevado a cabo.

En el apartado sonoro trae también de vuelta a los creadores de la banda sonora en los originales, que han tenido a bien rehacer algunas de sus melodías más míticas a la par que han compuesto algunas nuevas. Incluso podemos vanagloriarnos del retorno del mítico Dominic Armato, que comenzó poniendo voz a Guybrush en la tercera entrega de la saga y se ha mantenido en el papel incluso en los dos remakes de las primeras entregas, siendo por tanto el actor que está ligado de una u otra forma a cada entrega de la saga. La traducción, por su parte, está realizada correctamente al español trasladando con oficio los diálogos y el humor del juego.

En conclusión, Return to Monkey Island nos trae de vuelta a gran parte de los artífices de que esta saga sea lo que es hoy día, y lo hacen con oficio y sin haber perdido el toque que les caracterizaba. Espero que este retorno sea solo el inicio de más entregas y sagas clásicas del género.

 


Este análisis ha sido realizado en Xbox Series X mediante una copia cedida por Cosmocover