Hablar de Robot Entertainment es hablar de una empresa que ha sabido hacer bien su trabajo, y la saga Orcs Must Die! es prueba de ello. Con más de 30.000 reseñas en Steam, de las cuales más del 80 % son positivas, esta franquicia ha conquistado a los amantes de la acción y la estrategia. En esta ocasión, Orcs Must Die! Deathtrap mantiene la esencia de su propuesta de tower defense en tercera persona con modo cooperativo, pero introduce algunos cambios interesantes. La principal novedad es que, por primera vez, los orcos no solo invadirán PC, sino que también llegarán a Xbox, estando disponibles además en Game Pass.

Las entregas anteriores contaban con una breve historia y presentaban mapas de estructura lineal, con escenarios compuestos por cinco fases. Un claro ejemplo es Orcs Must Die! 3, que ofrecía más de 16 horas de juego en su modo historia para hasta dos jugadores. La franquicia siempre ha mantenido su fórmula base, ya que, si algo funciona, ¿por qué cambiarlo? Sin embargo, cada nueva entrega ha sabido actualizarse y añadir mejoras para hacer la experiencia aún más entretenida.

En Orcs Must Die! Deathtrap, la estructura de juego evoluciona y abandona el desarrollo lineal para ofrecer una experiencia más variada y desafiante. Además, se amplía el número de jugadores en cooperativo, permitiendo partidas de hasta cuatro personas. Para quienes no estén familiarizados con la saga, el concepto es sencillo: encarnamos a un mago con habilidades especiales que debe defender un nexo durante varias rondas. La jugabilidad sigue intacta respecto a entregas anteriores, pero el modo de juego ha cambiado. En esta ocasión, cada partida consta de seis fases, con un enfrentamiento final contra un jefe en la última ronda.

El título adopta un enfoque roguelite, lo que significa que ninguna partida será igual a la anterior. No solo la estructura de los mapas varía en cada sesión, sino que también lo hacen los enemigos y las opciones de progresión. A medida que avanzamos, desbloqueamos nuevas trampas y mejoras pasivas, como aumentos de daño o descuentos al comprar trampas. Estos elementos generan distintos desafíos y hacen que cada partida se sienta única. Completar una ronda puede llevar más de una hora, y podemos elegir entre seis personajes con habilidades bien diferenciadas.

Un aspecto clave en esta entrega es el sistema de potenciadores, denominados «Hilos». Cuanto mejores sean estos Hilos, más fácil será avanzar, pero una mala gestión puede hacer que la partida se complique rápidamente. Aunque se puede jugar en solitario, el diseño del juego está claramente enfocado en el multijugador cooperativo. Para fomentar la dificultad, desde la primera fase las oleadas de enemigos son agresivas y exigen una buena gestión de las runas, la moneda del juego. En cada partida nos enfrentaremos a cinco oleadas de enemigos, que aumentarán en intensidad conforme avancemos.

Los héroes disponibles cuentan con habilidades únicas que influyen en la forma de jugar. Por ejemplo, Sophie es una ágil asesina que emplea dagas para realizar ataques rápidos, mientras que Vaan prefiere el combate a distancia con su ballesta. Además, cada personaje posee una habilidad definitiva que se carga a medida que derrotamos enemigos, lo que añade una capa estratégica a las partidas.

Más allá de las mecánicas, el juego mantiene el clásico sistema de recompensas basado en «Cráneos», un elemento recurrente en la saga. Al completar una partida, obtenemos Cráneos que podemos gastar en la Fortaleza, el hub central donde es posible mejorar a los personajes, desbloquear nuevos Hilos o adquirir trampas adicionales. Esta moneda de progresión es clave para personalizar nuestra estrategia y fortalecer nuestro arsenal.

En cuanto a la duración, el juego ofrece alrededor de 12 horas de contenido en su modo principal. Sin embargo, su estructura roguelite le otorga una rejugabilidad casi infinita siempre que la fórmula siga resultando atractiva para el jugador.

En el apartado audiovisual, el juego apuesta por escenarios bien diferenciados y llenos de color, con un estilo visual que recuerda al cel-shading. Aunque no es especialmente innovador, el diseño artístico encaja con el tono desenfadado de la saga. En cuanto al sonido, la banda sonora cumple su función acompañando la acción sin ser intrusiva, mientras que los personajes siguen lanzando comentarios en plena batalla, aportando un toque de humor a la experiencia.

En definitiva, Orcs Must Die! Deathtrap representa una evolución natural para la saga, mejorando aspectos clave sin perder su identidad. Robot Entertainment ha perfeccionado su fórmula desde 2011, y la inclusión de hasta cuatro jugadores en cooperativo es una de las mejoras más notables. Su rejugabilidad, combinada con un diseño de niveles más dinámico y la progresión roguelite, lo convierte en la entrega más completa hasta la fecha. No obstante, la dificultad escala igual tanto en solitario como en cooperativo, lo que puede volverlo tedioso si juegas sin compañía. Aun así, sigue siendo una excelente opción para los amantes de los tower defense y la acción cooperativa.

Si te ha llamado la atención, puedes echarle un vistazo al tráiler o, si tienes Game Pass, descargarlo y empezar a masacrar hordas de orcos desde ya.