Vivancos 3 (Si gusta haremos las dos primeras) era el título de una mala película del actor, presentador, escritor y humorista El Gran Wyoming. Lógicamente este subproducto cinematográfico no tiene relación alguna con Goat Simulator 3, salvo en la casualidad del chiste en el título, pues al igual que no existe una primera y segunda parte de Vivancos -se ve que no gustó- tampoco existe una segunda parte de Goat Simulator. Los chicos de Coffee Stain North ya nos dejan claro desde el mismo título lo que nos espera dentro del juego, risas, chistes, situaciones caóticas y absurdas, y mucho, mucho cachondeo. Si conocéis Goat Simulator o sus varias expansiones tampoco os podréis esperar menos, aunque Goat Simulator 3 se presenta como un sandbox mucho mejor estructurado que los anteriores productos de la franquicia.

Goat Simulator comenzó como una broma interna del estudio Coffee Stain Studios que llamó la atención de la comunidad de jugadores y acabó convirtiéndose en una realidad. Un simulador de cabra y de hacer el cabra, según se mire, es una idea tan descabellada como divertida, y por ello la franquicia acabó pasando por varios sistemas como PC, Xbox 360, Xbox One, PlayStation 3, PlayStation 4, smartphones y Nintendo Switch, y recibiendo varias expansiones a cada cual más loca. Pero mientras el juego original presentaba un mapeado donde cometer locuras sin un desarrollo claro, la secuela que nos ocupa ha mejorado dándonos un desarrollo basado en misiones y una historia sobre una secta diabólica dirigida por nuestra cabra, toda una locura.

Comenzamos referenciando a Skyrim con un comienzo similar -el juego parodia continuamente otros videojuegos, películas o elementos de la cultura pop- y enseguida tendremos el control de nuestra cabra para poder viajar libremente por el extenso mapeado -bastante más grande que el del primer juego- lamiendo, golpeando, saltando o balando sobre todo lo que queramos o quien queramos para conseguir interacciones de lo más ridículas y caóticas. Y no solo por la situación de manejar una cabra -que ya de sí es raro-, sino por las físicas del juego que provocan que cualquier acción pueda acabar siendo una locura, y todo pueda saltar por los aires o tener resultados muy inesperados sin ningún esfuerzo o por casualidad.

Hay que reconocer que lo más divertido es vagar por el mapa desatando el caos mientras buscamos ciertos coleccionables o cumplimos retos -llamados Instintos-, tendremos un objetivo que alcanzaremos cumpliendo las misiones que nos propongan para conseguir subir el nivel de nuestros Rangos Illuminati y poder mejorar nuestro castillo de la cabra, la sede de nuestro culto del mal. Estas misiones la mayor parte del tiempo se afrontan como minijuegos -de los que no tendremos mucha información y deberemos observar la situación para comprender que hacer o intentar la primera locura que se nos ocurra-, aunque también tendremos misiones de recadero y otras misiones bastante repetitivas -que parecen puestas a propósito para reírse del jugador-.

Este modo historia lleno de locuras nos podrá durar entre 6 y 7 horas, algunas más si vamos a por todos los coleccionables, y todas las misiones. Muchas veces recibiremos de recompensa objetos realmente impensables, nuevas apariencias -algunas con nuevas habilidades incluidas- y podremos desbloquear nuevos animales que manejar, estos con sus propias características y físicas que aunque no cambian mucho el juego, pero se agradece la variedad. Aunque en principio parezca que hay montones de cosas que hacer en cada cuadrante del mapeado -con torres que desvelan las actividades en el mapa al más puro estilo Assassin’s Creed o Far Cry-, muchas de las misiones y situaciones se acabarán repitiendo más de lo que nos gustaría.

La mayor novedad de Goat Simulator 3 es el multijugador para hasta 4 jugadores, tanto local como online -solo con amigos-. En este caso hasta 4 cabras sembrarán el caos por todo el mapeado, y podrán ir haciendo misiones de la trama principal por su cuenta, con lo que avanzaremos mucho más rápido, o también podrán molestarse unas a otras impidiendo que algún jugador pueda realizar la misión que tenga en ese momento entre manos, lo que se prefiera. Lo que sí hay son algunas pruebas competitivas del estilo el rey de la colina o el suelo es lava que añadirán buenos piques al modo multijugador.

Precisamente el apartado audiovisual y el rendimiento es lo que más se le puede echar en cara a Goat Simulator 3. La palabra es genérico, todo lo que vemos en pantalla nos parece súper genérico y falto de personalidad. No es algo insalvable, ya que la premisa del título es hacer locuras y para ello un escenario bien detallado pero tan impersonal vale perfectamente, incluso puede que el diseño genérico sea parte de la sátira del estudio. Lo que sí que no deja dudas es que Coffee Stain North tiene que pulir más el rendimiento y los bugs de este título. Aunque el juego es estable la mayor parte del tiempo -60 frames por segundo-, en ocasiones sufriremos caídas acentuadas, que vamos a notar seguro. Y por supuesto con un motor de físicas tan «loco» el clipping es abundante.

Goat Simulator 3 es un juego tan gamberro como el primero, incluso más. Más grande, más loco, más posibilidades de desatar el caos, y de paso una crítica del estudio a los tan manidos mundos abiertos, tan de moda en estos días, aunque curiosamente el juego acaba pecando de los mismos problemas de otros títulos y no todos los jugadores entenderán la obligación de realizar alguna misión super tediosa como parte de una parodia al género. El punto fuerte además de la locura y caos que desprende el título es el modo multijugador, donde la diversión se multiplica, y la parte más floja la pone el rendimiento y los bugs, aunque estos podrían ser subsanables con algunas actualizaciones. Si os gustó el primero, este es vuestro juego. Si os gusta hacer el cabra, este es vuestro juego. Y si simplemente queréis echar unas risas, pues también es vuestro juego.

 


Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION