Videojuegos musicales los hemos visto de muchas clases a lo largo del tiempo, pero hay que admitir que unir la música, específicamente el ritmo, con la conducción, es una idea cuanto menos curiosa. Tampoco es algo totalmente nuevo, en el mercado de smartphones  hemos visto varias propuestas parecidas, incluso algunas con un parecido incluso sospechoso, pero cuando Music Racer apareció en PC y Android en 2018 de la mano de la desarrolladora rusa AbstractArt, lo hizo con un elemento diferenciador y sin duda su mejor atractivo, usar nuestra propia música.

Así pues los trazados, longitud, obstáculos, y velocidad se generaban al ritmo de nuestras canciones favoritas, con la opción de poder usar temas de Youtube. Una vuelta de tuerca a este tipo de juegos, que fue bastante bien recibido por usuarios y crítica. ¿Y por qué hablamos en pasado? Pues porque ahora, en 2020, Music Racer ha llegado a consolas y hemos perdido la característica de usar nuestra propia música. Este contratiempo desgraciadamente es capital, y merma la calidad total del juego, y sobre todo la experiencia de hacer nuestros propios gustos musicales, una parte orgánica del juego.

Centrandonos en lo que Music Racer nos ofrece, encontraremos una fusión de géneros, entre juego musical basado en el ritmo y la conducción, aunque todo es mucho más simple de lo que pueda parecer. Tendremos 14 pistas, aunque sólo 2 al comienzo, de 3 y de 5 carriles, y cada una con su propia ambientación. El trazado de las pistas se irá generando en función del ritmo de la canción elegida, así como la velocidad de nuestro vehículo, las notas musicales que debemos recoger para puntuar, y obstaculos. En la versión de consolas tendremos 29 temas musicales, de estilo predominante electrónico y wave.

Una vez hecha nuestra elección de vehículo, pista y canción, tendremos que escoger uno de los cuatro modos de juego disponibles, el Standard, donde tendremos que recoger la mayor cantidad de pastillas o notas musicales en el carril que corresponda sin chocar con los obstáculos que se generen; el modo Zen, igual al Standard pero sin obstáculos; el modo Hard, donde la velocidad será mayor y dispondremos de una sola oportunidad; y finalmente Cinematic, donde todo será contemplativo, no tendremos que recoger nada, y manejaremos la cámara para una experiencia relajante. También tendremos un completo menú de opciones donde configurar la cámara, si queremos que el vehículo cambie de carril con una simple pulsación o un control manual, y si queremos que las pastillas o notas musicales emitan un sonido al recogerlas.

Visto el párrafo anterior, parece que no queda claro el objetivo del juego, si este es sólo hacer pistas y pistas por puntuación o hay algo más. Efectivamente la puntuación es importante porque nos servirá como moneda de cambio para desbloquear más vehículos, empezamos con 4 de los 25 posibles, y para desbloquear más pistas, empezamos con 2 de las 14 posibles. Y desbloquear todo esto nos llevará una eternidad, pues los vehículos más interesantes -estéticamente, una vez en juego todos se maneja igual y su velocidad depende del ritmo de la canción y del modo de juego elegido- costarán bastantes puntos, al menos se ha intentado añadir modelos muy reconocibles como el Delorean de Regreso al Futuro, KITT del Coche Fantástico, o la famosa moto de Tron. También se puede cambiar el color de nuestros vehículos.

El apartado audiovisual de Music Racer es un festival de luces de neón estridentes y líneas sacadas de la mismísima Tron. Un diseño minimalista pero lleno de exuberantes colores con efectos bastante interesantes, como los reflejos que podemos ver tanto de vehículos como de elementos decorativos del escenario. Quizá algún escenario resulte excesivo y pueda agobiar un poco, pero por normal general lo que veremos en pantalla nos gustará, y con un rendimiento muy estable y una sensación de velocidad muy conseguida. Respecto al audio, la banda sonora es parte orgánica de la jugabilidad, 29 temas de música electrónica, wave, y algún tema más relajante para crear los trazados y la jugabilidad. Algunos temas -pocos- son muy buenos, los demás se mueven entre el bien y el olvidable, y echaremos de menos poder usar nuestra propia música.

Es una pena que Music Racer pierda en su versión de consolas -nosotros estamos analizando la versión de Nintendo Switch- su característica más diferenciadora y a la vez su mayor reclamo, el uso de nuestra propia música. Con esta capacidad el juego se convertía en una experiencia casi infinita, con tantas configuraciones de trazado de las pistas como canciones fueramos probando, y ahora nos vemos obligados a elegir entre uno de los 29 temas musicales que incluye el juego. 29 temas de calidad dispar, si bien es cierto que algunos temas están muy bien, otros los jugaremos una vez y poco más.

También que Music Racer no tenga más propósito que desbloquear todos los vehículos y circuitos, nos deja la sensación de que nos falta algo más tangible, un reto más elaborado que el de conseguir puntuación sin apenas esfuerzo. Sin embargo a pesar de estos contratiempos, el juego sigue siendo un derroche psicodélico de luz y sonido, que si elegimos algún tema que nos guste, tendrá un efecto hipnótico y disfrutaremos pegados a la pantalla mientras se va creando el trazado enfrente nuestra con el ritmo de la canción. Esperemos que AbstractArt encuentren la forma de potenciar estas versiones de consola, porque es una lástima que la experiencia tan notable de PC y Android haya quedado mermada de esta forma.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Sometimes You