Cuesta de enero, la resaca de diciembre y el cambio de año nos deja el cuerpo cambiado y la cartera temblando. Propuestas como SokoChess White son interesantes ya por si mismas, pero creo que tienen un buen encaje en estos días calmados tras las tormentas. La idea de mezclar ajedrez y setenta puzles no muy largos de completar, sencillos de gestionar, y con buen trabajo cerebral pero sin estrujarnos el cráneo, con una banda sonora de temas de música clásica universales, es algo que entra bien seas el tipo de persona que seas.

Daisy Games lo hizo por primera vez justamente con el SokoChess original. Luego volvería con esa maravilla de las aventuras esperpento esquizoides que fue Crossroad OS. La cabeza visible, y casi única hasta hace no tanto, de este estudio es Martin Firbacher. Pero con SokoChess White han tirado la casa por la ventana y son la friolera de ¡Tres desarroladores! Y está además en los créditos la perrita que parece ha dado nombre a este singular estudio.

La verdad es que me da respeto lo rápido que Daisy Games ‘pare’ juegos. El mencionado Crossroad OS salió a finales de año, el spin-off puzlero-ajedrecero SokoChess Black lo haría algo antes. Pero este SokoChess White salió en mazo del año pasado, estando entre medias SokoSolitaire el agosto pasado. La parte técnica es harto sencilla, Crossroad OS tiene algunas manos sobre él, pero me sigue levantando las dos cejas que consigan juegos solventes y bien terminados tan rápido.

Pues lo dicho y comentado, juego de puzles usando las reglas del ajedrez y Sokoban, en setenta retos mentales, asequibles que no fáciles. Aunque como es acostumbrados, se jugará más rápido o más lento en función de como cada cual tenga las neuronas.

Sokoban fue un juego de mover cajas, literalmente el nombre significa ‘encargado de almacén’. Empezó como un juego físico, como el parchís o el ajedrez, en Japón en 1980. Dos años después daría el salto a videojuego, en el ordenador japones de la época. Llegaría a Famicom/NES, y tardaría más en sistemas ‘bárbaros’. Con su historia de como nació, creció y se expandió, se pueden ver paralelismos con otro juego de puzles tan básico y adictivo, como ha sido Tetris y los cuarenta años que cumple este 2024.

Y la cosa en Soko-Ban era bien fácil, mover cajas. O sea, una mecánica que hemos hecho en cantidades incalculables de juegos. Empezó de forma cenital, simplemente empujando bloques, y ha sido algo que se ha ido extendido exponencialmente. Es que, insisto, es una mecánica tan básica que parece que surgió de forma espontanea. Tal vez lo hiciera, y sin duda muchos videojuegos no necesitaron de conocer Sokoban para empujar bloques. Pero que este juego también fue un pionero, es imposible de negar.

Lo dicho, SokoChess White mete empujar cosas con ajedrez. Y es necesario menos de todo lo que tenéis visto arriba para hablar de él.

Tenemos setenta puzles, todo se presenta de forma gradual. Y se basa en presentar tanto nuevas reglas, encarnadas en introducir las piezas de ajedrez de forma gradual, con nuevos elementos como las ‘sokocajas’ o las bombas. Además, en cada pantalla la disposición del tablero es totalmente cambiante. Tenemos unas piezas blancas, porque nos dicen que las negras se han pirado del tablero. Y nos queda dejar a las piezas en las posiciones que cada pantalla nos propone.

Los peones solo pueden ir hacia adelante o en diagonal, si pueden ‘comerse’ a otra pieza. Realmente no hay ‘comidas’, solo empujes. Esa es la base, combinar las capacidades móviles de cada pieza con el desplazamiento al empujar otras piezas o elementos. Las torres y alfiles son piezas bien versátiles y claves en la mayoría de los 70 puzles que tenemos.

SokoChess White está pensado para que ninguna pantalla nos tenga horas pensando a lo Baba is You. Pero como pasa siempre con los juegos de puzles, todo dependerá de lo que haya en cada casa. Puedo cifrar en unas 7-8 horas, que serán unas diez-doce para redactores calvos de medios digitales.

Pero es que es tan fácil jugar clickando el ratón, su sencillez visual y satisfactorios FX congenian con una banda sonora compuesta de temas de música clásica sin derechos, pero obviamente con sus nombres y apellidos a la hora de trasladarlos al juego.

El remate es que, como todos los juegos de Daisy Games, solo cuesta cinco euros. La cuesta de enero, la cartera vacía, se suma a su disposición relajada y gratificante. SokoChess White es tremendamente fácil de encajar en multitud de momentos de nuestro día a día. Sería interesante ver alguno de estos juegos trasladados a teléfonos móviles, porque son perfectos para ello.