Encontrarme con la secuela de Sludge Life por un lado da ilusión, tras la particular experiencia que fue el primero. Pero por el otro, la gigantesca personalidad y frescura que tenía aquel hallazgo, me daba la picazón de que un nuevo juego, que además conserva bastante del anterior ¿No sería traicionar el alma de aquella oscura gema de forma tan única? La respuesta rápida y agradecida es ¡No!
Y sin embargo, Sludge Life 2 se levanta sobre la espalda de su precuela, con sus parecidos y manteniendo su espíritu, y aún así, logrando volver a ser estimulante y gratificante.
Cogemos los botes de pintura, porque Ghost vuelve a su oficio. Aunque ahora tiene un nuevo curro, uno que le ha dado pasta y por el que algunos creen que es un vendido. Pero su espíritu sigue siendo rebelde, en este mundo horrible, decadente y fascinante.
Sludge Life 2 vuelve a ser el trabajo de dos responsables. Terry Vellmann se carga a los hombros todo el tema del juego, de construir otra vez un mundo abierto tremendamente explorable y con mucha verticalidad, aumentando además la escala. Y Adam Drucker, o DoseOne si lo prefieren, ‘solo’ pone la música, con su estilo de rap y hip-hop alternativo, que no podría complementar mejor al juego. Quizás a la gente le suene también de otros juegos indie, sobre todo por hacer la música del Enter the Gungeon. No creo que pille a nadie extrañado que algo tan sumamente especial venga publicado de manos de Devolver Digital.
El primer Sludge Life tenía alma de ‘algo más que un juego’, siendo justamente uno bastante elaborado. Durante un año estuvo gratuito, y muchos lo adquirimos así, aunque supongo que somos menos quienes lo hemos jugado. Volvió a ponerse gratis temporalmente tras el anuncio de esta secuela hace unos meses, y ahora vale unos pocos dineros en las rebajas de Steam. Sin duda, Vellman quiere que la gente conozca su obra.
Y la manera en la que nos adentramos en Sludge Life 2 es con Ghost tirado en el baño tras una noche de borrachera. Ahora es el manager del rapero Big Mud, cuya música se está usando para vender tabaco a espuertas. Precisamente, si odias la nicotina con todas tus fuerzas… quizás tengas algunos pequeños prejuicios con este juego…
El caso es que nadie sabe donde está el dichoso Big Mud y nos tocará buscarlo. El hotel inicial es el gran añadido a la desfavorecida zona que ya conocimos antes. Un edificio de generoso tamaño, lleno de recovecos, decadencia y fauna humana… o quasi-humana. Sludge Life 2 vuelve a ser una aventura bastante abierta en primera persona. Abierta en objetivos y cosas por hacer, sean útiles o no, y abierta en su estructura de juego de mundo abierto en primera persona.
A ver si me llego a explicar… Para quienes no hayan jugado al primer juego, esto se asemejaría a la saga Crackdown en libertad de movimiento horizontal y vertical. Plataformeamos hasta de cachos minúsculos de cornisa o delgados tubos de hierro. Saltando por todas partes y agarrándonos a cualquier saliente, recorremos un generoso mapa. Justamente al salir del hotel, tenemos el escenario de la castigada zona del primer juego, con cambios y añadidos. Aunque mi consejo es explorar el hotel bien para conseguir un par de cosillas que precisamente mejoran tanto la movilidad como la gestión de la verticalidad.
Sludge Life 2 sigue presentándonos un mundo deformado por la pobreza, la contaminación, la desidia, la rebeldía y esperanza ocasionales. Y lo sigue haciendo a través de una estética de dibujo animado chungo y deslustrado, que me trae inevitablemente a la cabeza ese pináculo de la animación occidental que es la serie Kevin Spencer de comienzos de este siglo. Lo pongo aquí mismo porque va unido, ya no es solo que el juego esté traducido al español -no hay voces, solo sonidos-, es que me parece un detalle genial que la rotulación y tipografía de muchos elementos del juego también lo estén, denotando cariño por la obra, y haciendo que la inmersión mejore más.
Este micromundo post-pre-apocalíptico está poblado por multitud de personajes y seres, dejando todo tipo de ángulos: política, arte, corrupción, corporativismo, ecologismo, estupidez, humor vitriólico… Creo que no termino de abarcar todo lo que ofrece su historia y situaciones si uso la palabra ‘caustico’. Pero no estamos ante un juego que busque moralizar. No carga tintas, no te señala con el dedo, y sin embargo conectas con él inevitablemente.
En su breve duración se concentra una grandísima cantidad de gameplay. La misión de búsqueda de Big Mud es solo el objetivo primario, no el todo de la aventura. Tenemos cantidades ingentes de investigación y objetivos, consiguiendo además diversos finales en función de nuestro hacer. De hecho, digo breve, pero en función de cada uno esto puede subir unas cuantas horas, sea porque algo se nos resiste, sea por el placer de seguir explorando y completando todo tipo de chorradas. Y nos vamos a picar muy mucho a completar el mayor número de grafitis, ya os dije que Ghost no se ha olvidado de su oficio.
No tenemos elementos de juego de acción, siendo muy estimulante estar saltando por todas partes, y agarrándonos como bichas a cualquier cosa. Sinceramente, ya me gustaría que juegos de mundo abierto de decenas de millones de euros consiguieran manejar el movimiento y la verticalidad como aquí.
Sin sentir Sludge Life 2 como un juego totalmente redondo en lo suyo, no aprecio tampoco ninguna arista que desbalancee el juego. Le puede pasar factura el usar el escenario del primer título, aunque se ha sabido dar unos giros y cambios para seguir siendo interesantes al volver a brincar sobre ellos y explorarlos. Mi única pega personal son bugs y problemas al jugar con gamepad. Sí, sí, yo juego en PC con pad, que pasa. Terry Vellmann está trabajando bien en eso, con varias actualizaciones estos días y las que llegarán, no es fácil conseguir una aventura tan abierta con un par de manos. Con teclado y ratón sí está mucho más afinado a la hora de gestionar algunos objetos e interacciones.
Como extraña despedida a un juego aún más extraño, traigo en el último párrafo a Smushi Come Home. Temáticamente uno es cazalla y el otro zarzaparrilla. Pero ambos juegos presentan escenarios abiertos, más en el caso de Sludge Life 2, una jugabilidad muy rica basada en las plataformas y la exploración desprovista de acción, y el poso de una muy buena experiencia, además de como han sido construidos por una única persona en cada caso. La madurez del mundo de los videojuegos independientes es formidable.