Sense: A Cyberpunk Ghost Story llega a Nintendo Switch con una controversia bajo el brazo, y un ruido alrededor que ha puesto a la obra de Suzaku en el candelero después de que su publisher, Top Hat Studios emitiera un comunicado denunciando las presiones a las que se estaba enfrentando para censurar el título, y su intención de no ceder a ellas. La controversia viene producida por la extrema sexualización de la protagonista femenina del título y la de otros NPCs que aparecen en el juego y que han sido tachados de pornografía por un grupo de usuarios de internet en las redes sociales. Esta polémica aireada por el publisher ha dado lugar a que el juego no haya pasado desapercibido y haya acaparado más atención que en su lanzamiento en PC el pasado verano.

Aunque en 33bits no somos ajenos a la controversia creada con Sense: A Cyberpunk Ghost Story, no vamos a valorar el título por su apariencia que es la que su estudio ha querido desarrollar -cuya diseñadora es mujer, por cierto-, sino por lo que el juego nos ofrece, su propuesta, su jugabilidad, desarrollo, y mencionando su arte, por supuesto, pero no juzgándolo en base a la polémica creada. Eso es ruido, y lo que nos interesa es lo que Sense: A Cyberpunk Ghost Story nos ofrece en lo que nos adelantan como una fusión de un futuro ciberpunk con el terror tradicional del folclore cantonés. No suena nada mal dado a que la representación más popular del arte ciberpunk está muy influenciada por elementos típicos de las ciudades asiáticas, y una historia de terror en este entorno es una propuesta bastante interesante.

Pero antes de pasar a conocer la historia que el estudio Suzaku nos ha preparado, hay que decir que Sense: A Cyberpunk Ghost Story es un juego de terror y misterio en 2D con claras y evidentes influencias de Clock Tower -persecuciones de enemigos de los que solo puedes huir- y Project Zero -ese terror creado por una atmósfera inquietante y más por lo que intuyes que por lo que realmente ves-. Lo demás una colección de espíritus furiosos del folclore cantonés, y un baño de estética ciberpunk a la que honestamente cuesta encontrar sentido o utilidad más allá del reclamo publicitario. Obviamente el estudio puede elegir donde ubicar su historia, y como presentarla, pero lo que queremos decir es que la representación elegida no tiene ninguna trascendencia con el núcleo de la aventura.

Corre el año 2083 en Neo Hong Kong y una chica llamada Mei se dirige a un club del centro para tener una cita a ciegas. Enseguida veremos que la estética de esa zona de la ciudad cumple inequívocamente con varias premisas del ciberpunk más clásico: neones, decadencia, y humanos aumentados. La propia Mei usa aumentos en sus ojos, y esto le permitirá vislumbrar ciertas apariciones y espíritus a lo largo de la aventura. Una vez tomado el contacto con el juego que se desarrolla como una aventura donde deberemos realizar acciones y determinadas búsquedas para poder continuar, nos veremos dentro del club, donde después de una visita a los baños nos veremos trasladados al abandonado bloque de apartamentos Chong Sing donde 100 años antes, varias muertes de inquilinos provocaron que el lugar estuviese maldito y los espíritus furiosos de las victimas sigan campando a sus anchas por él.

Con esta premisa se nos presenta una aventura de terror que se divide en dos vertientes, la de entes que nos perseguirán en determinados momentos y debemos dar esquinazo, para lo que se nos habilitarán algunas zonas seguras para escondernos, y la de crear inquietud con ciertas apariciones que simplemente buscan sobresaltar al jugador pero que no tienen mayor notoriedad. Para avanzar por los 7 pisos que forman el bloque de viviendas maldito habrá que ir resolviendo todo tipo de situaciones como si de una aventura gráfica se tratara, recogiendo objetos y usándolos de la forma correcta en el lugar adecuado. Mayoritariamente serán combinaciones o llaves lo que deberemos conseguir, pues estas nos darán acceso a otras áreas y en especial a los apartamentos, lugares donde tendremos que investigar el crimen cometido para poder realizar un ritual de exorcismo y que el espíritu de la víctima descanse en paz.

Estas mecánicas se repetirán mientras ascendemos por el edificio, pero teniendo en cuenta que cualquier mal paso o mala elección acabará con un Game Over. Por suerte el guardado automático y el guardado rápido hacen bien su función y podremos volver intentarlo de nuevo. Aunque hay que investigar cada crimen por separado, hay un enlace común que explica todo lo que está ocurriendo y el por qué está maldito ese bloque de apartamentos, aunque quizá la historia no esté tan desarrollada o no tenga la fuerza de otros títulos de terror. Mei, además de correr, coger, y usar objetos, podrá luchar con una espada a partir de cierto momento, aunque su uso es bastante limitado y solo necesario en algunas ocasiones. La resolución de puzles y enigmas no suponen un gran reto, ya que una vez encontremos el objeto adecuado para una determinada situación, el propio juego nos invitará a utilizarlo donde debemos.

En el apartado audiovisual tenemos una de cal y otra de arena. Empezando por el apartado artístico, la estética ciberpunk -lo que dura- está representada como mandan los cánones, sin queja alguna, más allá de la sexualización extrema de los personajes femeninos que como ya hemos mencionado, es el arte de los desarrolladores y no vamos a entrar a juzgar. La cosa cambia cuando el juego comienza de verdad, ya que en el bloque de apartamentos abandonado todo es muy oscuro y es difícil ver muchos detalles. Además el juego usa una especie de filtro de baja resolución y desenfoque que ayuda a perdernos más detalles aún. Entendemos que son decisiones de diseño, pero no hubiera estado mal que el tema de la resolución hubiera sido opcional. Las animaciones son otro de los puntos flacos, muy ortopédicas, sobre todo a la hora de correr o de luchar. Y de la banda sonora poco que mencionar, pocos temas, ambiental, y bastante repetitiva, aunque funciona a la hora de añadir tensión a la aventura.

El principal problema de Sense: A Cyberpunk Ghost Story, de los varios que tiene, empieza en su título. Habría que preguntarle a Suzaku por qué usar el reclamo ciberpunk -tan de moda en estos días por la obra de CD Projekt- cuando el juego es una aventura de terror bastante clásica en su desarrollo que poco o nada tiene que ver con este reclamo. Un par de pantallas al inicio, y una más al final, más la excusa de nuestros ojos aumentados es todo lo que esta historia tiene de ciberpunk, casi nada para ser un elemento incluido en el propio título del juego. Luego ya como juego de terror, pues es bastante correcto, con algún puzle con poco sentido, y situaciones que ya hemos visto en otros juegos similares. Se nos queda la sensación de que el juego podría haber dado más de sí, sobre todo como juego de terror, que es lo que en verdad es, pero es justo decir que si nos gusta el género podemos encontrar a Sense: A Cyberpunk Ghost Story interesante.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por eastasiasoft