Hace un par de décadas, ser el malo en un videojuego no había llegado aún a ser una moda ni estaba normalizado. Antes de generaciones copadas por clones de juegos en los que llevamos a pandilleros o mafiosos, donde incluso los juegos más violentos y aclamados como Doom o Quake nos ponían en la piel de un héroe que venía a salvar el mundo o a vengar a su familia, los aficionados al mundillo teníamos algún ejemplo de antihéroe, gamberro o villano, sobre todo refugiado en el humor y el sarcasmo, que acogíamos como un soplo de aire fresco no por su inexistencia sino por ser aún poco habituales.

No olvidaremos el año 1997, que se nos grabó a fuego por el nacimiento de sagas como Grand Theft Auto, Carmageddon o Dungeon Keeper. Para este último ejemplo, Peter Molyneux, que gozaba de gran fama por entonces tras la creación de grandes títulos como Populous -1987-, Powermonger -1990-, Syndicate -1993-, Theme Park -1994- o Hi-Octane -1995- entre otros, antes de la fundación de LionHead Studios, de los Black & White -2001- y Fable -2004-, antes de Microsoft y su caída, puso la guinda a su pertenencia a la antigua compañía que también cofundó, Bullfrog, con el lanzamiento de la última saga de éxito que publicó bajo dicho sello, el mencionado Dungeon Keeper.

Y no, no os habéis equivocado de análisis, aunque lo parezca. Es que hablar de la saga Dungeons es pensar, inevitablemente y de forma bastante descarada, en la saga que vio la luz en 1997, que tuvo una secuela pero que, por fortuna o por desgracia, vio cancelar la tercera entrega estando ya en desarrollo al parecer porque EA, que adquirió Bullfrog en su momento, consideraba más interesante invertir en licencias de películas como Harry Potter y El Señor de los Anillos antes de asumir lo que parecían considerar un riesgo, invirtiendo en lanzar la tercera entrega.

Pero por fortuna para todos los amantes de aquel divertido juego, años más tarde, concretamente en 2011, Realmforge Studios –Patrician IV, Dungeons– tuvo a bien recoger aquel espíritu y traérnoslo al presente con un juego que bebía con descaro y sin pudor de aquella saga no continuada, trayéndonos lo que podría ser perfectamente entregas actualizadas de la misma. No es una exageración, cualquiera que disfrutara las entregas de Bullfrog podrá dar fe de ello.

El lanzamiento original de la tercera entrega, la que nos ocupa, tuvo lugar hace ya casi 3 años, el 13 de Octubre de 2017. Durante todo este tiempo ha ido apareciendo distinto contenido adicional, ofreciéndonos nuevas campañas temáticas con títulos muy descriptivos que gozan de cierta ironía y homenaje a otras obras. Concretamente nos encontraremos con Once Upon a Time, Evil of the Caribbean, Clash of Gods, An Unexpected DLC, Famous Last Words y A Multitude of Maps, cuyas referencias seguro que habéis captado fácilmente.

Esto, añadido a todas las misiones posibles en el juego base, nos ofrecerán una cantidad de horas de juego nada desdeñables y, aunque puede resultar que incluso se alargue demasiado porque tampoco se hace gala de una gran variedad de situaciones. El hecho de que este tipo de juego con esta ambientación no esté sobreexplotado y lleno de clones, como sí ha ocurrido con alguna otra saga nacida ese mismo 1997, hace que abracemos todas esas horas con los brazos abiertos. ¿Pero qué nos ofrece jugablemente el título?

En Dungeons 3 tendremos dos vertientes de juego integradas perfectamente pero claramente diferenciadas. Por un lado, tendremos la tradicional gestión de la mazmorra que se dará en el subsuelo. Aquí deberemos conseguir los recursos necesarios, crear las unidades pertinentes y construir las dependencias que más nos convengan, así como instalar trampas y demás para acabar con los héroes que vengan buscando pelea. Todo en una suerte de tower defense bastante original con la intención de defender nuestro núcleo. Aquí no actuaremos directamente sobre las unidades, sino que encarnaremos al propio Mal. Podremos coger a una unidad y llevarla allá donde la necesitemos, e incluso sacudirle para que trabaje más rápido, pero no los controlaremos, teniendo un toque de godgame también. En esta ocasión, además, tendremos acceso a un árbol de habilidades donde podremos ir desbloqueando dichas mejoras en nuestro avance, así como investigar la biblioteca que nos dará acceso a otras nuevas más avanzadas.

