Eternal Strands es el primer juego de Yellow Brick Games, una desarrolladora afincada en Quebec y formada por veteranos de la industria entre los cuales se cuenta a Mike Laidlaw, el director creativo de las tres primeras entregas de Dragon Age que abandonó Bioware en 2017. Con Eternal Strands han tratado de perseguir numerosas corrientes de la industria que han sido tendencia en los últimos años. Hay un mundo vibrante y colorido lleno de personajes diversos, algunos de los cuales son animales antropomórficos. Hay la intención de contar una historia de fantasía para todos los públicos. Hay batallas épicas y escalada de colosos. Y hay también un sistema de combate que, aunque es un poco superficial, intenta innovar apostando por el uso de la magia de formas interesantes y novedosas.
Con toda esa mezcla de diferentes elementos por momentos me he sentido como si estuviera jugando a The Witcher, Fortnite, The Legend of Zelda: Breath of the Wild, Monster Hunter, Shadow of the Colossus o Fable. Ante semejante mezcla de mecánicas imagino que cualquier lector estará levantando la ceja, preguntándose cómo es posible empastar elementos tan diversos dentro de un mismo juego y conseguir que, aún así, este se sienta como un “todo” cohesionado, en vez de una simple suma de cosas que no encajan.
En Eternal Strands nos ponemos en la piel de Brynn, una joven y entusiasta Weaver -básicamente, una especie de maga-. Por desgracia, Brynn vive en uno de esos universos fantásticos sorprendentemente comunes en los que todo el mundo odia a los usuarios de magia. Se ha producido una gran calamidad mágica que básicamente ha acabado con la antigua prosperidad generada por los magos y hecho que todos los usuarios de magia sean ahora repudiados. Tras un breve prólogo, Brynn y su grupo de compañeros acaban, como resultado de una serie de eventos azarosos, dentro de la zona sellada en la que se originó la catástrofe. Tienen, por tanto, la oportunidad de poder empezar a investigar lo sucedido tiempo atrás, para lo cual deberán explorar este enorme mundo que hasta ahora había permanecido cerrado al exterior.
La premisa de la historia parecía interesante, aunque un poco cliché, pero, por desgracia, esta historia nunca acaba de desarrollarse correctamente, pues está sostenida por toneladas de dialogo intrascendente con el resto de personajes, los cuales podrán comunicarse desde la distancia con nosotros en cualquier momento a través de un dispositivo mágico. El problema es que estas comunicaciones son demasiado frecuentes y que estos personajes resultan bastante irritantes. La propia narrativa acaba desdibujada por culpa de estos diálogos y por una escritura que, sinceramente, no está a un nivel demasiado elevado.
Esto es una problemática que se puede extrapolar prácticamente a todos los elementos que componen Eternal Strands. Hay buenas ideas, hay grandes intenciones, pero la ejecución de esas ideas no acaba de estar a la altura de su ambición, producto quizá de los recursos limitados que han tenido los desarrolladores para poder sacar adelante el juego. Eternal Strands pone a la magia en el centro de su jugabilidad, intentando que no sea un simple componente del sistema de combate para convertirla en un elemento activo y dinámico a la hora de explorar el mundo de juego. Con frecuencia habrá caminos y lugares que no podremos alcanzar o que no podremos atravesar si no hacemos uso de nuestras habilidades mágicas y a ciencia cierta que en ocasiones hay veces en las que se nos invita a ser ingeniosos, pero con frecuencia eso nos lleva a puntos en los que la recompensa que se nos ofrece por haber llegado es escasa o nula.
El sistema de combate sufre del mismo modo. En las luchas contra los masillas el combate resulta caótico, irresponsivo y muy poco estimulante, pero brilla a gran nivel en los combates contra los grandes enemigos, como dragones o golems, que simulan las batallas contra los colosos de Shadow of the Colossus. Estas batallas resultan épicas, desafiantes y con frecuencia aportan sus propios gimmick que las mantienen interesantes, siendo, con diferencia, lo mejor del juego.
Es una pena que el camino para llegar a ellas esté trufado por las frustraciones que generan otros elementos del juego y por la desazón que se produce al comprobar que por cada idea buena existe como contraparte una idea no tan buena o una mala implementación de algo que podría haber funcionado mucho mejor. Hay mucho que disfrutar en Eternal Strands, pero ya os advierto de que el precio a pagar para llegar a esos momentos de disfrute no es uno que todo el mundo esté dispuesto a pagar.
Quizá a los desarrolladores les ha venido un poco grande tanta ambición. Con los recursos que tenían a su alcance es posible que hubieran tenido que intentar ofrecer una experiencia más centrada y limitada en lugar de querer abarcar tantos aspectos. En todo caso, su ambición es loable y Eternal Strands sale mejor parado de lo que parece en un principio. Eso sí, es justo señalar como última nota que, a pesar de venir traducido a seis idiomas, el juego no cuenta con el castellano como opción, en una ausencia que me parece importante sabiendo que parte de su público objetivo es un público familiar.