La industria española vuelve a demostrar, una vez más, que se encuentra en mejor forma que nunca y que es capaz de hacer auténticas maravillas. En esta ocasión es el estudio barcelonés Studio Koba, capitaneado por Eduardo Fornieles, quien firma Narita Boy, juego distribuido por Team17 que nos retrotrae a aquellos clásicos de las aventuras pixelart como Flashback o Another World, a los cuales nos va a recordar en ciertos momentos tanto por su estilo gráfico como por su concepción.
Narita Boy nos habla sobre el reino digital, un mundo desarrollado enteramente dentro de un ordenador por un programador aparentemente loco que ha conseguido que su propia creación tome consciencia propia. Cuando una entidad formada por código corrupto conocida como Him regresa y empieza a corromper todo el sistema con su ejército de villanos, el reino digital reclama a un joven del mundo real que tomará la forma de Narita Boy, el héroe de la leyenda que librará al reino digital del mal y lo eliminará para siempre.
Lo que nos ofrece este juego es un plataformas de acción de la vieja escuela, en el sentido de que no nos van a poner las cosas fáciles y contaremos tan solo con nuestra memoria para superar el juego, ya que no contaremos con mapa de ningún tipo que nos indique a donde ir a continuación o poder orientarnos, tan solo podremos ver las misiones que tenemos pendiente para guiarnos en nuestra aventura.
El reino digital es una auténtica pasada, Studio Koba ha procurado formar todo un lore muy trabajado en torno a él que iremos descubriendo con los diálogos de los diferentes personajes. A pesar de su temática futurista y tecnológica, nos muestra un reino principalmente con temática biopunk donde la naturaleza predomina, visitando zonas cuyo hábitat se basa en tribus ancestrales y poderes mágicos, todo ello sin dejar de lado la parte tecnológica del título en una simbiosis perfecta.
Nuestra tarea será la de visitar los tres reinos en busca de las memorias del creador, las cuales tendremos que liberar para que Him se debilite y poder atacarle. Como mencioné antes, no contaremos con otra cosa que nuestra propia memoria para movernos por el mapeado, con escenarios laberínticos en los que constantemente estaremos entrando en una puerta tras otra, todo esto bajo una perspectiva 2D, lo que hace que sea fácil desorientarse especialmente si nos llevamos tiempo sin jugar. De todas maneras no supone más problema más allá de pegarnos un rato buscando a donde ir a continuación, ya que loa escenarios son bastante distintivos y fáciles de reconocer. Quizás su estructura pueda hacerse repetitiva en ciertos momentos, ya que lo que haremos principalmente será seguir la habitual cadena de «necesitas una llave para abrir esta puerta, para ello ve a hablar con este personaje que te pedirá otra llave para la cual a su vez necesitarás otra llave», pero no se nos hará pesado debido a su propia jugabilidad que es bastante adictiva. Debemos aclarar finalmente que no estamos ante un metroidvania, ya que hay ciertos lugares en los que una vez que terminemos allí no podremos volver a acceder más.
Hablando ya de la parte jugable, controlaremos a Narita directamente con el stick del mando -y hago énfasis en lo del stick- en secciones plataformeras donde tendremos que saltar casi con el espacio justo para no caer en mal sitio. En los primeros compases nos otorgarán también poderes como la esquiva rápida o el dash para ayudarnos en esta tarea. He mencionado el tema del stick ya que no podremos utilizar la cruceta para movernos también -ya que queda relegada a otras acciones-, algo que se acaba echando en falta en ciertos momentos para superar más fácilmente algunas secciones debido a que el stick no ofrece toda la precisión que requiere este tipo de juegos y puede hacer que acabemos haciendo algunos movimientos que no queremos hacer en ese momento.
El combate será una parte importante del título y lo cierto es que cumple con creces en ese aspecto. Nuestro personaje contará con la tecnoespada que le permitirá enfrentarse a los diferentes enemigos que vayan apareciendo, así como a los jefes finales. Los combates serán frenéticos, con la posibilidad de hacer combos y diferentes tipos de ataques según la dirección que estemos pulsando, esquivar rápidamente y utilizar diferentes poderes, y la verdad es que consigue convencer en ese aspecto. A lo largo del juego iremos desbloqueando cada vez más ataques y mejoras para nuestro personaje, conllevando por supuesto que la peligrosidad de los enemigos también aumentará. Un elemento importante es el de la barra de magia, dividida por secciones que podremos ir rellenando a medida que golpeemos a los enemigos y tiene una utilidad muy práctica: cada porción rellena nos permitirá canjearla por salud para nuestro protagonista en caso de que nos dañen.
Los enemigos tendrán su propia rutina de ataques que tendremos que memorizar para evitar sus golpes, pero también tendrán sus fortalezas y debilidades. Más adelante tendremos la posibilidad de cambiar nuestro «estilo» de lucha a otros tres diferentes, siendo algunos enemigos débiles a alguno de ellos en concreto y muriendo más rápidamente atacándole bajo esa forma, aunque tiene su parte negativa y es que en consecuencia el daño que nosotros recibamos también aumentará. Y si todo eso falla, siempre podremos invocar a alguno de los ayudantes que nos acompañarán, quienes a cambio de una porción de la barra de magia, nos ayudará con un ataque especial que barrerá a todos los enemigos en pantalla.
Es hora de hablar ya del apartado gráfico, que es sencillamente espectacular. El juego cuenta con un pixelart brutal, cada fotograma es una auténtica obra de arte y no me refiero solo a lo detallado que está, sino también en cuanto a unas animaciones muy fluidas y trabajadas, casi diría que las capturas no le hacen justicia respecto a verlo en movimiento. A esto se le suma el efecto de simular un monitor CTR para que parezca que estamos jugando en una pantalla de tubo original con un muy buen resultado, incluso simulando la luminosidad de los rayos catódicos. Por supuesto el rendimiento es excelente, a 60 frames por segundos y con varias opciones de resolución.
En cuanto al sonido nos quedamos igualmente maravillados, el compositor catalán Salvador Fornieles «Salvinsky» -además familiar del director del juego- firma una banda sonora compuesta principalmente por temas synthwave espectaculares, aunque también hay lugar para melodías relajantes en ciertos momentos concretos. Todo ello se suma a los efectos de sonido electrónicos que acentúan la sensación de estar realmente explorando las entrañas de un mundo digital. En cuanto al idioma, como era de esperar, tendremos textos en castellano aunque sin voces, que quedan relegadas a algunos sonidos en un idioma inventado -salvo el tema de los créditos finales, que nos va a sorprender bastante-.
En cuanto a la duración, no penséis que estamos ante un juego corto, pues la primera pasada se nos puede ir perfectamente a las 6 horas jugando a ritmo normal. Lamentablemente no habrá Nueva partida + ni nada de eso, pero siempre podremos volver a empezar una nueva partida por nuestra cuenta para conseguir el 100%, ya que algunos elementos y coleccionables seguramente nos cueste conseguirlos de primeras.
En definitiva, Narita Boy puede no ser un juego perfecto, pero la sensación que nos quedará tras haberlo acabado es la de haber jugado a una de esas obras que marcan y dejan huella en la memoria. Studio Koba se ha sacado de la manga un juego no solo muy cuidado en todos sus aspectos, sino también divertido y elaborado en sus mecánicas. Esperaremos con ganas una posible segunda parte, que sin ánimo de destripar nada, el final anima mucho a ello.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Team17