En la búsqueda de la originalidad hay muchas compañías que se pierden en fórmulas que terminan por no ser atractivas o, simplemente, no funcionan. Buscar el punto dulce en el que es encuentra un producto original y atractivo es algo buscado por muchos, y no conseguido por todos. ¿Habrá dado Obsidian con la fórmula en este Pentiment? Acompáñanos para descubrirlo.
Dentro de relativamente poco se cumplirán veinte años desde el momento en el que Chris Avellones, Chris Jones, Chris Parker, Darren Monahan y Feargus Urquhart, todos ellos ex-empleados de la famosa Black Isle, se desligaron de aquella compañía que tantas alegrías dieron a los amantes de los juegos de rol para ordenador para, de hecho, seguir haciendo lo mismo que ya hacían con maestría, pero a partir de entonces bajo el amparo de su propia compañía. Pasaron de trabajar en juegos tan recordados aún hoy como Icewind Dale, Planescape Torment, Baldur’s Gate o Neverwinter Nights a trabajar en algunas de las secuelas de estos y otros títulos originalmente de Bioware sobre todo, pero ya como compañía totalmente independiente.
Tras siete años, que se dice pronto, por fin en 2010 se atrevieron -o más bien les dejaron- sacar un título original, el que para muchos podría considerarse joya oculta: Alpha Protocol. Desde entonces y hasta ahora, han seguido con alguna entrega de franquicias de terceros, aprovechado licencias ajenas, alguna creación propia, pero siempre ligados al género que tan bien se les da: el rol.
No es gratuito que Pentiment nos recuerde, en cierto modo, al reconocido La abadía del crimen desarrollado aquel lejano 1987 por Paco Menéndez bajo el sello Opera Soft. En su momento, aquel juego basado en el libro y la película El nombre de la rosa de Umberto Eco no solo fue una delicia, sino que, a pesar de no ser un éxito de masas cuando fue lanzado, acabó convirtiéndose en un juego especial, peculiar, original y, finalmente, de culto.
Muchos de esos aspectos pueden aplicarse a Pentiment, algunos otros como el de juego de culto podía llegar a aplicársele, y aunque el desarrollo difiere bastante de aquel título de la llamada edad dorada del software español, la ambientación no puede más que traernos reminiscencias.
En esta ocasión los chicos de Obsidian nos traen un juego muy distinto de su última propuesta, que ya de por si era algo diferente a lo que suelen ofrecernos. Encarnaremos a Andreas Maler, un artista que se verá envuelto en la resolución de un asesinato acaecido en la abadía de Kiersau, en la Alemania del siglo XVI.
En principio, y sin querer adentrarnos demasiado en el argumento, no podría parecer idóneo que sea un pintor el encargado de resolver crimen alguno, si no fuese porque se trata de un asunto personal, ya que el acusado de dicho asesinato es un amigo íntimo cuyo nombre intentamos limpiar.
En principio, y cual trampantojo culinario, Pentiment nos muestra lo que parece una aventura gráfica al uso por un lado, para luego surcar otros derroteros más abiertos y roleros. Si bien es cierto que el movimiento del personaje por los escenarios y la selección de diálogos mediante opciones nos parece llevar de la mano de una aventura gráfica clásica, pronto se desvelará la naturaleza que nos pondrá a los mandos de definir la personalidad del personaje y el desarrollo de la aventura tal como los juegos de rol tienen por costumbre. Lo cual tampoco supondrá, llegado el momento, una sorpresa, sabiendo quien está detrás del juego.
Y es que Pentiment está desarrollado por un modesto grupo de tan solo quince integrantes de Obsidian pero con Josh Sawyer a la cabeza, que trabajó como diseñador en las sagas de Icewind Dale, Fallout una vez en manos de Bethesda, Neverwinter Nights 2, Alpha Protocol o los más recientes Pillars of Eternity. Con Pentiment da por fin salida a una idea que le lleva rondando unos veinticinco años.
La labor de integración de la historia real en la ficticia se ha llevado a cabo con mimo para que el jugador tenga la sensación de que todo lo que acontece es totalmente factible y de paso, en ocasiones, poner nombre y apellidos a esa ambientación con PNJs de tanto renombre como Leonardo da Vinci, Santo Tomás de Aquino o San Agustín. En ciertos momentos podremos parar la «acción» para explorar la historia que se nos está contando y cuyos momentos más relevantes aparecerán destacados y dispuestos a ser explorados en mayor profundidad.
Otra de las mayores bazas de las que Pentiment hace gala para sumergirnos en su mundo es la propia decisión artística de mostrar los gráficos como si de una obra de la época se tratase, dotando al juego de un aspecto único y peculiar. Y esto no se limitará a la mera representación de los personajes o escenarios, sino que los meros textos que se nos irán mostrando lo harán con una intención muy clara de aportar información extra según el tipo de letra utilizado, la corrección y limpieza en su trazo o incluso el color en el que una palabra aparece. Todo acompañado del soporte sonoro que nos mostrará, en lugar del consabido doblaje a idioma alguno, el sonido de la pluma u otros materiales utilizados para la escritura dependiendo de la persona que nos esté «hablando».
En conclusión, Pentiment nos muestra un videojuego original y muy bien ambientado que es más de lo que se aprecia a simple vista, pero al que habrá que acercarse teniendo claro lo que ofrece para evitar decepciones si llegamos a él buscando un título más tradicional.
Este análisis ha sido realizado en Xbox Series X mediante una copia cedida por Microsoft España