Es indudable que la eclosión de la escena independiente ha traído incontables beneficios al mundillo de los videojuegos. Los desarrolladores pueden afrontar nuevos proyectos gozando de total libertad creativa, lo cual permite que se recuperen formulas clásicas que actualmente han desaparecido del videojuego triple AAA, generalmente más preocupado por la viabilidad comercial. El terror no es una excepción a esta norma y, dentro de un panorama saturado de clones de Outlast y de supuestos retornos que acaban sirviendo para poco más que para camuflar el mismo juego de acción de siempre, no son pocos los estudios que deciden volver a las raíces primigenias del survival horror, aquellas establecidas por Alone in the Dark y asentadas definitivamente por Resident Evil. Sin embargo, por desgracia, es fácil que muchos de estos lanzamientos se queden en lo superficial y se limiten a ser copias muy poco funcionales de aquellos juegos en los que se inspiran, intentando suplir su carencia de personalidad con una sobresaturación de guiños y haciendo, en definitiva, que el homenaje se convierta en un fin en sí mismo. Este, por suerte, no es el caso de Song of Horror.

Desde luego que sus desarrolladores –Protocol Games– demuestran ser grandes conocedores del género y cada minuto a los mandos de Song of Horror se convierte en derroche de amor y cariño hacia él, pero, más allá del homenaje, también se trata de un gran juego por méritos propios. Uno con el que no se han limitado solamente a copiar –y a copiar bien, lo cual no es fácil– la fórmula de los clásicos, sino que además se han encargado de potenciarla con novedades de peso. La mecánica básica, como no podía ser de otra manera, se fundamenta en la búsqueda de objetos que posteriormente deberán ser combinados y utilizados adecuadamente, así como en la resolución de puzles que a su vez nos proporcionen otros objetos o nos abran nuevas rutas.

En Song of Horror no se nos lleva de la mano, con lo que en todo momento seremos nosotros –y nuestra habilidad mental– los encargados de ir ordenando las piezas necesarias para construir nuestro avance. El backtracking está a la orden del día, por lo que nos reencontraremos con la maravilla sensación de tener que recorrer una y otra vez las diversas estancias de cada nivel, mientras poco a poco tratamos de encajar los engranajes que conforman el intrincado acertijo que supone cada uno de los escenarios del juego. La dificultad puede resultar elevada -sobre todo para el estándar actual- debido a la gran cantidad de variables y rompecabezas que podemos llegar a manejar simultáneamente y a lo necesariamente críptica que en ocasiones resulta su propuesta. Hasta aquí todo muy convencional, muy apegado a la formula, pero, como decíamos, los desarrolladores se han guardado unos cuantos ases en la manga.

Song of Horror se ha ido publicando en formato episódico durante los últimos meses, aunque, a raíz de la publicación del ultimo capitulo, se han recopilado todos los episodios en un único paquete que nos ofrece la experiencia completa. La historia se inicia con la repentina desaparición de un famoso escritor, tras lo cual la editorial para la que trabajaba decide enviar en su búsqueda a uno de sus ayudantes. A partir de aquí, como no podía ser de otra manera, comenzaran los problemas e inmediatamente después de poner un pie en su domicilio nos veremos atrapados por el misterio de una caja de música cuya melodía maldita convierte en una pesadilla la vida de cualquier desdichado que tenga la desgracia de cruzarse con ella. Y no serán pocos, puesto que al comienzo de cada uno de los capítulos podremos elegir entre un plantel de 3 o 4 personajes dependiendo del capítulo y de nuestro propio desempeño. Estos personajes actúan a modo de vidas, ya que en Song of Horror la muerte es permanente y definitiva.

Mientras exploramos los escenarios nos veremos acechados por una entidad maligna y hasta cierto punto etérea, capaz de manifestarse bajo diversas formas: la Presencia. Los encuentros con esta Presencia se dirimen mediante minijuegos en los que, por poner algunos ejemplos, tendremos unas pocas decenas de segundos para buscar un lugar donde escondernos, bloquear puertas mediante pulsaciones rápidas de botones, contener los latidos de nuestro corazón con pulsaciones rítmicas para no entrar en pánico, controlar nuestra respiración mediante pulsaciones prolongadas y sostenidas en el tiempo… Las variables son muchas y se van modificando con el paso de los capítulos, además de cada personaje tiene sus propios atributos gracias a los que, por ejemplo, algunos resultan más eficientes en los minijuegos que implican el sigilo y otros en los que necesitan la fuerza física, de forma que ninguna de estas mecánicas llegue a resultar repetitiva. Estos minijuegos en ocasiones podrían estar mejor explicados, sobre todo teniendo en cuenta que requieren una ejecución bastante precisa y que la penalización por el fallo es la muerte definitiva del personaje, tras lo cual deberemos seleccionar a otro que recoja el testigo y que continúe la tarea donde el fallecido la dejó. Si nos quedamos sin personajes disponibles deberemos reiniciar el capítulo desde el principio, perdiendo todo el progreso.

