Cuando uno vislumbra un 7 tras una entrega de una longeva saga, suele tener reticencias a acercarse a ella por no saber en qué jardín se va a adentrar. Por fortuna para los ajenos a la franquicia, Disgaea 7: Vows of Virtueless posee una historia independiente y fresca que permitiría acercarse a los profanos ¿Quieres saber si este es el momento de subirse al carro?

En el lejano 1991 se fundó una compañía con el nombre de Prism Kikau, nombre que conservó por un relativamente corto periodo de tiempo antes de pasar a llamarse Nippon Ichi Software. Gracias a su división NIS America nos han ido llegando sus producciones, a pesar de ser, por lo general, destinadas a un público reducido en occidente. Y no podemos más que estar agradecidos que hayamos podido disfrutar en nuestro país de títulos y sagas de la calidad de Atelier, Ar Tonelico, Mana Khemia, Hyperdimension Neptunia, Etrian Odyssey, alguna entrega de la laberíntica saga que es Shin Megami Tensei, Ys, Danganronpa, Arcana Heart, The Legend of Heroes… y, por supuesto, la saga que nos ocupa, Disgaea.

Mucho ha llovido desde que la primer entrega vino a sorprendernos y divertirnos en 2003. Desde entonces y hasta ahora, múltiples plataformas han disfrutado de sus entregas, reediciones, recopilatorios y versiones con todos los extras, que no suelen ser pocos. También, como no podría ser de otra manera, se han ofrecido múltiples productos fuera del mundo del videojuego para que todos los ávidos consumidores puedan extender y disfrutar sus hilarantes historias en formato novela, manga y anime.

Lo primero que nos llamará la atención al comenzar Disgaea 7: Vows of the Virtueless,es la ambientación. En esta ocasión Fuji, el protagonista, se las verá en una versión del Netherworld representada como el Japón en la época feudal. No en vano, Fuji no es demonio cualquiera, sino un demonio samurai. Su aspiración es poco espiritual al comienzo del juego: ganar dinero y saldar deudas, momento en el cual entrará en juego la que será, a la postre, incansable compañera: Pirilika.

Pirilika es una apasionada del bushido y, lo que es más importante para Fuji, de buena familia y de envidiable posición económica, lo cual crea rápidamente una relación de mutua conveniencia mediante un contrato para que Fuji le haga a Pirilika las veces de guardaespaldas durante sus peripecias en Hinomoto, un lugar en Netherworld donde el código del bushido no significa nada y el honor no tiene cabida. A lo largo de la aventura, la historia tomará visos más «serios» en cuanto a la importancia de sus objetivos, que no en cuanto al tono, así como iremos añadiendo numerosos compañeros a nuestro grupo.

El desarrollo jugable no sorprenderá a los veteranos. Tendremos una base desde la cual acudir a diversos PNJs que nos proporcionarán diversos servicios, y desde donde podremos ir accediendo a las diversas fases o misiones que componen cada uno de los capítulos de la historia. Dicha historia irá avanzando mediante la resolución de combates tácticos entre nuestro grupo y los enemigos a batir, y conversaciones al más puro estilo novela visual con compañeros y PNJs que nos vayamos encontrando. No existe exploración del mundo y las opciones de evolución al subir de nivel, creación de personaje, así como en las batallas, serán bastante accesibles no solo para los aficionados a la saga sino al género en sí mismo.

Habrá, no obstante, alguna novedad como la posibilidad de convertirnos en gigantes y realizar ataques especiales, lo cual será requisito, de hecho, para poder conseguir ciertos tesoros encerrados en cofres igualmente gigantescos, y el Hell Mode que, tras este rimbombante nombre, esconde simplemente la posibilidad de utilizar para potenciar una de las armas especiales cuya búsqueda formará parte de la trama principal del juego.

En cuanto a la forma de conseguir recompensas extra tras las batallas, en esta ocasión se ha optado por un sistema de retos durante la batalla, que varían de forma aleatoria, y que implican que realicemos ciertas acciones específicas durante dicha batalla si queremos obtener las ventajas prometidas.

Y hablando de extras, en esta ocasión tendremos la opción de regresar a zonas que ya hayamos completado para encontrar nuevos cofres, llevar a cabo nuevas conversaciones o, y aquí viene lo más interesante, en algunas ocasiones, enfrentarnos a algunos personajes que nos retarán, lo cual nos permitirá reclutarlos en nuestras filas.

La gran mayoría de opciones que tendremos en la guarida serán de sobra conocidos por todos, y fáciles de dominar por los novatos en la saga. En diversos lugares de la misma podremos obtener objetos y mejoras para nuestros personajes y, como ya es tradición, podremos acudir a la Dark Assembly para requerir reencarnaciones de personajes o ventajas en los próximos combates así como nuevos modos de juego, por ejemplo. Tras ello asistiremos a la reñida votación, reñida además mediante un combate de sumo en el cual no participaremos más que como espectadores, antes de finalmente obtener un veredicto de aprobación o rechazo.

Visualmente la saga ha recibido pocas actualizaciones a lo largo de esos veinte años. Tras los sprites clásicos en PlayStation 2 que pasaron a ser en alta definición en PlayStation 3, nos encontramos actualmente con la segunda entrega que utiliza un motor 3D principalmente, relegando la presencia del 2D solamente a los diálogos. Y si bien el aspecto 3D es bastante básico y sencillo, así como los escenarios en los que deberemos combatir, el juego adolece, al igual que la anterior entrega, de tener un motor poco optimizado en este aspecto. Por la naturaleza del juego no notaremos problemas técnicos pero lo cierto es que, al igual que en Disgaea 6: Defiance of Destiny, los requisitos son demasiado elevados para lo que se muestra en pantalla.

En cuanto al sonido, tendremos una banda sonora bastante interesante compuesta por temas conocidos de la saga y otros nuevos que mantendrán el espíritu de Disgaea pero con toques que intentan encajar mejor con la ambientación feudal del juego. Hay que destacar también el hecho de que, aunque el doblaje es muy correcto, tendremos que escoger entre japonés e inglés, quedando como es habitual sin voces en castellano ni tampoco ningún tipo de traducción de textos.

En definitiva, Disgaea 7: Vows of the Virtueless, nos ofrece lo que viene siendo habitual en la saga. El aspecto técnico viene heredado de la anterior entrega y presumimos que seguirá así durante mucho tiempo, visualmente agradable aunque sin alardes, música adecuada, historia llena de humor y una cantidad ingente de opciones con las que familiarizarse y personalizar nuestra experiencia de juego.