Han pasado más de 15 años y todavía no he conseguido olvidar el momento en el cual los créditos comenzaron a deslizarse por la pantalla al final de mi primera partida a STAR WARS: Knights of the Old Republic II: The Sith Lords. La perplejidad se entremezclaba con la indignación y mi recuerdo del juego pasaría a estar para siempre condicionado a esa terrible sensación de decepción.
Sé que resulta extraño comenzar un artículo hablando sobre el final de un juego, pero creedme cuando os digo que en el caso de Knights of the Old Republic II es necesario. Su anticlimatico ultimo tramo acababa dejando numerosas tramas inconclusas, incluyendo un inesperado y precipitado cierre de la historia principal, haciendo que numerosas preguntas se quedasen en el aire sin llegar a recibir respuesta.
Años más tarde, cuando empecé a hacerme asiduo de foros de videojuegos, descubrí la turbulenta historia detrás del desarrollo del juego, con las limitaciones de tiempo y las prisas para que Obsidian pusiera en el mercado Knights of the Old Republic II con poco más de un año de cocción. Al hacerlo no pude tener otra reacción que no fuese maldecir a Lucasarts por haber impedido la correcta culminación de una de las mejores historias que jamás se han contado dentro del rico universo de la saga galáctica.
Siempre se ha acusado a Star Wars de maniqueísmo, de enfrentar al bien encarnado por los Jedi contra el mal encarnado por los Sith. El primer Knights of the Old Republic de Bioware no se sonrojaba al abrazar este cliché, algo que permeaba por completo toda la historia y todas las relaciones entre los personajes. No era infrecuente que tuviéramos que tomar decisiones en las que solo existía la posibilidad de actuar como seres bondadosos o de actuar como seres malignos, reflejando los dos reversos de la Fuerza. Era extremadamente divertido, era fiel al material en el que se basaba el juego, pero también es verdad que se echaba de menos algo más de profundidad.
En Knights of the Old Republic II se partió desde un punto de vista en principio continuista, apostando por mantener el mismo motor gráfico y las mismas mecánicas de combate, aunque con un ligero barniz, basadas en D&D del juego original, pero también se tomó la atrevida decisión de plantear situaciones más maduras, de contar una historia en la que el bien absoluto y el mal absoluto eran simples extremos entre los que estaban situados una amplia gama de grises que hacían que ni los buenos fuesen tan buenos ni los malos fuesen tan malos.
Las implicaciones del conflicto entre los férreos y dogmáticos puntos de vista de Sith y Jedi alcanzaban a la naturaleza misma de la Fuerza, puesta en discusión desde un punto filosófico inusual dentro de la saga Star Wars, logrando construir una historia interesantísima, cargada de matices, y bastante más oscura de lo esperado, pues las dudas existenciales de alguno de los personajes consiguen atemorizar más que un enorme ejército Sith.
Lamentablemente, como ya decía al empezar este texto, toda esta interesante premisa quedaba hasta cierto punto truncada por culpa de un desarrollo accidentado y apresurado, pero a lo largo de estos años se ha formado un pequeño grupo de aficionados que se han encargado de bucear en todo tipo de fuentes, como los archivos incompletos del juego o entrevistas y declaraciones de los desarrolladores, para tratar de recuperar todo el contenido perdido y restaurar la visión original que tenía Obsidian.
Y esta es la principal novedad de esta versión de Switch, la promesa de incorporar por primera vez de forma oficial el contenido restaurado mediante una actualización gratuita que se añadirá a la eShop en un futuro próximo, parece ser que durante el próximo trimestre, por lo que no podemos detallar todavía como se ha integrado dentro del juego o hasta que punto consigue mejorar la convulsa narrativa original. Eso sí, lo que sí sabemos es que, en una decisión de todo incomprensible, nuestras partidas guardadas actuales serán incompatibles con el DLC de contenido restaurado.
Por lo demás, tenemos, al igual que con el primer Knights of the Old Republic, un port para Switch muy cuidado, con una perfecta adaptación al formato panorámico, un tamaño adecuado de los textos en el modo portátil y un framerate casi siempre por encima de las 30 imágenes por segundo, aunque la tasa está desbloqueada y eso provoca un efecto molesto por culpa de las fluctuaciones constantes.
Donde sí se ha perdido la oportunidad de realizar mejoras es en la localización, sin que se haya aprovechado este relanzamiento para realizar mejoras en la traducción, por lo que persisten los numerosos errores de género y de exceso de literalidad en algunos momentos, aunque nada incomprensible. Nada que empañe, por suerte, una versión que se convierte en la mejor manera de descubrir o de revisitar uno de los productos más interesantes de entre todos los que se han lanzado bajo el manto de la longeva saga creada por George Lucas.
Este análisis ha sido realizado en Nintendo Switch mediante una copia cedida por Sandbox Strategies