The Pedestrian ha supuesto la primera sorpresa de 2020 para mí. Un juego de puzles que a priori me pareció muy interesante: manejamos a un monigote de los que se usan para dar indicaciones en los carteles que vemos por todo el mundo, ya sea en baños o en señales de peligro. El protagonista es el peatón asimismo, los escenarios serán carteles colgados por todo la ciudad, y tendremos que movernos por ellos mientras desciframos y resolvemos acertijos. A primera vista es un concepto diferente y divertido, ¿pero será suficiente para destacar frente a otros este Enero?
The Pedestrian es un juego de puzles en dos dimensiones, donde vamos desbloqueando nuevas interacciones con el entorno según vamos avanzando. Los puzles son interesantes, perfectos para el medio que nos presentan, aunque algunos pecan de demasiado fáciles y otros de lo contrario. Os explicaré como funcionan algunos de ellos, sin destriparlos demasiado, puesto que una de las mejores facetas del título es ir saboreándolo poco a poco.
Si tenemos cuatro paneles diferentes, al comienzo del juego solo podemos unirlos de forma normal: si uno tiene una salida hacia arriba y otra hacia abajo, podemos viajar de uno a otro formando una conexión. Lo más importante es lo siguiente: una vez construida una conexión, para romperla debemos reiniciar el puzzle. Sin duda esto hace los puzzles más difíciles al comienzo, pero es más adelante, cuando desbloqueamos nuevas formas de pasar de un panel a otro, cuando el título se pone interesante de verdad.
El principal objetivo en la mayoría de puzles es conseguir las piezas que nos hacen falta para poner algo en marcha. Normalmente necesitaremos dar varias vueltas y repetir algunas zonas más de una vez, ya que no es tan simple como parece. Sin embargo, este esquema en los puzles se repite demasiado, y puede volverse un poco repetitivo. Aún así la variedad de localizaciones y de los puzles en sí mismos aportan la variedad suficiente como para que el esquema no manche el resultado final.
Una vez desbloqueamos esas nuevas mecánicas, los puzles pasan a ser mucho más difíciles, pero tendremos tanta práctica que se nos hará un poco más fácil. No voy a desvelar esas mecánicas, solo os daré una pista: ofrecen mucha más movilidad al monigote. Y al final hay incluso otra sorpresa aún más grande. Habilidades para nuestro personaje propiamente dicho no desbloqueamos, pero personalmente creo que darle poderes a un simple monigote hubiera sido chocante como poco. Que todo varíe alrededor de él lo veo más acorde para el estilo de juego que The Pedestrian propone.
En un segundo plano, tras los puzles, veremos dos cosas. La primera está clara, el escenario donde están colgados los carteles por donde nos movemos. Pasamos por varios lugares del día a día: un metro, un taller, un edificio en construcción… ningún lugar extraño ni fuera de lo común. Moverse por los escenarios le da un toque interesante al juego, que hubiera sido un tanto monótono si simplemente hubieran sido un puzle tras otro. El nexo de unión que es la ciudad, y que ésta se mueva junto a nosotros, es un detalle a destacar. Creo que el título hubiera sido aún mejor si hubieran puesto más trabajo en este apartado, aunque tal y como está es más que suficiente.
Y la ciudad es el elemento necesario para el ultimo y probablemente menos importante apartado de The Pedestrian; su historia. ¿Qué historia puede tener un juego donde manejamos a un personajillo por carteles? Pues si la ciudad existe, alguien tendrá que haber puesto esos carteles ahí, ¿no? La historia está en un tercer plano, pero existe y si podemos profundizar en ella nos sorprenderá. Pero no es ni necesaria ni un pilar del título.
Musicalmente The Pedestrian tiene un tono demasiado serio para mi gusto, lo que no quita que esto dote al título de una intención tan épica como personal. Sus temas orquestados son un deleite, sobre todo cuando suenan al resolver alguno de los puzles más difíciles del título. Pero claro, esto también arrastra un problema. Muchas veces el juego termina un tema antes de que hayas avanzado suficiente, y esto resulta en muchos paseos con nada más que el sonido de la ciudad de fondo. A pesar de esto, y ya que nombro los sonidos, son otro punto fuerte del título; la ciudad está recreada en detalle, los sonidos que escuchamos casan muy bien con lo que vemos en pantalla.
Visualmente se trata de un juego impresionante. Es uno de esos casos donde vale más el apartado artístico que cualquier potencia gráfica que quiera mostrarse. La transición de un escenario a otro, el movimiento y animaciones de nuestro monigote, y todo lo demás es de un gusto exquisito. Desde luego The Pedestrian entra por los ojos, y estoy seguro de que se llevará más de una venta por ello, algo totalmente merecido. Quizás algunas texturas podía mejorarse, pero está claro que el principal objetivo de los desarrolladores era hacer un juego fluido, y eso desde luego que lo han conseguido.
En conclusión, The Pedestrian merece la pena. Sus puzles son competentes, es un placer para los ojos y resulta realmente divertido. Su historia intriga y su jugabilidad engancha; así que lo recomiendo hasta de salida. Quizás su duración no sea suficiente para algunos, ya que en cinco o seis horas se puede completar si somos de mente rápida, pero en mi humilde opinión termina justo cuando debe hacerlo. Es uno de esos juegos de puzles que, dentro de un tiempo, mirarás atrás y recordarás con cariño.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Skookum Arts