Con la publicación de su segundo y último contenido descargable de pago, Control, el último título de Remedy Entertainment se da por concluido, y de la mejor forma posible, con un crossover con otra de las icónicas obras del estudio, Alan Wake, y con una edición definitiva que reúne el juego base y todo el contenido descargable lanzado hasta la fecha. Además, dado el anuncio de una versión de Control Ultimate Edition para la nueva generación de consolas, todo poseedor de esta Ultimate Edition en PlayStation 4 y Xbox One, verán sus copias actualizadas a la versión de nueva generación sin coste adicional.

Pero si acabas de llegar a la Tierra desde Marte y no sabes de que estamos hablando, nos introduciremos de nuevo en Control, para que conozcamos de primera mano lo que nos espera en la Ultimate Edition. Remedy Entertainment volvió a la carga hace un año y Sam Lake hizo gala una vez más de su gusto por la ciencia ficción. Control no deja indiferente a nadie gracias a una de las historias más complejas que hemos visto durante los últimos años. Después de Alan Wake y Quantum Break, el estudio finlandés nos propuso explorar un misterioso complejo en el que nada es lo que parece, y en el que ni siquiera su protagonista, Jesse Faden —interpretada por la actriz Courtney Hope—, es capaz de explicar con palabras lo que ha visto. Nosotros tampoco, pero vamos a intentar hacer un esfuerzo para contároslo.

En la vida real es Courtney Hope, pero en el universo creado por Sam Lake es Jesse Faden. Una mujer que, sin saber muy bien por qué, es nombrada directora de la Agencia Federal de Control, un lugar al que llegó siguiendo la pista de su hermano, cuyo paradero es un auténtico enigma. El ostentoso edificio no solo abruma por su tamaño; además, impone porque parece respirar por sí mismo. Un entorno cambiante en el que nada es lo que parece. Para más inri, algo extraño parece haberse apoderado de sus paredes. Algo a lo que pronto comenzamos a llamar «Hiss», una especie de corrupción proveniente de otra dimensión.

No os vamos a arruinar ninguna de las muchas sorpresas que os esperan, pero podemos aseguraros que estamos ante una historia marca de la casa. De esas que no dejan indiferente a nadie; de esas que dejan huella. Porque no es fácil seguir la historia de Control si no se presta la atención pertinente y porque es el propio título el que juega con el jugador. Con una premisa tan particular arranca una trama repleta de incógnitas, que se desarrolla con buen ritmo conforme pasan las horas. El contenido descargable centrado en la historia también nos resolverá algunos interrogantes del juego original, como el destino de cierto personaje secundario en La Fundación, y la tímida conexión de Control con Alan Wake, y como esta última expansión, SMA, podría ser la vía al regreso de nuestro escritor fracasado preferido.

Control rompió con todo lo establecido en otros trabajos de Remedy. Atrás queda ese concepto lineal con sutiles contoneos con la libertad para apostar por una especie de metroidvania en el que poder explorar a nuestro gusto. Es por eso que desde el principio destacó el enfoque arcade y desenfadado del título a la hora de entrar en acción. Y es que, sorprendentemente, el control de Jesse es más propio que un título de plataformas que de un TPS al uso. Esprintamos de manera ilimitada, saltamos y trepamos cualquier superficie y hacemos uso de superpoderes para desplazarnos a gran velocidad sin tener que preocuparnos por el cansancio o los impactos con los numerosos elementos que adornan cada escenario.

El diseño de niveles cumple —sin alardes— con su propuesta y nos presenta una Agencia cuyo interior es complejo y variado. Tenemos muchas zonas para explorar libremente, aunque no todas están desbloqueadas desde el inicio y siempre hay secretos o localizaciones secundarias a las que solo podemos acceder una vez encontramos esa habilidad o ese objeto necesario para seguir avanzando. Las expansiones añaden sus propias zonas nuevas, solo accesibles hacía el final de la aventura -y en el caso de SMA, al finalizar esta-. En líneas generales, la experiencia no dista demasiado de lo que podemos encontrar en cualquiera de esos títulos que se autodefinen como metroidvania. Además, la inclusión del mapa no arruina el componente de exploración, ya que hay muchos lugares que solo encontramos si nos fijamos en las señales o indicadores del escenario.

La historia, cuya duración se sitúa en torno a las doce horas, es solo una parte del juego, ya que el conjunto está pensado para aprovechar su vasto mundo mediante misiones secundarias, contramedidas del consejo y alertas de la Agencia. Estos dos últimos elementos nos proponen acudir a lugares concretos para superar pequeños desafíos de acción o para hacer frente a hordas de enemigos, respectivamente, mientras que las misiones secundarias son mucho más interesantes; nos llevan a localizaciones opcionales e incluso nos permiten descubrir a nuevos personajes y jefes finales. Estos contenidos están bien integrados en el avance de la trama y en total nos ofrecen unas veinte horas de juego. Cada una de las expansiones añade en torno a tres horas adicionales, que pueden alargarse hasta cuatro si queremos desvelar todos sus secretos.

Jesse mejora sus aptitudes mediante el uso de puntos de habilidad, que se consiguen completando misiones secundarias, alertas de la Agencia y avanzando en la historia principal. Conforme desbloqueamos poderes y profundizamos en ellos con cada mejora, vamos adquiriendo nuevos huecos en los que podemos colocar módulos que nos permiten disfrutar de bonificaciones como valores adicionales de salud, energía u otras mejoras. Lo mismo sucede con las armas: mejoramos su potencial base y se abren ranuras para insertar complementos adicionales.

El espectáculo no se limita a las sensaciones a los mandos; también salta a la vista gracias a un impresionante sistema de destrucción de escenarios. Y es que destrozar estructuras, hacer saltar escombros por los aires o disfrutar de la cantidad de partículas y efectos en pantallas es una auténtica maravilla. Además, tanto el apartado visual como la dirección de arte se dieron la mano para ofrecer un conjunto capaz de cautivar al más pintado a través de la vista. Asimismo, también hay que decir que en consolas base, el título presentaba algún que otro problema técnico como ralentizaciones al girar la cámara demasiado rápido, texturas que no cargan con la inmediatez deseada e incluso algunos tirones cuando desplegamos el mapa en tiempo real.

Control es bastante divertido y no hay nada más importante que eso. El juego de Remedy Entertainment no estuvo exento de problemas como el polémico doblaje a nuestro idioma —en otros países no existe dicho problema— o algunos defectos técnicos que pueden volverse algo molestos en las consolas base. Sin embargo, la nueva apuesta de Sam Lake brillaba en todo lo demás: historia, dirección de arte, banda sonora y, por supuesto, jugabilidad. Y es que merece la pena darle una oportunidad, sobre todo con esta Ultimate Edition por el mero hecho de disfrutar destrozando enemigos y escenarios mediante el uso de las habilidades de Jesse, y por todo el contenido que añaden las expansiones, que además de presentar nuevas áreas y algún arma extra, profundiza en la trama de Control, y la une -o esperemos que inicie-, con la de un hipotético Alan Wake 2.

El tono arcade a los mandos le sienta de maravilla y es una auténtica gozada desplazarnos por el extenso mundo del juego mientras saltamos, nos deslizamos e incluso levitamos. Si no habéis jugado aún a Control, esta es la ocasión ideal para hacerlo de la mejor forma posible, y con el plus de la actualización a consolas de nueva generación.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por 505 Games