Todos recordamos con cariño aquellas míticas recreativas en las que nos dejábamos la paga en los 80 y 90 -al menos los que ya peinamos canas- y si hablamos de recreativas, SEGA era sin duda una de las grandes compañías que llenaban los salones con sus máquinas. Slipstream es un juego desarrollado por Ansdor y distribuido por Blitworks Games que pretende homenajear a aquellos arcades con los que tanto disfrutamos y la verdad es lo consigue con creces.

Como decimos, Slipstream es un juego de carreras que se inspira en aquellos clásicos de la conducción arcade, más concretamente en títulos como OutRun o Super Hang-On, ambos de la compañía del erizo azul.

Su planteamiento es muy similar a los juegos ya mencionados: elegimos un coche y nuestra misión será la de ir superando las diferentes etapas hasta llegar al final del recorrido. Una carretera larga y variada, unos cuantos coches que hagan de obstáculo y música pegadiza y motivante para el viaje, ya está, no necesitamos nada más para jugar a Slipstream y con esos elementos consigue una sensación de diversión y adictividad enormes.

Nada más comenzar tendremos que jugar un breve pero intenso tutorial en el que nos enseñarán las mecánicas básicas: aceleramos con el gatillo derecho y frenamos con el izquierdo. Y ya está, con esos dos botones ya tenemos todo a punto para correr como locos. Aunque claro, no es tan sencillo, otra de las cosas que nos enseñan es que para coger las curvas cerradas tendremos que pulsar brevemente el botón de freno para hacer que el coche derrape, y más vale que nos acostumbremos bien a esto porque ahí es donde radica toda la esencia de la jugabilidad. Podremos escoger realizar los derrapes de manera automática en vez de manual, pero la verdad es que sería quitarle gran parte de la diversión a este título.

Otra de las mecánicas que tendremos que tener presente será la del slipstream, con la que quedándonos un tiempo a rebufo de otro vehículo conseguiremos un acelerón momentáneo muy útil para avanzar posiciones. Por último y no menos importante, el botón de rebobinado nos permitirá viajar hasta 5 segundos al pasado para remendar nuestros fallos, aunque una vez utilizado tendremos que esperar un tiempo de recarga para poder usarlo de nuevo.

La verdad es que la jugabilidad es altamente adictiva, en poco tiempo estaremos derrapando y recorriendo carreteras. A pesar de su sencillo apartado jugable, la dificultad radica en saber coger bien las curvas y derrapar en el momento adecuado, pues entrar más tarde o más temprano puede suponer la diferencia entre la victoria y la derrota. Hay que decir que nos va a costar ganar incluso en la dificultad más baja, un solo error es suficiente para mandar al traste una carrera perfecta y aprender a controlar bien nuestro vehículo nos puede llevar varias horas.

Por fortuna, de modos de juego va bien cargado. Centrándonos en el principal, el modo Grand Tour vendría a ser el modo más clásico de todos, el arcade puro que pudimos disfrutar en recreativas como OutRun. En este modo, tendremos que atravesar 5 etapas hasta llegar a la meta final mientras el tiempo va disminuyendo, de manera que cuando lleguemos a la siguiente etapa nos añadirán más tiempo extra. Al final de cada etapa podremos elegir por cual de los siguientes escenarios continuar, de manera que habrá que rejugar este modo varias veces para verlas todas.

El segundo modo más importante es el modo Grand Prix, que vendría a ser el habitual campeonato en el que tendremos que ir sumando puntos en cada una de las etapas según nuestra posición. Contaremos con tres copas disponibles con 5 etapas cada una, aunque a diferencia del resto de modos de juego, aquí no iremos avanzando de una etapa a otra sino que tendremos una carrera a varias vueltas dentro del mismo circuito. Para aportarle un toque de gestión, podremos decidir si jugar con los coches base -permanecen inalterables- o ir mejorando nuestro vehículo con el dinero ganado tras cada carrera para aumentar sus estadísticas.

Otros de los modos de juego que tendremos disponibles será el modo carrera única, la contrarreloj, el modo cannonball  que  es similar al modo Grand Tour pero permitiéndonos configurar varios parámetros personalizables y el modo Battle royale, en el que tendremos que superar una serie de etapas junto a varios rivales y quien quede último en cada escenario será eliminado hasta que solo quede uno. Como podemos ver, no se queda corto para nada y tendremos para varias horas de juego.

En el apartado visual encontramos otra de sus mayores bazas, pues su estilo pixel art y toques 3D ofrecen un resultado muy llamativo. La variedad de escenarios también es digna de elogio, pudiendo correr en circuitos tan variados como la costa, el desierto egipcio, la acrópolis de Atenas y por supuesto las calles de Tokio. Para ofrecer aun más variedad, podremos seleccionar una serie de filtros para hacer que el juego se vea con estilo CTR, NTSC, blanco y negro y varias configuraciones más.

La música está al mismo nivel, pudiendo elegir una selección de temas muy variada que van desde melodías al estilo lounge y chill hasta otras más movidas como rock, synthwave o eurobeat. Estas canciones las podremos cambiar en cualquier momento de la carrera accediendo al menú de pausa.

Podemos decir sin miedo que Slipstream es una auténtica maravilla indie, un juego que nos retrotrae a los míticos arcades ochenteros con gran acierto. La cantidad de modos de juego junto a su variedad de escenarios y su increíble jugabilidad lo convierten en un verdadero vicio al que querremos volver una y otra vez. Por el reducido precio que tiene, es una locura no hacerse con él.

 


Este análisis ha sido realizado en PlayStation 4 mediante una copia cedida por Jesús Fabre