Entre los aficionados al videojuego persiste todavía cierta tendencia a minusvalorar cualquier tipo de remake o de remasterización. Algo que en otros ambientes, como el cine o la música, está totalmente normalizado, pero que en el videojuego suele verse como una vía fácil y sin riesgos para volver a rentabilizar viejas glorias con un nulo esfuerzo creativo. Puede que esto sea cierto en algunos casos, pues a todos se nos vienen a la cabeza relanzamientos totalmente innecesarios cuya existencia consigue hacer bueno el tópico mencionado, pero no es menos cierto que en otros casos el relanzamiento de determinadas obras es un difícil ejercicio de equilibrismo repleto de riesgos.

El videojuego es todavía un sector joven sometido a una evolución rápida y constante, por lo que es fácil que títulos con unos cuantos años a cuestas se hayan quedado totalmente desfasados. Es ahí donde comienzan los riesgos de cualquier relanzamiento, pues los desarrolladores deben tomar numerosas decisiones que no están exentas de generar polémica. Los cambios a nivel gráfico pueden ir de la mano de cambios artísticos que desvirtúen el aspecto original y a la hora de actualizar mecánicas jugables desfasadas es necesaria una precisión de cirujano para poder llevar el juego a las audiencias modernas sin destruir por completo la esencia de título.

System Shock, desarrollado originalmente en el año 1994 por Looking Glass, es uno de los padres del genero conocido como “inmersive sim”. El equipo de desarrollo, capitaneado por leyendas como Warren Spector o Doug Church, diseñó un título que buscaba profundizar en los conceptos expuestos en Ultima Underworld.: enormes y complejos mapas con un diseño intrincado en los que el jugador debía de progresar resolviendo puzles, encontrando objetos y combatiendo enemigos, con numerosos elementos de simulación, juego de rol y jugabilidad emergente que permitía al jugador diversas posibilidades a la hora de solucionar las situaciones que se le iban planteando.

Fue una obra pionera, lo cual implica que un gran numero de los elementos que ponía sobre la mesa fueron superados rápidamente, tanto por su secuela como por juegos posteriores que continuaron expandiendo el genero. Su sistema de control, por ejemplo, era bastante complejo, haciendo que el jugador tuviera que alternar constantemente entre un sistema de puntero libre para interactuar con los elementos del escenario y el combate un modo de puntero fijo al estilo de cualquier juego de disparos en primera persona para la navegación por el escenario. Asimismo, se incorporaban unos niveles en el “ciberespacio” en los que el juego se convertía en una especie de juego de disparos en primera persona con movilidad en 360 grados a lo Descent, lo cual, junto a los gráficos vectoriales utilizados para representar la inmersión en un mundo virtual, hacia que fuesen niveles extremadamente confusos para el jugador.

Parte de estos problemas fueron subsanados en una edición mejorada publicada por Nightdive en 2015. Se hicieron numerosas mejoras al sistema de control, se mejoraron los gráficos y se hizo pasar al juego por un extenso pulido durante el cual se subsanaron bugs y se añadió soporte de serie para modificaciones y misiones diseñadas por los jugadores. No contentos con esto, poco después del lanzamiento de esta edición extendida, Nightdive anunció su deseo de realizar un remake del juego y, con el objetivo financiar parte de su desarrollo, lanzaron una campaña de Kickstarter que acabó recaudando la nada despreciable cifra de 1.300.000 dólares.

A partir de aquí comenzaron los problemas. El desarrollo del remake pasó por innumerables problemas, cambios de motor y numerosas dudas sobre el rumbo a tomar. A comienzos de 2018 se anunció que su desarrollo se había puesto en pausa y que el equipo de desarrollo sentía que se había alejado demasiado del concepto del juego original. Esta odisea de casi ocho años sirve para ejemplarizar lo complejo que es relanzar un juego de este perfil y lo difícil que ha debido de ser para los desarrolladores conseguir alcanzar un consenso a la hora de decidir que elementos modificar del original y cuáles no.

Entender todo este proceso resulta vital para llegar a entender lo difícil que resulta también poder emitir un juicio del resultado alcanzado tras de larga travesía de Nightdive con System Shock. Finalmente parece que dentro del estudio triunfó la idea de mantenerse fieles a la obra original, algo que va a ser muy celebrado por los más acérrimos seguidores de la saga, pero ello ha implicado mantener numerosas mecánicas y conceptos claramente desfasados que en absoluto van a lograr resonar dentro de audiencias actuales.

System Shock resulta muy difícil de jugar en 2023 a pesar de que su esquema de control se haya modernizado por completo para asemejarse al de cualquier juego de disparos en primera persona actual. La barrera de entrada inicial es muy elevada y en absoluto se ha hecho el esfuerzo de rebajarla, con lo que los jugadores se verán abocados a unos instantes iniciales en los que se sentirán totalmente perdidos dentro de su artificialmente complejo mapeado plagado de objetos en su mayor parte inservibles, sin que el juego se moleste por darles la más mínima indicación de que es lo que deben hacer o como progresar.

Esta sensación se agrava después de la primera entrada en el ciberespacio, donde sí se ha hecho un pequeño y necesario esfuerzo para lograr ofrecer una guía al jugador, pero insuficiente debido a la poca consistencia y lógica del diseño de los niveles situados en ese entorno virtual. A nivel gráfico, sin embargo, el remake es incontestable. Los pasillos de la Ciudadela lucen estupendamente en Unreal Engine, manteniendo su tétrica y logradísima ambientación, aunque las animaciones de nuestros enemigos podrían estar más elaboradas.

En definitiva, el presente remake de System Shock resulta un ejemplo ideal de las dificultades creativas que supone relanzar un juego con casi treinta años a sus espaldas. La fidelidad al lanzamiento original implica una elevada barrera de entrada, si bien una vez superada, algo que por desgracia no creo que muchos jugadores consigan, todas las grandes virtudes de juego original siguen presentes y System Shock continúa resultando un título absorbente, complejo y profundo.

 


Este análisis ha sido realizado en PC mediante una copia cedida por PLAION