Cuesta creer que una franquicia tan lejana y antigua como DOOM siga siendo un superventas casi 30 años después de su creación. Cuando unos jovencísimos John Romero y John Carmack le dieron vida a un nuevo juego que tenían en mente, marcaron un antes y un después en la historia de los videojuegos, no solo creando una auténtica obra maestra recordada por todos, sino también un nuevo género que a día de hoy sigue siendo de los más populares del mundo. La última entrega de DOOM lanzada en 2016 supuso un regreso espectacular de una franquicia en horas bajas, pero DOOM Eternal viene para reclamar su trono y ya lo creo que lo consigue.
Y es que este DOOM Eternal vuelve a sus raíces de una de las mejores maneras posibles, tomando todos los elementos que lo hicieron grande y adaptándolos a los tiempos actuales: jugabilidad frenética, exploración y ante todo, mucho, mucho gore.
La historia se traslada a un tiempo después de la última entrega de 2016: volvemos a controlar al Doom Slayer -o Doomguy para algunos, aunque no está claro que sean la misma persona-, un marine espacial con poderes sobrenaturales y un enorme arsenal de armas que debe enfrentarse a las fuerzas del infierno. En esta ocasión, el portal al infierno se ha abierto en La Tierra y la mayoría del planeta ha sido invadido por demonios y otros seres infernales. El Doom Slayer debe encontrar a los tres sacerdotes responsables y acabar con ellos para devolverle la libertad a su gente y cerrar la puerta del mundo sobrenatural.
Tomando como base las mecánicas del juego anterior, los combates no podrían ser más adrenalínicos y dinámicos. Literalmente nos veremos envueltos en masacres con una jugabilidad que parece heredada directamente de la saga Serious Sam. Esto significa que los enemigos nos vendrán por todos lados con todo su arsenal y más vale moverse sin parar, porque literalmente quedarse quieto un solo segundo puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Así de frenético es DOOM.
El gunplay no podría ser más efectivo y satisfactorio, es una auténtica gozada disparar y reventar a todo bicho viviente a base de escopetazos, explosiones y puñetazo limpio. Podremos matar a los enemigos de cualquier manera, pero cada especie enemiga suele ser débil ante un tipo de arma o acción concreta, por lo que conviene aprovechar esa ventaja para quitárnoslos de encima cuanto antes y no dejar que se acumulen -cosa que vamos a agradecer mucho-.
Al final, los encuentros con los enemigos se acaban convirtiendo en una especie de «coreografía» macabra en la que estaremos cambiando de arma constantemente para eliminar a cada enemigo, el propio juego nos fuerza a utilizar todos los recursos que tengamos a mano, lo que nos evita acomodarnos en el uso de una misma arma favorita. Esto no es necesariamente algo malo, de hecho ya digo que los combates no dejan de ser extremadamente divertidos y satisfactorios a pesar de esto, pero sí es cierto que le resta un poco de gracia el tener que atenernos a las normas impuestas por el juego en lugar de darte libertad para hacer las cosas como cada uno quiera.
Hay tres tipos de acciones básicas y fundamentales en los encuentros con los enemigos que nos van a salvar la vida. El primero son las ejecuciones normales, lo que hará que los enemigos suelten salud para recuperar nuestra barra de vida, el segundo son las ejecuciones de motosierra, lo que nos proporcionará munición para rellenar nuestras armas, y finalmente el último son los ataques de lanzallamas, lo que hará que recuperemos armadura. Estos tres ataques son totalmente necesarios y el juego nos fuerza a utilizarlos en todo momento, todos los encuentros han sido diseñados con esto en mente de manera que tenemos que hacer un uso obligatorio de estos ataques para no quedarnos vendidos en medio de la lucha. Esto puede suponer una pequeña decepción a veces, ya que cuando más cómodos nos encontramos aniquilando enemigos a placer, nos quedaremos sin munición o sin salud -y por desgracia ambas se agotan fácilmente- y nos obligará a cortar nuestro ritmo para tener que hacer estas ejecuciones, más por imposición que por gusto, pero es verdad que cuanto llevemos un buen rato aprenderemos a ir administrando estas ejecuciones y nos saldrá de forma natural.
A pesar de tomar como base el anterior juego, nos vamos a encontrar con nuevas mecánicas añadidas que van a redefinir el gameplay. Una de ellas es la carrera -o el dash-, una aceleración rápida que nos permite esquivar ataques enemigos y acercarnos rápidamente a lugares, al igual que poder desplazarnos por el aire para alcanzar sitios lejanos, lo que ofrecen más diversidad a los encuentros. Otro de ellos es el gancho, que nos permite apuntar a cualquier enemigo y desplazarnos hasta él de manera rápida, aunque por desgracia esta última mecánica no se aprovecha para nada en el recorrido de los niveles.
