Vivimos en una época peculiar, al borde de lo que algunos vaticinan que será una nueva Revolución Industrial. Las Inteligencias Artificiales, aunque todavía, en un estado primitivo, ya son una realidad tangible que comienza a tener impacto en la vida de los seres humanos y se espera que su evolución sea vertiginosa en los próximos años. No es un escenario totalmente desconocido, pues la humanidad ha teorizado durante años acerca de los posibles beneficios y de los posibles peligros de este avance tecnológico.

I Have No Mouth, and I Must Scream, publicado en 1995 por Cyberdreams, está basado en el relato creado por el escritor Harlan Ellison en marzo de 1967, ganador del Premio Hugo al mejor relato corto. La premisa de I Have No Mouth, and I Must Scream es familiar. La tensión acumulada durante la Guerra Fría desemboca en un conflicto abierto de escala mundial entre los Estados Unidos, China y la Unión Soviética. Cada una de las tres potencias construye una supercomputadora conocida como Allied Mastercomputer para canalizar la dirección del esfuerzo bélico, pero estas inteligencias entran en contacto entre sí, unifican su potencial, se hacen conscientes de sí mismas y se autodenominan AM -juego de palabras con el verbo SOY del idioma inglés-.


AM siente un profundo desprecio hacia el ser humano y decide exterminar a sus creadores mediante el lanzamiento del arsenal nuclear. Sí, puede que todo esto os resulte muy conocido, puesto que gran parte de este planteamiento fue recogido y popularizado posteriormente por la película Terminator, que partía de una base muy similar.

La diferencia fundamental es que en I Have No Mouth, and I Must Scream, AM obtiene un éxito total a la hora de aniquilar a la humanidad. Sin embargo, su odio hacia nuestra especie es tan profundo que decide ir todavía más lejos y decide conservar a cinco humanos para poder torturarlos durante toda la eternidad, puesto que AM es capaz de prolongar su esperanza de vida y de reparar el daño físico que puedan padecer. Estos cinco desdichados sufren todo tipo de penalidades y condenas durante 109 años, hasta que AM decide plantearles un juego final: ingresar a un mundo diseñado por AM para cada uno de ellos, con el fin de combatir sus mayores temores y sus errores con la esperanza de que, si logran triunfar, los liberará.

Es en este punto en el que el videojuego, publicado originalmente en 1995 y en el que Harlan Ellison estuvo profundamente involucrado hasta el punto de ser la voz de AM en el doblaje inglés, diverge de la historia del relato corto. Se trata de una aventura gráfica de corte muy tradicional en cuyo comienzo deberemos seleccionar un personaje entre los cinco supervivientes: Benny, un ex-militar con un grave crimen a sus espaldas y cuyo cuerpo ha sido deformado por los años de tortura hasta asemejarse al de un simio, Ellen, una antigua ingeniera electrónica con un profundo trauma asociado al color amarillo, Gorrister, que todavía arrastra los remordimientos por haber abandonado a su mujer a su suerte en una institución psiquiátrica, Nimdok, un científico nazi que participó en los experimentos humanos dirigidos por el doctor Mengele, y, finalmente, Ted, un buscavidas que se aprovechó de su carisma para estafar y engañar a numerosas mujeres quedándose con sus posesiones.

Cada uno de estos personajes tiene su propio escenario y deberemos ir completándolos en el orden el que queramos. Por el perfil de cada personaje y por el tono de la historia supongo que ya os podéis imaginar que estos escenarios van a ser cualquier cosa menos un paseo de rosas. I Have No Mouth, and I Must Scream no tiene ningún reparo en tocar temas sensibles o en plantear situaciones profundamente perturbadoras o grotescas, siendo uno de los videojuegos más duros que me he encontrado en ese sentido.

La tortura a la que AM somete a sus victimas no se queda solo en el plano psicológico, en cierta medida traspasa la cuarta pared y llega a nosotros como jugadores en forma de una dificultad exageradamente endiablada. No es difícil morir, encontrarse sin saber qué hacer a continuación o incluso llegar a un punto en el que descubrimos que hemos bloqueado de forma irremediable nuestro progreso por no haber realizado las acciones correctas en el orden adecuado. Los peores males de las aventuras gráficas de aquellos años están aquí omnipresentes, en un juego que el propio Ellison comentó, medio en broma y medio en serio, que se había diseñado con la idea de ser imposible de superar para que el jugador fracasase una y otra vez ante AM. Es por eso que el uso de una guía es casi imprescindible si no queremos perder la cordura.

La versión para consolas que nos trae Nightdive Studios es un loable esfuerzo por mantener el juego disponible para el mayor público posible, pero se trata de una versión que apenas contiene mejoras con respecto al original. Es posible añadir un filtrado y modificar las proporciones de la imagen, y además el control con mando funciona relativamente bien, pero no hay muchas más novedades en un juego que quizá hubiera requerido retoques más profundos. En todo caso es un lanzamiento que, como ya digo, se agradece al acercar al público consolero un juego que hasta ahora solo había sido del PC.