Sin embargo, en la superficie, todo cambia de forma radical, al punto que pareciese que estamos ante otro juego. En esta localización nos encontraremos ante un juego de estilo de estrategia en tiempo real o RTS donde manejaremos directamente las unidades y tendremos diversos tipos de misiones, sin salirnos de lo típico en el género, como de ataque y conquista, escolta, bloquear una zona o sigilo.

Es en la superficie, sobre todo, donde cobrará más importancia la historia de un personaje, Thalya, una elfa oscura con doble personalidad que tendrá encontrados debates con su «ángel» y su «demonio» interior, en una suerte de diálogos no exentos de humor, característica que también posee el «narrador» que se encarga de los comentarios ácidos en el subsuelo y de romper la 4ª pared.

Ambas partes del juego están bien diseñadas, aunque donde Dungeons 3 brilla más es, lógicamente, en aquella que más desarrollo tiene y menos alternativas en el mercado actual del videojuego, es decir, en la vertiente del inframundo. En ambos casos, eso sí, nos persigue una sensación de estar jugando un juego de hace un par de décadas, al viejo estilo, como ocurre con muchos desarrollos actuales, indies o de grandes compañías, que buscan ese tipo de sensaciones, lo cual puede agradar a unos y disgustar a otros, y en nuestro caso creemos que es un valor añadido para un título como este.

En un caso como este, en que un título claramente pensado para controlar con teclado y ratón se porta a consolas, es un aspecto que genera cierta preocupación por la complejidad, en ciertos casos, de adaptar el control a un pad. Podemos decir que por un lado ayuda que la interfaz sea fácilmente comprensible sin recargar la pantalla en exceso, aunque para obtener cierta información debamos a menudo navegar por los menús. Y se nota un esfuerzo en la adaptación al pad, pero la cantidad de opciones navega en sentido opuesto a la facilidad de control y velocidad del mismo. Se nota cuando un videojuego de este estilo está pensado para videoconsolas y luego portado al Pc o cuando se ha hecho al revés, aunque se haya intentado tener en cuenta a las consolas desde el comienzo. Desde aquí aprovechamos para reivindicar la opción de teclado+ratón que ya es posible en consolas, pero pocos títulos aprovechan, y en algunos como este serían un aliciente que vale la pena valorar por parte de las desarrolladoras. A día de hoy, al menos en la versión de XBOX One que es la que hemos podido probar, dicha opción no es posible.

Los modos multijugador existen, pero no brillan especialmente, siendo Dungeons 3 Complete Collection un título más enfocado al jugador solitario, y que tiene dichos modos multijugador como un añadido interesante pero que tampoco hará que nos decidamos por este juego por dichos modos.

Desde el punto de vista técnico, visualmente es atractivo gracias a su diseño artístico, pero no destaca especialmente en cuanto a modelados, texturas o iluminación. Sin embargo, cabe destacar el apartado sonoro tanto por la elección cambiante de piezas entre ambos modos de jugar como por el excelente doblaje al castellano que se ha realizado, permitiendo a todos los jugadores hispanohablantes disfrutar sin barreras de los comentarios de Thalys o el narrador.

Concluyendo, Dungeons 3 Complete Collection nos trae de nuevo el sabor de aquella saga nacida en 1997, con ciertos añadidos, pero sin arriesgar demasiado, sin florituras técnicas, pero con un aspecto cuidado y pulido, y nos permitirá seguir disfrutando de la saga con todo el contenido por DLC y dejándonos solo el sabor agrio de no haber posibilitado, en este título, la opción de controlar con teclado+ratón en consola.

 


Este análisis se ha realizado con un código cedido por Kalypso Media