Hemos hablado largo y tendido del combate, ¿pero ofrece algo más? por supuesto: exploración de niveles y plataformeo, que no todo va a ser pegar tiros. A pesar de que el diseño de niveles es bastante lineal, estos tramos de recorrido entre arena y arena suponen un momento de respiro para desconectar un poco de tanta lucha. No penséis que por ser lineales no hay nada que hacer en ellos, porque a medida que avancemos iremos encontrando salas secretas que nos obligará a estar atentos a paredes rompibles o plataformas que no se ven a simple vista a través de las cuales acceder a estos coleccionables, y os aseguro que algunos nos van a tener dándole al coco un buen rato.
Estos secretos, además de incluir coleccionables estéticos y archivos multimedia, también nos ofrecerán puntos de mejora para nuestras armas o el traje con los que poder pegarle un buen upgrade a nuestras habilidades. Otra forma de conseguir estas mejoras será completando rondas de combates o cumpliendo desafíos de armas, en los que tendremos que hacer acciones como matar a cierto número de enemigos con X arma o conseguir una determinada cantidad de secretos. Lo cierto es que en ese sentido el juego se mantiene en alza en todo momento, hasta casi el final de la historia seguiremos consiguiendo nuevas armas y habilidades, lo que evita la sensación de estancamiento y no progresión.
Entre nivel y nivel, la mayoría de veces nos teletransportaremos directamente a la Fortaleza del destino, una especie de centro de mando donde vive nuestro silencioso protagonista. Desde este sitio podremos acceder a cualquier nivel del juego, así como ver la galería de coleccionables o conseguir otros secretos extra. No deja de ser una curiosidad para establecer una estructura más marcada en cuanto al desarrollo de la trama, pero la verdad es que se agradece su inclusión, pues si la recorremos bien veremos que es un auténtico homenaje a Id Software y su obra.
Al igual que ocurrió con la anterior entrega, se ha incluido un modo multijugador online que complemente al modo campaña. En esta ocasión se ha prescindido del habitual Deathmatch -según la propia Id Software, «es un formato de juego demasiado viejo»– pero en su lugar lo sustituye por un nuevo y original modo llamado Battlemode. En este modo de tres jugadores a la vez, uno de los jugadores encarnará al Doom Slayer mientras que los otros dos se pondrán en la piel de dos demonios del infierno como los que vemos en el modo historia. El Doom slayer podrá utilizar todo su repertorio de armas totalmente desbloqueadas y mejoradas, mientras que los demonios podrán utilizar sus habilidades especiales e invocar a otros demonios de menor rango. Gana la partida quien consiga ganar tres rondas. Por ahora es el único modo disponibles, se desconoce si habrá más en el futuro pero en principio no parece ser así.
Pasando al apartado audiovisual, es cierto que a nivel gráfico no ha supuesto un gran salto respecto a la entrega de 2016, de hecho es bastante similar, pero eso no quita que siga siendo impresionante. No solo está tremendamente trabajado en cuanto a la estructura de los niveles, sino también en la ambientación y el estilo visual, con zonas y niveles capaz de dejarnos con la boca abierta y representar fielmente esa sensación del infierno en la tierra. En cuanto a sonido tenemos otro de los apartados más elaborados del juego, con una espectacular banda sonora compuesta por el gran Mick Gordon, con una fusión de death metal con toques de electrónica que no le podría sentar mejor al juego. Los efectos de sonido se encuentran totalmente al servicio de la ambientación, sin los sonidos de los disparos, órganos siendo machacados y salpicaduras de sangre el juego perdería muchísimo, sin duda un trabajo excelente.
La duración del juego es sorprendente, no solo en cuanto al modo campaña con sus más de 20 horas, sino también por la enorme rejugabilidad que tiene en todas las dificultades y desafíos secretos. Para alargar aún más la duración, se ha incluido una especie de «pase de batalla» gratuito en el que cada cierto tiempo irán apareciendo retos que podremos completar jugando al resto de modos, lo que nos permitirá ir consiguiendo puntos de experiencia con los que conseguir nuevas recompensas como skins exclusivos para armas y personajes o nuevos coleccionables. Habrá gente que esté en contra de este tipo de cosas, pero al ser gratuito y opcional no hace daño a nadie.
Modificando un poco la frase del escritor J.G Ballard tras ver Mad Max 2, DOOM Eternal es la capilla Sixtina de los juegos de acción, una auténtica obra maestra con muy pocos fallos en su historial. Id Software revolucionó el mundo de los videojuegos con la primera entrega de DOOM y lo vuelve a hacer varias décadas después con la misma franquicia, creando el mejor shooter de la generación y casi diría que de la década. Estamos ante un auténtico imprescindible, una obra tan grande y espectacular que difícilmente volveremos a ver algo igual.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Ziran