The Eternal Castle [Remastered] es una aventura sci-fi postapocalíptica creada por Leonard Menchiari -cuyo anterior juego, Riot: Civil Unrest, ya analizamos en 33bits -,todo un veterano que ha trabajado tanto en videojuegos como en cine, así que eso de los efectos visuales se le da de maravilla. Desde pequeño quedó prendado de los «plataformas cinemáticos» tales como Prince of Persia o Flashback y en 2019 se atrevió a desarrollar su propio juego del género en un fantástico homenaje a las obras de los 80.

La historia sobre este supuesto «remaster» trae polémica: en palabras de sus desarrolladores, se trata de «una revisión del clásico juego de 1987», sin embargo no existe ningún tipo de documento visual o auditivo que pruebe que dicho juego llegase a existir. Hace un tiempo, un usuario afirmaba haber encontrado una especie de prototipo en un archivo comprimido que supuestamente pertenecería al juego original que nunca llegó a salir a la luz, aunque lo cierto es que suena más a estrategia de marketing que a realidad. En cualquiera de los dos casos, la coletilla de Remastered es totalmente gratuita.

La historia es muy críptica y no dispondremos de mucha información más allá del texto introductorio: es el año 2XXX, la tierra ha sufrido un apocalipsis nuclear y los recursos naturales se agotaron. La mayoría de humanos viven ahora en colonias en otros planetas, pero siempre con la esperanza de regresar a su mundo natal. Una de las valiosas unidades que fueron enviadas a la tierra para recolonizarla desapareció y nunca regresó. Nos toca a nosotros embarcarnos en una misión suicida para localizarla y traerla de vuelta.

Durante el juego, debemos encontrar cuatro partes de la nave que quedaron esparcidas por el planeta durante un aterrizaje forzoso, con el objetivo de poder escapar de allí y acceder al nivel final. Esto lo haremos mediante una pantalla de selección de niveles a los que podremos acceder sin ningún orden específico y viajar de uno a otro en cualquier momento. Más allá de esto, no dispondremos de más información sobre la trama: no hay diálogos, no hay conversaciones, no hay textos, toda la escasa información que podamos recabar será de forma visual mirando lo que ocurre en pantalla.

Es hora de hablar largo y tendido sobre el apartado gráfico, pues es el reclamo principal del juego y sobre el que gira todo. El estilo visual está realizando imitando los gráficos CGA, la primera tarjeta gráfica en color de los ordenadores IBM lanzados a principio de los 80, esto implica que contamos con una paleta gráfica de tan solo 16 colores. Pueden parecer pocos y es cierto que limita mucho el distinguir los textos y elementos, sin embargo todo está hecho de forma intencionada para procurarle al juego una dificultad añadida.

En cuanto al motor gráfico, aunque a simple vista pueda parecer pixel-art puro y duro, realmente se trata de un motor 3D pasado bajo la vieja técnica de la rotoscopia -dibujar pixeles encima de cada fotograma de una animación-, técnica que ya utilizaron también en su momento los juegos a los que pretende homenajear. Esto dota al juego de una fluidez y una naturalidad en los movimientos que provoca todo un espectáculo visual, especialmente cuando aparecen efectos de humo y luces. No miento, podría colgar mil capturas del juego y ninguna de ellas le haría justicia, es necesario verlo en movimiento para apreciar toda su magnitud.

Estamos ante uno de esos juegos de ensayo y error que gusta a algunos y disgusta a otros tantos. Avanzando a través de pantallas estáticas con una jugabilidad 2D, habrá que enfrentarse a innumerables peligros -incluyendo puzles- que nos van a hacer morir más veces de las que desearíamos, a veces por sorpresa y otras probando nuevas formas de superar los obstáculos. Por suerte, los checkpoints son abundantes y están colocados de forma estratégica, de manera que no resulte pesado repetir el mismo tramo una y otra vez.

En The Eternal Castle también tendremos que combatir y no pocas veces. Durante nuestro viaje, iremos encontrando armas que nos ayuden en nuestra tarea, tanto de fuego como armas blancas. Nuestro personaje podrá llevar hasta dos armas consigo y no toda la variedad se puede encontrar en un solo nivel, cada zona tiene sus propias armas y es decisión nuestra quedárnosla o deshacernos de ella sin saber si vamos a volver a encontrarla. Y por si todo eso falla, siempre podemos recurrir a los habituales puñetazos y patadas, aunque es mejor dejarlo como última opción. Cada uno de los dos personajes que podemos elegir tiene sus propias características: Adam cuenta con más fuerza física y resistencia, mientras que Eve tiene mejor puntería y más aguante.

