Este 2023 se han cumplido nada más y nada menos que veinte años desde la aparición del primer Call of Duty. Un juego que, creado por un equipo de nuevo cuño formado por antiguos desarrolladores de Medal of Honor Allied Assault, consiguió un rotundo éxito basándose en una formula infalible: una espectacular y divertida campaña repleta de acción y de épica ambientada en una Segunda Guerra Mundial que, por aquel entonces, era el trasfondo de moda para todo tipo de películas y videojuegos. A su vez, como no podía faltar en un juego de disparos en primera persona de la época, añadieron un modo multijugador que, aunque no era el plato fuerte, resultaba ser un estupendo complemento para el modo campaña.

Varios años más tarde, con el descomunal éxito de la reinvención que supuso Call of Duty 4: Modern Warfare, el multijugador online comenzó a cobrar cada vez más peso, sin que ello supusiera descuidar el modo para un jugador. De hecho se puede afirmar que en este periodo se publicaron algunas de las mejores campañas de la saga, con momentos y niveles que se han convertido en íconos del videojuego. Pero, con el paso del tiempo, la saga comenzó a estancarse y se hizo necesario experimentar, lo cual provocó que se añadieran cada vez más modos de juego en busca de la clave que consiguiera atrapar de nuevo a los jugadores y, a su vez, la calidad del producto final se resintió. Call of Duty se convirtió en sinónimo de irregularidad, mezclando entregas con campañas brillantes acompañadas por multijugadores anodinos y viceversa.

La aparición del fenómeno de los Battle Royale parecía que iba a ser el ultimo clavo en el ataúd de Call of Duty, hasta que sus creadores decidieron subirse al carro con Warzone, alcanzo nuevamente el éxito y devolviendo la saga a la primerísima linea. Desde ese momento, 2020, cada nueva entrega de Call of Duty ha pasado a tener tres pilares: un modo campaña, un modo multijugador con innumerables modos de juego y, por ultimo, una gran reinvención anual de Warzone, acompañado todo ello de una ingente cantidad de contenido periódico en forma de skins o nuevos mapas.

Este sistema, unido a la problemática del incremento en los tiempos de desarrollo que afronta la industria, ha debido de provocar un aumento importante de la presión a la que se encuentran sometidos los equipos de desarrollo encargados de mantener en funcionamiento la maquinaria de Call of Duty. La mayor cantidad de contenido a elaborar y los ajustados plazos que implican el tener que publicar un juego anual, por mucho que haya diversos equipos en rotación para ampliar el margen, son elementos que no conjugan bien. Solo teniendo en cuenta esta situación se puede llegar a entender lo ocurrido con este Call of Duty Modern Warfare III.

Han surgido en las últimas semanas diversos rumores, posteriormente desmentidos de forma parcial, sobre el plazo temporal y la dirección inicial del proyecto. Lo cierto es que, sin poder llegar a saber a ciencia cierta lo ocurrido, hay señales que parecen indicar que Sledgehammer Games ha tenido algunos problemas con el desarrollo de Call of Duty: Modern Warfare III. Vamos por partes.

El modo campaña, antaño plato principal de la experiencia COD, es quizá el principal damnificado de lo que sea que haya ocurrido durante el proceso de creación de este Call of Duty. A las campañas de Call of Duty se les puede criticar muchas cosas: duración, linealidad, Inteligencia Artificial limitada, poca innovación… Pero lo innegable es que prácticamente siempre han conseguido ofrecer una experiencia peliculera cargada de adrenalina, repleta de setpieces espectaculares que lograban ponernos el corazón a mil. Nada de eso existe en la campaña de Call of Duty: Modern Warfare III, pues se ha cambiado por completo el foco de tal forma que parece diseñada para parodiar a aquellos que criticaban las campañas anteriores.

Los mapas lineales, las setpieces y el ritmo medido al milímetro han dejado paso a enormes mapas abiertos por los que podemos movernos de forma libre y en los que podemos planificar como deseamos avanzar. El problema es que esto, que sobre el papel suena incluso bien, esta hecho con una desgana absoluta y durante la mayor parte de las misiones nuestro objetivo consistirá simplemente en avanzar desde el punto A hasta el punto B mientras tratamos de evitar a una IA que no ha sido adaptada a este cambio en el planteamiento de los niveles. El sigilo no funciona adecuadamente debido a la aleatoriedad de la IA a la hora de detectarnos y, para colmo de males, cuando somos detectados no es infrecuente que todos los enemigos del mapa, y quizá incluso más, se pongan en alerta y acabemos enfrentándonos a oleadas interminables sin nada que consiga aportar ritmo, variedad o espectacularidad. He llegado a finalizar algunos niveles simplemente corriendo hasta el punto marcado como objetivo para que al llegar saltase la cinemática final, ignorando por completo a las hordas de enemigos que me disparaban.

