Una vez más, nos viene de rechupete que nuestro bienhallado viernes Retro se junte con un análisis. La gente quiere actualidad con forma retro más que otro artículo cubierto de naftalina y olor a cerrado ¿Verdad? La conjunción de astros hace que la primera compañía comercial de la historia de los videojuegos haya cumplido este 2022 nada menos que medio siglo. Un comienzo que vino de la mano de Pong, del que os recomiendo encarecidamente clickar en el enlace anterior para quien no conozca una rica historia que comenzó nada menos que en 1952 en un ordenador que ocupaba un piso entero. Y así me ahorro escribir un poco ¡Que demonios! Dejamos más espacio para hablar de como Atari Mania es un respetuoso homenaje, una divertida historia meta-referencial sobre la compañía y franquicias, y un videojuego ingenioso aunque con aristas. Acompañadnos a las oficinas de Atari a través de veinticinco juegos de la compañía, desde clásicos bien conocidos como Adventure o Millipede a otros ahora más olvidados, en situaciones donde nunca nos los hubiéramos imaginado.
Cualquier leyente que haya conocido la EGB, el ‘accidente’ de Sabrina Salermo el fin de año del 87, o la horrible nocilla de fresa, sabe sobradamente que la compañía que hoy detenta el nombre de Atari y sigue publicando juegos -una muestra también analizada por un servidor, el Pong Quest– nada tiene que ver actualmente con la compañía que Nolan Bushnell levantaría en torno a ese juego basado en el tenis de mesa de otra consola. Han sido unos cuantos bailes de compañías que han adquirido y renovado este insigne nombre, y diría que hasta título. Atari Mania ha sido programado por iLLOGICAL Studio, y Atari los envuelve en su ala.
El homenaje comienza con ese supervisor sin nombre que llega por la mañana a las oficinas de Atari, en lo que cree será otro día tranquilo, pero no estaría escribiendo esto si fuese así. Resulta que las plantas están llenas de píxeles muertos malvados con la voluntad de devorar y absorber todo, desde muebles hasta los pobres personajes clásicos de la compañía, como el vaquero de Outlast o el bichorcio de Millipede, en una especie de complot autodestructivo orquestado por otro de los personajes de la compañía. ¿Alguien ha dicho Rompe Ralph? Vamos a evitarlo, a ponerlo todo en orden, y hasta limpiar un poquillo, que por algo ese es nuestro trabajo.
El juego tiene dos partes bien diferenciadas: la parte aventurera controlando al supervisor en cada piso, que implica cumplir alguna tarea como limpiar el suelo, resolver algunos puzles sencillos, adquirir y usar objetos para seguir avanzando, y ya puestos, sacar carátulas y manuales de los juegos clásicos que conformarán el otro gran pilar jugable de Atari Mania.
Cuando encontremos algún amasijo de píxeles muertos malvados entramos en secciones de microjuegos y pura estructura Wario Ware o los Puzzle & Action de SEGA. Se nos presentan brevemente tres juegos de Atari que se hibridarán de forma loca e imposible a veces para dar lugar a retos de brevísima duración. Superarlos o fallar nos hace avanzar una casilla hasta ese amasijo de oscuros píxeles que hará de jefe, aunque al fallar perdemos una vida. Y cuando conseguimos llegar hasta el jefe, si fallamos perdemos una vida y volvemos a la casilla anterior, debiendo realizar otro microjuego, que puede costarnos otra vida al fallar, pero al menos avanzamos otra vez hacia el jefe. Esto ya puede ser algo enervante, aunque es uno de los puntales de esta frenético sistema.
Aunque se nos presenten tres juegos clásicos al tocar cada bicho pixelado, realmente los juegos anteriores también siguen ahí, y todo produce combinaciones entre títulos surreales en ocasiones. Combinar Breakout con Atari Circus, Pong con Outlaw, Asteroids con Millipede ¡Y MÁS! Reconozco desde aquí que no conocía todos los juegos, personajes y referencias que el juego te lanza en esos veinticinco clásicos seleccionados. Soy el mayor de la redacción de 33bits, pero se me escapan cosas, aunque Atari Mania me pica a intentar conocerlas. Gran parte proceden de la época dorada de la máquina en los hogares con la Atari VCS o Atari 2600, pero también lo anterior y algún arcade está presente.
El homenaje se redondea encontrando o desbloqueando las caratulas y manuales de instrucciones de los juegos que participan en la meta-historia, en las oficinas hablando con el supervisar y en esos rápidos y muchas veces desquiciantes micro-pruebas.
Si estos microjuegos son el gran leiv motiv del juego, también son su talón de Aquiles. El humor y el ingenio al hibridar títulos contrasta con lo mal resueltos que están a la hora de jugarlos. Hay más de 150 de estos microjuegos, y la idea es superarlos o aguantar al menos, durante el breve crono que tenemos en la parte de abajo de la pantalla, para ir avanzando hasta el jefe. No es necesario que sean el summun de la diversión, pero al tener que repetirlos -y creedme vais a repetirlos sus buenas veces- vemos que muchos no ya es que no sean especialmente divertidos, no tienen por qué serlo en sí, sino que directamente no están bien planteados, y hasta presentan problemas técnicos.
Un número mayor de estos microeventos de lo que me gustaría son juegos irritantes, poco estimulantes, caóticos, y que no hace mucha gracia repetir y repetir. Pero cuando ya se suman problemas de detección, falta de frames que afectan a la misma, problemas con las colisiones… ahí pasamos de la irritación al cabreo más sonado.
Pondría como ejemplo que condense todo esto el x*¡@-» jefe que combina Breakout, Circus Atari y Canyon Bomber, donde dependemos del rebote de la bola, de como abre camino en los ladrillos superiores, de como golpea los globos y lanza bombas, y de esquivar los zarpazos del jefe y esas bombas, so pena de que la bola se vaya al carajo ¡UN MALDITO ROMPEHOGARES!
Me parece una lástima no haber afinado mejor las clavijas, porque la parte en la oficina es bastante más que un hub o menú que manejamos caminando con el supervisor, con algunos caminos y secretos para darle pimienta, junto a los personajes y humor. Combinado con esos microjuegos se crea una estructura muy interesante que se desluce mucho por la falta de acierto en esos circuitos. Encima, al ir subiendo pisos en la oficina, los tramos hasta los jefes tendrán más casillas y nosotros menos vidas ¡Que bien! Y cuando veáis como desbloquear los manuales de instrucciones de los juegos vais a plantearos si no es mejor buscarlos por internet…
Añado en el platillo de las virtudes un logrado pixel-art para los momentos de oficina, y diseños divertidos en los hibridojuegos, junto a una música que se te queda pero bien en la cabeza. El tema central de la oficina ya es mi amigo para siempre.
Cerramos esto apelando al espectador español, aquí tenemos una buena nota, una nota por la que mataríamos en muchos exámenes, que te hacía volver a casa canturreando tras ese intrincado examen de matemáticas y recibir tu bocata de nocilla de fresa como recompensa. La moda del 70% como mínimo para aprobar algo es usana. Y Atari Mania merece vistazo y acercamiento, me parece genial como se ha sacado partido a franquicias que no llamarán tanto la atención como las de Nintendo, SEGA o CAPCOM. Es un interesante ejercicio de nostalgia, no es un juego muy largo además, y realmente con paciencia y pulso se terminan superando todos los obstáculos, aunque nuestros nervios queden como los grandes derrotados en esta guerra contra los píxeles muertos.
Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por UberStrategist