Llevábamos un tiempo sin un buen FPS de corte clásico por aquí, otra sana ración de neo-retro con los pulidos y sanos retoques que ofrecen los tiempos modernos. Kingdom of the Dead es tanto un ‘back to basics’ como una apuesta más particular de DIRIGO Games por ofrecer algo que sepa diferenciarse en este emocionante, pero también muy lleno de propuestas mercado del videojuego más independiente. Vamos a subirnos a nuestro caballo, empuñar nuestro seis tiros, y mandar a esos hijos de perra no muertos al infierno del que salieron, con el barniz e inspiración visual de la Ciudad del Pecado de Frank Miller como probable y agradecido referente.

Ya la ambientación de Kingdom of the Dead promete: a finales del siglo XIX, en la costa este estadounidense la misma muerte se abre camino por nuestro mundo. Somos el agente Chamberlain, trabajando para una división secreta del gobierno destinada a combatir amenazas sobrenaturales. Como las referencias aparecerán durante la entrada, aquí veo yo a la AIDP de Mike Mignola, pero nuestro protagonista no tiene una mano de piedra, pero sí armas contundentes de acuerdo a la época. Nos harán falta.

Desde la mismísima pantalla de presentación y títulos del juego entra a la vista. Los desarrolladores definen su estética como ‘dibujada a la tinta’, con lo que la referencia a Frank Miller -y tantos otros anteriores de los que tomó, y los posteriores que le siguieron- es algo más que mi eterna obsesión por el cómic. Sobre todo porque no tenemos un juego en blanco y negro y tentetieso, DIRIGO usa el color de forma acertada en determinados momentos, como el fuego, la sangre, localizaciones concretas, algún enemigo que…

Y lo que tenemos es un FPS bastante puro, años noventa en lo jugable y lo visual incluso, si seguimos pensando en Frank Miller y Sin City. Ritmo furioso, no detenerse más que en breves momentos, escenarios básicos y directos, interacción limitada con el entorno fuera de los necesarios barriles explosivos y trastos que romper para conseguir recompensas.

Seguimos con lo básico, tres corazones de vida, más clásico imposible. Se vacían que da gusto,Kingdom of the Dead es duro, toca avisarlo. El estilo de la vieja escuela se impregna en ocho niveles donde elegimos dificultad en cada uno, ofreciendo objetivos propios y escalables según dicho nivel de desafío. También es agradecido poder elegir fase frente a una sucesión lineal más tradicional, pero los niveles toca pasarlos de tirón. Tenemos necesarios checkpoints en cada nivel, pero como tengamos que cortar la partida, lo que llevemos de nivel se quedará en el limbo para volver a comenzarlo desde el principio.

Aún así no hablamos de fases especialmente largas, que podremos percibirlas así por lo agobiante que el juego puede hacerse y esos objetivos y dificultades adicionales según las estrellas que elijamos antes de empezar. Ah, y unos bellos y simpáticos jefes finales para hacerlo todo más entrañable.

El gusano conquistador con mansión lóbrega de fondo. Poe y Corben mano a mano.

En lo visual yo sigo con las referencias que quizás nunca estuvieran allí, pero ese toque tenebroso y decadente, escenarios como mansiones, criptas, graneros… creo que tienen un toque a lo Edgard Alan Poe, frente a algo más lovecraftiano, que algo habría también. Y por ello también veo en su especial aspecto visual del difunto Richard Corben, justamente porque esta institución gráfica de Misuri adaptó al mismo Poe en formato cómic.

La línea se mantiene en la música, porque no hablamos de melodías frenéticas destinadas a subirnos la adrenalina, sino música con toque depresivo y mortecino que potencia esa ambientación, aunque no siempre pegue por completo cuando nos estamos moviendo como guepardos y apuntando en décimas de segundo.

Puedo decir que DIRINGO Games lo ha logrado, ha conseguido alcanzar su objetivo de un FPS noventaniano y de fuerte ambientación. Simplemente, como «pega» sentirlo no tan afinado y mimado a la usanza de joyitas como el Dusk de David Szymanski, o el Project Warlock. En muchas situaciones repletas de bestias del averno y munición a go-go que hay que usar con cabeza y pulso firma, creo que los tiroteos y su ajuste en el escenario podrían tener una vuelta de tuerca más.

Tampoco es que yo sea el fan más devoto del género, ni cuando era joven, ni en mi vejez de consumidor de neo-retro, con lo que mi criterio pueda no ser el más especializado. Baste decir que incluso le he estado testeando el juego con pad, cuando está destinadísimo a teclado y ratón -si esto se lanza en consolas habrá que meter unas ayudas al apuntado tremendas, que sin duda desvirtuarán el juego en gran medida-, y con el gracioso fallo de que el botón que debería servir para agacharse -click en el R3-… lanza un disparo. Que esto es territorio teclado+ratón, y estoy muy oxidado en esas lides.

He dado mucho la tabarra con la parte visual, pero es que me ha parecido arrebatadora. Incluso tiene la particularidad de poder elegir los colores básicos principales, que en la captura de arriba tenemos el ‘coffe’, siguiendo con el juego estético cuando aparecen los otros colores de forma estratégica. Pero algunas elecciones cromáticas no quedan tan logradas como el blanco y negro primigenio para el que parece estar más pensado el juego. Y en determinados casos, incluso se perjudica la visualización. Ya será elección y gustos de cada usuario. La captura de abajo es confusa en diferenciación de elementos, pero no es de las peores elecciones que ofrece el cromatismo, de hecho, la paleta ‘robot’ es bastante curiosa, salvo ese entorpecimiento visual en momentos.

Se agradece mucho la traducción al español en un juego tan nicho.

Pues lo que nos queda con Kingdom of the Dead es un juego clásico, frenético, divertido, desafiante, puñetero en momentos, y con esa huella visual de la que no he dejado de taladrar al lector y que es bien palpable en el trailer unas líneas más abajo. DIRINGO Games a la tecla, y Hook en la publicación, creo que tienen un juego que debería generar miradas de más personas que solo los boomers nostálgicos de los ratones con bolita. 

 


Este análisis se ha realizado en PC con una copia cedida por Renaissance PR