Parece que se ha intentado trasladar parte de la experiencia de Warzone al modo campaña, pero el resultado es deficiente y la duración escasa. Además, para colmo de males, la campaña queda totalmente abierta a continuación en un Modern Warfare IV y la historia tampoco es que suponga un avance espectacular con respecto a Modern Warfare II. Es casi con toda seguridad la peor campaña vista en los veinte años de la saga. Esto podría llevarnos a concluir que Modern Warfare III es un desastre, pero, por suerte, el multijugador aparece para salvar la función.

Si la campaña de Modern Warfare III está entre las peores de la saga hay que decir que su modo multijugador, por el contrario, consigue situarse entre los mejores de la saga y no es que para ello intente de reinventar la rueda como la campaña, de hecho todo lo contrario. El multijugador de Modern Warfare III en la práctica es un remake del modo multijugador del Modern Warfare 2 de 2009, aquel que estaba ausente en el relanzamiento que se hizo de este juego en 2020.

Se han reciclado los mapas y se han añadido aquí y allí pequeños retoques para adaptarlos, por lo que lucen fantásticos. Poco hay que decir de unos mapas pertenecientes a la época dorada de la saga y que, casi quince años después, siguen funcionando como un reloj. La sensación al mando, el apuntado y la velocidad de movimiento se han retocado también, ofreciendo un híbrido casi perfecto entre el frenetismo de las entregas clásicas y el enfoque ligeramente más táctico hacia el que ha virado la saga en alguna de sus últimas entregas. Es una delicia y un autentico caramelito para todos los seguidores veteranos, pero, al mismo tiempo, la experiencia se ha conseguido moldear y renovar para que también resulte atractiva para los recién llegados. Es más, el nuevo estilo de juego, con menor importancia de las ventajas de rachas, hace que los mapas se disfruten incluso más que en el juego original.

Esta adaptación a los nuevos tiempos ha traído también ciertos problemas inexistentes en 2009, como son las skins de pago. Resulta un tanto molesto que cada partida de un juego militar se encuentre plagada de Laras Croft, personajes de Diablo u otros extraídos de series, videojuegos o películas de diversa índole. No pasaría de ser una queja personal sobre lo mucho que esto me saca de la ambientación de no ser porque algunas de estas skins han afectado de forma importante al balance del juego. Infame resultaba la recién retirada skin de Gaia, la cual daba una ventaja enorme a su portador al facilitar que en algunos mapas se mimetizara con el escenario hasta el punto de resultar casi invisible.

La integración de todos los Call of Duty dentro de un mismo launcher que actué como plataforma unificada era también una petición constante por parte de los jugadores desde la aparición de Warzone y con Modern Warfare III se da un nuevo paso en ese sentido, pero la ejecución deja que desear. La interfaz resulta caótica, sin que quede muy claro donde está cada cosa y haciendo necesario atravesar demasiados submenus para llegar hasta funcionalidades básicas. Además, al menos en PlayStation 5, tampoco queda muy claro que paquetes de contenido son necesarios instalar para disfrutar de las diversas opciones de cada juego, lo cual lleva al gasto innecesario de espacio en el disco duro.

Call of Duty Modern Warfare III resulta, a falta de ver que nos trae la renovación de Warzone fijada para el próximo 6 de diciembre y el soporte durante las siguientes temporadas, un juego con grandes contrastes. El multijugador es divertidísimo, con mapas contrastados y una jugabilidad a prueba de bombas, pero se le puede achacar, y no sin razón, que recicla muchos elementos de juegos anteriores, mientras que la campaña resulta un fiasco sin paliativos. Personalmente puedo decir que hacia muchos años que no me enganchaba tanto a un juego de la saga, aunque es necesario que futuras entregas corrijan el rumbo tomado por la campaña a la vez que continúan ofreciendo un multijugador tan divertido, pero aportando mapas nuevos y apostando por un modelo de skins menos agresivo.