Esta forma de penalizar la muerte con severidad se convierte en uno de los grandes puntos divisivos de Song of Horror, sobre todo teniendo en cuenta que, al más puro estilo de Alone in the Dark, algunas muertes llegaran también por interactuar con algunos objetos o lugares del escenario que albergan trampas o peligros, aunque generalmente son situaciones que se ven venir. Habrá gente que considere que esto es frustrante o que comience a bostezar pensando en el tedio que puede suponer la necesidad de repetir entero alguno de los capítulos, tirando horas de progreso a la basura, pero la tensión que se genera al saber que aquí el morir tiene consecuencias, que no hay un punto de control que nos salve el trasero y que en todo momento tenemos la obligación de tener los cinco sentidos puestos en el juego… Es algo impagable, se convierte en una de las sensaciones más masoquistamente gratificantes y estimulantes que se pueden experimentar hoy día a los mandos de un videojuego.

En Protocol Games son muy conscientes de que prácticamente todos los jugadores acabaran necesitando repetir alguno de los capítulos, por lo que Song of Horror ha sido diseñado con esta idea en mente. La Presencia está gobernada por una IA que actuará de una manera o de otra dependiendo de nuestra forma de jugar, de forma que al repetir un capítulo no necesariamente nos encontraremos con las mismas situaciones y puede no ocurrir absolutamente nada en la sala en la que en la partida anterior la entidad nos dio caza, solo para encontrarnos con su aparición posterior en un lugar que considerábamos seguro y tranquilo. Se trata nuevamente de una estupenda y novedosa decisión de diseño que añade otra capa más de tensión, convirtiendo a la Presencia en un elemento impredecible cuya sombra sentiremos siempre al acecho.

Sus interacciones con nosotros no siempre serán bajo la intención atacarnos, a veces simplemente disfrutará asustándonos mediante la manipulación de objetos del escenario -luces que explotan, radios que se encienden, puertas que se abren y se cierran…- o la aparición de alucinaciones y visiones fantasmagóricas, algo en cierta medida muy similar a lo visto en Eternal Darkness. Estos sustos tampoco se producen en lugares fijos y predefinidos, con lo que cada nueva partida se convierte en una experiencia distinta, reduciendo al mínimo la sensación de repetición. Además, la historia, los finales y determinadas situaciones o interacciones con el escenario también se ven modificados en función de los personajes que estén vivos o no, por lo que Song of Horror se convierte en una experiencia altamente rejugable cargada de variantes, lo que nos hará desear volver a ella una y otra vez, aunque, en concesión a determinado grupo de jugadores, Protocol Games ha lanzado recientemente un parche que ofrece la opción de eliminar la mecánica de muerte permanente.

La duración de los capítulos es otro de los elementos que contribuye al perfecto funcionamiento de la propuesta. Cada uno de sus cinco episodios no nos llevara más de 3 o 4 horas, excepto uno de ellos que puede alargarse al doble, lo cual acaba mostrándose como la duración ideal para picarnos a repetir, sobre todo teniendo en cuenta que una segunda o tercera vuelta puede completarse en una cantidad de tiempo sustanciosamente menor. Estos capítulos son tremendamente variados entre si, aunque nos llevaran por los lugares comunes del género: una vieja abadía, un hospital psiquiátrico, una pequeña mansión… La ambientación está muy lograda y consigue recrear una atmósfera densa que resulta opresiva y asfixiante. A generar esta sensación de terror contribuye un estupendo diseño sonoro y artístico, incluyendo la recuperación de las añoradas cámaras fijas, sostenido por un apartado técnico estupendamente sólido y bien acabado, a pesar de que la optimización resulte muy mejorable y de pequeños bugs que todavía están pendientes de corrección.

Song of Horror, en definitiva, se convierte en el prometedor debut de un estudio madrileño que a buen seguro nos va a dar muchas alegrías en el futuro. De momento han conseguido desarrollar el mejor survival horror de los últimos años. Ahí es nada.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Renaissance PR