Todos conocemos la mitología que rodea a los superhéroes. Unos seres con cualidades casi divinas que son enviados a la civilización para salvarla de sí misma, y de amenazas externas. Megaton Rainfall pretende ser una especie de simulador tremendamente ambicioso de las facetas más activas de este tipo de personajes, y llegando a un resultado francamente interesante al que sólo le ha limitado lo inabarcable de su propuesta.

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Reescribiendo al hombre de acero

Megaton Rainfall abre con una charla a través de un cubo, que dice ser nuestro padre y que nos ha enviado la Tierra para proteger a sus habitantes de unos invasores. En claro símil con el superhéroe más famoso de todos los tiempos, tendremos unas capacidades sobrecualificadas para la tarea impuesta.

En esencia, nuestro personaje es indestructible, inmortal, y con un poder que crece según avanzamos en las primeras misiones, pudiendo volar, lanzar esferas de energía, o incluso parar el tiempo. De aquí que la principal limitación a nuestras acciones no sea una barra de vida, pues sería algo incoherente y que hemos visto en infinidad de juegos, sino que esa barra indique los daños colaterales que generamos. Si erramos nuestros ataques, gente inocente morirá, y si muere demasiada, ¿a quién estamos protegiendo?

La destrucción de todo puede ser nuestro fracaso

Encuentros en la tercera fase

En Megaton Rainfall nuestros enemigos son invasores extraterrestres que, a lo largo de nueve misiones que escalarán en dificultad y magnitud de los daños – la última misión os recordará a la segunda entrega de los Vengadores en el cine, no digo más – tratarán de erradicar a la humanidad. Para ello, se nos presentarán numerosas variedades de naves invasoras, con distintos patrones de ataque y distintos puntos débiles, que harán que la mecánica no se vuelva repetitiva a lo largo de toda la experiencia.

Durante los combates, llegaran naves poco a poco a nuestro punto de misión, y debemos evitar que masacren a la población. Esto se dará en ciudades situadas a lo largo del mapa. ¿Y qué mapa es ese? Bueno, pues la totalidad del planeta Tierra.

Toda la superficie terrestre es visitable, sin embargo, es un mapa tan amplio que es imposible darle un diseño dedicado, de forma que sólo estarán presentes unas cuantas ciudades importantes en cada región, siendo el caso más cercano a nosotros el ejemplo perfecto, pues apenas están presentes Madrid, Barcelona, y un par de ciudades más de toda España, siendo apenas reconocibles, pues todos los edificios y calles son generados de forma procedural, con algunos de los monumentos y la posición geográfica de la ciudad como únicas claves para su identificación.

Siguiendo con el tema de las ciudades, todos y cada uno de sus edificios, incluidos los monumentos, son completamente destructibles, hasta el punto de que, con uno de nuestros poderes, podremos destruir el planeta por completo si así lo deseamos, a cambio de tener que cargar el último punto de control, por supuesto.

Quieren destruir a la humanidad. Nosotros estamos en medio.

La infinidad del cosmos a tu alcance

Como decíamos al principio, Megaton Rainfall toma como referencia la idea del superhéroe, y en concreto, Superman. Todo aquel que sea un ávido lector de tebeos sabe que en las historias de este tipo de personajes, no solo nos encontramos con dilemas humanos y enfrentamientos de pura violencia contra invasores y tiranos. Una parte importante del mundo del cómic de superhéroes es la construcción del propio universo en el que tienen lugar, dando historias de índole metafísica, sobre la creación, la presencia de deidades, universos paralelos, multiversos contenidos en otros multiversos, y un sinfín de conceptos que sirven para dar una jerarquía cósmica.

Megaton Rainfall toma este mismo concepto, y la mitad de su desarrollo consiste en abordarlo. Al completar una de las primeras misiones, nuestra capacidad de vuelo se verá multiplicada, de ir a velocidades superiores al sonido pasaremos a alcanzar velocidades billones de veces superiores a la luz, y, tras un ligero tour por nuestro sistema solar, tendremos libertad absoluta para recorrer el universo y encontrar sus secretos en unos monolitos brillantes que nos recordarán a 2001: Una Odisea en el Espacio.

Siete monolitos como este se reparten por todo el universo. Deberemos encontrarlos.

El aspecto gris de esta absoluta libertad es que la desarrolladora se cubre rápido las espaldas, y nos dejan claro desde un primer momento que en este universo sólo hay dos formas de vida inteligente, los terrícolas y los invasores. Todo planeta, toda luna que visitemos, será un yermo sin vida. Esto no es del todo negativo, pues se podrán lograr unas vistas espectaculares, los planetas y estrellas en sí son relativamente variados, y el mero hecho de poder vagar por el vacío siempre es un atractivo. Pero cuidado. El universo es infinito. Si nos alejamos demasiado, tardaremos una eternidad en regresar, y tal vez nos encontremos algún peligro.

Megaton Rainfall, o cómo una idea es más grande que la materia que le da forma

Megaton Rainfall se desvela como un juego tremendamente interesante en sus conceptos básicos. Proteger la Tierra y desvelar los secretos más primigenios del universo, por lo que necesita darnos exactamente eso, la Tierra en su totalidad, y la totalidad del universo a nuestro alcance. Esto es un objetivo que en sistemas actuales conlleva sacrificios, y en la versión analizada de Nintendo Switch, alguno más en el apartado técnico.

Para empezar, el sistema de control de vuelo no es del todo preciso. Para un juego que nos penaliza seriamente por fallar nuestros disparos, es una limitación muy importante que el control de nuestro movimiento no sea todo lo preciso que pueda ser, así como los cambios de orientación bruscos en función de entrar en una atmósfera o salir de ella.

Que las ciudades sean procedurales es una necesidad en un título de este calibre. Sin embargo, el diseño de los edificios que las componen es tremendamente insulso y, salvo que te cruces con algún monumento que haga que sientas que estás en sitios concretos, a la hora de realizar las misiones no sabes si estás protegiendo Nueva York, Hong Kong, o Estepona, por lo que tener la totalidad del planeta a tu alcance no pasa de una anécdota. Se podría reflejar el mismo gameplay con un planeta ficticio más pequeño y mejor diseñado.

Sin estas torres, no sabríamos que estamos en Madrid.

Se podría decir algo similar de poder viajar por todo el universo. Apenas hay dos tareas que podrían reflejarse con algo finito y con un diseño dedicado. Sin ningún tipo de curiosidad extra, tanto espacio termina siendo otra anécdota más.

Para rematar, todo esto está aderezado con un apartado técnico realmente pobre, con modelos y resoluciones correspondientes a sistemas de hace quince años. En resumen, Megaton Rainfall quiere ofrecer mucho, pero se queda limitado por factores técnicos y conceptuales de forma que se queda en una fracción de lo que podría ser. Personalmente, me gustaría volver a ver el mismo concepto dentro de diez o veinte años, con una tecnología notoriamente superior que permita que de verdad sienta que estoy en la Tierra, y que explorar el universo me va a dar algo más que fotos.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Pentadimensional Games