Cada uno de los niveles que componen el juego tiene una temática y situaciones diferentes, al entrar en cada fase hay que asumir el no saber que te vas a encontrar aunque hayas jugado a los anteriores, la variedad de situaciones y sorpresas es impresionante. A lo largo de los niveles es posible encontrar una serie de mejoras que nos dan habilidades extras para facilitar nuestra tarea, tales como mejoras de salud, mejor puntería o GPS. También encontraremos una serie de coleccionables por todo el juego -30 en total- que sirven para acceder a otro final diferente, aunque hay que decir que están bien escondidos y es fácil pasarlos por alto.

En cuanto a la banda sonora, esta es sencillamente sublime, música sintetizada con claras reminiscencias a Vangelis y en concreto a la película Blade Runner, de la cual también toma ciertos elementos. Cada uno de los temas acierta muy bien con lo mostrado en pantalla y es toda una gozada para los oídos. Los efectos de sonido también están muy logrados y actúan como ayuda para entender lo que vemos, lo cual a veces no es fácil de distinguir. En cuanto al idioma, contamos con el inglés como única lengua, sin embargo este juego es meramente visual y todo el texto del juego se puede contar con los dedos de las manos.

Quizás una de las cosas más molestas es que muchas de las características importantes del juego ni siquiera sabemos que están ahí, como por ejemplo que morir la primera vez cambia varias cosas del juego o la posibilidad de jugar a dobles si disponemos de dos mandos. Todo ello lo han comentado los propios desarrolladores «fuera de cámara» en foros y discusiones de steam, de otra forma hubiese sido imposible saberlo ya que no hay nada en el juego que lo indique.

La duración del juego puede rondar las dos horas en una primera pasada, aunque podemos rejugar el juego y en cada partida cambiarán algunos de los eventos y diálogos, al igual que las decisiones que podemos tomar. Incluso es posible empezar una Nueva partida + en la que contaremos con muerte permanente, aunque se trata de un juego sencillo y una vez completado sabremos hacer frente a todas las situaciones ya vividas.

Hablando específicamente del port a Switch, y como es habitual en este tipo de juegos de estética ochentera, en el modo portátil de Switch luce especialmente bien. Cantidad de juegos con estética de 8 o 16bits lo hacen, pero incluso siendo un juego con gráficos tipo CGA de 2bits consigue ser especialmente agradable a la vista. En el modo sobremesa también luce bien, por supuesto, pero tal vez los más nostálgicos echarán de menos una estética más parecida a la ofrecida por el clásico monitor CRT.

Por otro lado, la escasez de gama cromática y resolución hará que, en modo portátil, a pesar de ser muy atractivo visualmente, pueda llegar a costar discernir en algún momento entre escenario y personajes, haciendo que en el modo sobremesa solventemos dicho hándicap que puede afectar a algunos usuarios.

El control de esta versión es, tal vez, el mayor escollo para el disfrute del juego. Pero tampoco podemos saber hasta qué punto es fruto de una falta de pulido o lo tosco del control está realizado adrede para imitar la sensación que nos encontrábamos en juegos de este estilo en su momento, al jugar normalmente con un teclado.

Igualmente, si nos paramos a pensar en la escasa duración del título a pesar de lo descrito, nos refuerza en la idea de que, con un control totalmente afinado, el juego se hubiera podido convertir en un paseo absoluto sin apenas reto. No es que esta sea la mejor forma de alargar la vida de un videojuego, y tampoco podemos afirmar que sea adrede o falta de pulido, pero lo cierto es que finalmente la sinergia resultante es ciertamente evocadora de la época a la que alude.

En conclusión, The Eternal Castle [REMASTERED] para Switch es un juego divertido, que nos evocará tiempos pasados con máquinas mucho más limitadas y donde la pericia e imaginación de los desarrolladores era crucial para llevar a cabo proyectos que trascendieran el limitado hardware sobre el que corrían. El factor nostalgia juega un papel muy importante y hará que podamos disfrutar mucho el juego y soslayar sus defectos, o que nos resulte simplemente un juego curioso y divertido pero corto y mejorable. Debes saber dónde te sitúas antes de adquirir, o no, este juego.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Jesús Fabre