Oh, basta ya… aquí estamos para decir las cosas claras y dejarnos de mentiras piadosas y bulos perpetuados en el tiempo. Que sí, que la recreativa tenía buenos gráficos en su momento, pero era sosilla. Mucho descenso por la ladera, muchos lobos esteparios, serpiente comunista, y tal… pero era aburridillo. En la conversión de Mega Drive ya recurrieron a maquillar en la publicidad para intentar vender esa cosa, diciendo aquello de «El primer cartucho de ocho megabites de la historia». ¿Qué pasa?, que si ponían que eso era un megabyte exacto les daba pánico, como ocho es más que uno así te metes al público crédulo en el bolsillo. Que no, que el mejor Strider que hizo CAPCOM estaba en un cartucho para Nintendo Entertainment System ¡El Strider de verdad!

¡GUAPOOOOOOOOOOO!

El primer punto que el lector debe tener en cuenta es que el Strider de NES no es una conversión de la recreativa, se desarrollaron en paralelo, y con distintos responsables. La arqueología digital esta vez es rica y detallada, y ambos equipos no comparten ningún miembro. Quiero ver en esto lo que pasó el año anterior con el Bionic Comando, donde recreativa y versión de NES iban cada una a la suya, y con diferentes protagonistas además, aunque la aventura de Nathan Spencer se lanzó un año más tarde que la de Super Joe. Aquí sin embargo, se comparte protagonista, el carismático tech-ninja Strider Hiryu, pero el juego de NES es también una aventura de acción, y no un arcade directo.

Es interesante el fenómeno de los juegos de NES claramente mejores que las recreativas que los inspiran. A ver, no es un secreto que muchos arcades se diseñaban con la intención clara de que palmaras monedas, pocos hay que te permitan culminarlos de forma justa y aprendiendo gradualmente, sin trampas ni puntos negros. Ya tuvimos por aquí POW, y cosas como ese Bionic Comando o Rygar se pasearán por la sección, palabra.

¡Que esto mola más que la recreativa, palabra!

Pues esta versión tiene nombres de solera como el director Masayoshi Kurokawa, que incluso echaría una mano en el Deadly Premonition de SWERY; Hitoshi Nishio, grafista y diseñador metido en bastantes juegos de lucha de la compañía, y en Dragon Quest XI nada menos; o la compositora y responsable de audio, Harumi Fujita, que firma bandas sonoras o piezas en juegos tan dispares como los Tombi, Abobo’s Big Adventure, o incluso en Streets of Rage 4.

La versión para Famicom se anunció y planteo, pero nunca llegó. Y lo irónico es que en ese país se publicó un manga sobre Strider Hiryu y su aventura, resultando más parecida su historia al juego de NES que a la recreativa. Finalmente, sólo los estadounidenses conocieron esta versión con su bella portada propia.

La madre que los parió…

Vale, vale, recuperaos. El caso es que Strider era una aventura de acción y plataformas muy interesante, con bastante exploración y backtracking. Sí, un metroidvania se podría decir. Realmente Bionic Comando en NES ya seguía ese patrón también, aunque el gameplay en ambos es muy distinto.

La historia parte de un punto diferente a la recreativa: el año es el 2048 también, pero aquí estamos más centrados en las vicisitudes de los Strider, una organización de ninjas tecnológicos que se ocupan de diferentes tareas y apaños. La idea es que representan el bien, o sea, que aunque nos digan que hacen secuestros, robos, temas políticos… demoliciones… no pasa nada, que somos los buenos. Tenemos nuestra navecita, el Blue Dragon, como base de operaciones. Y es el punto central y neurálgico de la aventura.

Esto sí es una base central maja y no lo del Batman ese.

Desde ahí elegimos destino en un mapa mundial. Pero a diferencia de Ducktales -siguiendo con CAPCOM- aquí no están todas las localizaciones abiertas, toca investigar buscando archivos, haciendo avanzar la trama, que en principio se centra en mandar a Hiryu a matar a su mejor amigo, Kain. Ha sido capturado y se teme que revele secretos sensibles, pero el joven Hiryu piensa más en un rescate. Pues el primer país disponible es ‘Kazakh’, o sea la República Socialista Soviética de Kazajistán. Recordemos que estamos en 1989 y aún no había caído el comunismo. Parece que en el 2048 no se vieron venir esa.

Las localizaciones se van desbloqueando paulatinamente, y me hace gracia ver países concretos como Japón, Egipto o China, frente a África y Australia, así en general. África ya empieza en la selva, como no, pero al menos no luchamos contra aborígenes con huesos en la cabeza y taparrabos.

Tranquilos, tampoco hay monos, serpientes y otros bichos clásicos locales al menos.

Algunas fases son más extensas, explorables y sujetas a backtracking que otras. Vamos a terminar hasta los c**ones de ir al país de Borat. Y ya esas fases ofrecen el estilo Strider a la hora de movernos, luchar y saltar como ranas, aunque en entornos abiertos. Si bien el combate y movimiento es rápido y fluido, el pobre Hiryu no ejecuta tan finamente el clásico salto de pared en pared como el Batman de SunSoft o nuestro querido Ryu Hayabusa.

El juego es divertido en combate, plataformas y aventura, aunque se le podía pedir un poco más. Hay unos cuantos jefes, pero se repiten unas cuantas veces, por ejemplo. Pero la aventura de Hiryu cuenta con passwords a diferencia de la de Nathan, y con ello es todo más asequible y mejor llevado. Porque además de desbloquear localizaciones, conseguimos objetos como los diferentes tipos de botas, para acceder a áreas antes inaccesibles. También mejoramos el ‘level’ de Hiryu, que bien nos viene ante algunas fases más complicadas y puñeteras, el juego no es fácil.

¡EL JEFAZO! Similar a otros anteriores, eso sí.

Lo podremos sentir algo más bruto hoy día, el año es el que es. Pero insisto que funciona y Hiryu es un personaje muy dinámico para movernos y luchar por las fases. Gráficamente no es lo mejor que haría CAPCOM con esta consola, pero vuelvo a recordar el año en el que estamos. Y la música de Fujita tampoco es de las que me hayan dejado huella, pero me sorprende el ‘estilo CAPCOM’ con el que suena, cuando ella no está implicada en cosas como los Mega Man, Ducktales o Chip’n Dale. Es como el resto del equipo, la mayoría no tocaron tampoco esos juegos pero vemos maneras y estructuras que la compañía aplicó a una enorme cantidad de juegos de NES/Famicom.

Me despido ya aquí con una disculpa. No, este no es el mejor juego de Strider, lo siento, soy un troll y el lector habitual -hablo en singular, siempre es el mismo- lo sabe. Ese sería el Strider de 2014, un metroidvania con mucha acción, que mira por donde, creo que le echó un buen ojo a este juego. Pero como aún le quedan algunos años para aparecer en esta sección, nos quedamos con la aventura de Strider Hiryu en la consola de 8-bits de Nintendo.