Si hay un nicho que todavía no ha sido explotado es el que combina dungeon crawler con gestión. Y da la casualidad que este año hemos tenido dos: Dave the Diver y Cuisineer. El padre de este género es Recettear: An Item Shop’s Tale, un juego japonés que salió en 2007 y que nos llegó a occidente en 2010. En este juego, debíamos ir a una mazmorra plagada de enemigos para farmear lo que luego venderíamos en nuestra tienda. Una década después, un estudio español llamado Digital Sun lanzó Moonlighter siguiendo la estela de Recettear. Volviendo a los lanzamientos de este año, hace unos meses pudimos disfrutar de la pesca submarina y el sushi con Dave the Diver. Cambiaba la idea de tienda por un restaurante y modernizaba algún sistema añadiendo minijuegos. Además, en vez de descender a una mazmorra, explorábamos el fondo submarino.

Cuisineer ha sido desarrollado por BattleBrew Productions, un equipo de once personas, que ha producido solo otro juego para móviles llamado BattleSky Brigade Tap Tap. En Cuisineer, encarnamos a Lichi, una joven cuyos padres se han ido de viaje por el mundo. Y no solo la han dejado en tierra, sino que además tiene que encargarse del negocio familiar: un pequeño restaurante. Para todavía más desgracia, a los pocos días de comenzar llegará Hacienda exigiendo una deuda que han dejado tus padres. Sin más remedio que apechugar, tocará adentrarse en mazmorras a recolectar ingredientes para cocinar.

Jugándonos la vida, nos aventuraremos bajo tierra en niveles generados aleatoriamente. Hay que decir que el juego es bastante más exigente que lo que su aspecto podría indicar. No será raro morir en alguna que otra incursión o incluso tener que regresar al poco para no perder lo que llevamos encima. En total hay 32 enemigos diferentes y cada uno tiene su propio patrón de ataques y suelta un ingrediente distinto. Estos enemigos se reparten entre las cuatro mazmorras que componen el juego. Mientras exploramos estos lugares encontraremos multitud de trampas que nos quitarán bastante vida. También podemos ser encerrados en arenas donde deberemos superar oleadas de enemigos, pero si salimos victoriosos obtendremos jugosas recompensas. Al llegar al piso más profundo nos esperará un jefe final, un desafío al que debemos ir muy bien preparados.

Una vez reunidos los ingredientes, podremos abrir el local. Empezarán a entrar clientes solicitando diferentes platos. Nosotros deberemos prepararlos bien en la olla, en la sartén o en el horno. No os agobiéis porque el sistema está demasiado simplificado a nuestro gusto. Solo podremos escoger el plato correcto a preparar y veremos una exclamación donde debamos hacerlo. Tras esperar un poco a que se cocine, deberemos servírselo al cliente. Cuando éste termine de comerlo, vendrá a pagar y se irá. Mecánicamente funciona bien y aunque se echa en manos algo de profundidad, según avanzas y amplias el local, empiezan a llegar demasiados clientes como para plantear algo más complejo.

En cuanto a la personalización, podremos decorar todo el restaurante a nuestro antojo. Tendremos a elegir entre cientos de paredes, suelos, plantas, lámparas, objetos decorativos,… Dependiendo que mobiliario utilicemos, atraeremos a un público o a otro, los cuáles nos pedirán platos diferentes. Para mejorar nuestras herramientas de trabajo tocará reunir madera y piedra, materiales que iremos recogiendo mientras vamos de aventura. Mejorar cada uno de ellos, nos permitirá cocinar más platos a la vez y de mayor categoría y por ende, de mayor precio. El dinero será fundamental para ir pagando las deudas que irán avanzando la trama y desbloqueando lugares y platos nuevos. Estos pagos, aunque son de grandes cantidades, no ejercen mucha presión ya que podemos pagarlos cuando queramos, sin fecha limite. La economía está bastante bien ajustada y nos costará bastante sudor reunir dinero y lo gastaremos con demasiada facilidad.

Las posibilidades que nos ofrecen la aldea son escasas. Podremos recibir misiones de los aldeanos que siempre serán o bien de llevarles ingredientes concretos o de cocinarles algo. Las recompensas, sin embargo, serán muy interesantes ya que nos desbloquearán nuevas recetas. Todas las imágenes de la comida son fabulosas y nos harán babear de hambre. También podremos comprar muebles, té de burbujas que hará las veces de pociones o mejorar nuestro equipamiento. No hay un sistema de amistad ni de romance como en otros juegos como Potion Permit o Stardew Valley. Algo que tienen en común el juego de Eric Barone y Cuisineer es el calendario. El paso de las estaciones modifica el aspecto del pueblo y cada ciertos días hay fechas señaladas. Entre estas podemos encontrar cumpleaños de los vecinos o días en los que un ingrediente va a estar más solicitado.

Lo más destacable del título es el diseño de sus personajes. Todos son carismáticos y tienen un estilo único que nos atrapa. Cada vez que voy a ver a Aliso, el carpintero, se me escapa una sonrisa porque no cabe en la pantalla.

El apartado técnico de Cuisineer es agridulce. En la versión que hemos jugado, las pantallas de carga eran abundantes y demasiado largas. Hemos encontrado algún crasheo muy ocasional al comienzo de la aventura. Pero obviando esos dos puntuales problemas, los gráficos 2D son muy coloridos y agradables. Los personajes tienen un muy buen diseño que los hace únicos, reconocibles y muy carismáticos. La banda sonora acompaña bien tanto los ratitos sirviendo platos como los espadazos, teniendo cada mazmorra su banda sonora distintiva. Cabe destacar también su localización. Si bien, la trama no es especialmente compleja ni los textos se han doblado, la traducción es muy correcta.