Analizar un juego como Total War: Pharaoh es una responsabilidad bastante grande. Es una saga ya clásica de estrategia en tiempo real. En esta ocasión, Total War abandona la fantasía para acercarse otra vez a los títulos históricos. Egipto no era la época más pedida por los fans -ese lugar lo ocupan un hipotéticos Empire II o el Medieval III– pero en mi opinión es un soplo de aire fresco. Se trata de una época que no habían explorado en ningún otro juego, y es la más antigua vista hasta ahora.

Para todos aquellos que estéis un poco metidos en la historia, decir «la época de Egipto» no dice mucho. Estamos ante una época que se extiende más de dos mil años y puede que me esté quedando corto. Por ello es importante identificar en qué momento de esta larga historia nos encontramos. Pharaoh comienza con un video del faraón Merenptah, dirigente a la que la vejez le ha hecho mella y está esperando un digno sustituto que siga con la grandeza de Egipto. Esto es alrededor del año 1200 antes de Cristo.

Pero no solo podemos jugar con los faraones, hay otras facciones que buscan labrarse un hueco en la historia. Por un lado, los hititas en la península de Anatolia y por otro los cananeos en la zona del mismo nombre. Por supuesto, cada uno de ellos con sus propios modos de juego, unidades y mecánicas propias. Pero todos hemos venido a ver a los Egipcios, que son los que le dan nombre al juego. Para empezar tendremos a Ramsés, que es el personaje que el juego recomienda para empezar. Un personaje con mucha ambición, y con ganas de tomar el puesto de faraón una vez Merenptah desaparezca del mapa.

El comienzo de la campaña es bastante típico; tendremos unos enemigos cerca de nosotros y acabar con ellos nos enseñará lo básico del ejército que hayamos elegido. Ramsés empieza cerca del Nilo, al este, y tendremos que abrirnos paso al norte, donde los enemigos de Sukkot esperan a que acabemos con ellos.

La facción de Ramsés se diferencia de otros egipcios en la mayor producción de felicidad. Tienen muchos edificios destinados simplemente a que la población sea más feliz, además de tener unas unidades de combate de categoría bastante alta en comparación con otras facciones, aunque el tamaño de las unidades también es menor en alguno de los casos. La fe que se sigue en los territorios de Ramsés es la de Ra, y esto también será importante en el devenir de la campaña.

Los recursos del juego son bastante típicos. Tenemos oro, por supuesto, pero no todo será tan sencillo. También tendremos bronce, piedra, comida y madera. Por ejemplo, Ramsés no tiene acceso a piedra en los primeros compases, y es fundamental para seguir construyendo los muy necesarios edificios. Para conseguirla existen las dos posibilidades de siempre, comerciar o cogerlo por la fuerza. Cada territorio produce un tipo de recurso distinto, y nosotros, al estar cerca del Nilo, producimos bastante comida. Veremos cómo muchísimas facciones nos piden comerciar a cambio de esa suculenta comida. El desierto no perdona.

Cuando tengamos la piedra suficiente, nos daremos cuenta de que hay un nuevo tipo de lugar de construcción. Mientras que antes solo existían asentamientos, ahora tenemos también Puestos Avanzados. En estos lugares podremos construir otro tipo de edificios, que nos ayudarán de diferentes formas. En general, yo los he usado para que mis ejércitos se muevan más rápido a través del desierto, pero también hay edificios económicos o religiosos. Estos puestos son interesantes pero me hubiera gustado que profundizaran más en ellos.

Si tenemos nuestro territorio bajo control, observaremos que hay varios contadores: Felicidad, Influencia y Mano de Obra. Mientras que el primero lo tenemos más que cubierto, es importante no perder de vista los otros dos. La influencia es importante para con nuestros vecinos, para el reclutamiento e incluso la felicidad, y la mano de obra para las construcciones. No basta con tener mano de obra suficiente, hay que tenerla siempre atareada, o la felicidad se verá resentida.

Una vez la campaña avance y vaya conquistando más territorios y haciendo amigos -y enemigos- podremos seguir una tradición real, lo que nos ofrecerá la posibilidad de ser el gobernante supremo, en nuestro caso el Faraón. Cuando tengamos suficiente legitimidad podremos ser pretendientes, pero habrá otros que nos quieran arrebatar la gloria. La guerra es una de las formas de arreglar esto, pero hay otras formas más sibilinas. Por ejemplo, podremos conspirar contra otras personas y líderes; hacernos con puestos en la corte y llegar a tener mucha legitimidad. Pero muchas veces deberemos de derramar sangre para llegar a algún lado; por algo este juego se llama Total War.

Y hablando de guerra, es momento de profundizar un poco en el combate. Yo en los Total War, ya sea el Pharaoh o los Warhammer combato mucho en los primeros compases de la campaña, para luego dejar de hacerlo y empezar a simular absolutamente todos los combates. Pero los combates en tiempo real son lo que más disfruta la gente de esta saga de juegos.Las novedades en el combate pasan, sobre todo, por la importancia de la previsión meteorológica. El tiempo es mucho más importante que nunca y hará que las batallas sean mucho más dinámicas que antes. Por otra parte, las cargas se han mejorado y el contacto entre las unidades me ha parecido más realista que en anteriores títulos de la saga. El terreno también es más interesante que en juegos anteriores y parece que la colocación de nuestros ejércitos es más importante que nunca. A pesar de que no soy nada bueno en este tipo de juegos -aunque me gustan- he notado que la colocación y despliegue servían para algo. Las unidades son interesantes y está claro que históricas, pero me ha parecido ver falta de variedad en las mismas. Esperaba algo más, la verdad.

Otra cosa a destacar es el maravilloso rendimiento. Yo tengo una gráfica que está a punto de llegar a la década, y Total War: Pharaoh funciona de forma muy fluida y con muchos detalles en alto. Tampoco he notado fallos ni bugs de ningún tipo. Atrás queda la época del Rome 2, donde el rendimiento inicial era una auténtica losa para disfrutar del juego. En este caso tenemos un juego que ya de salida funciona casi a la perfección. Como apunte negativo, algunos problemas con la traducción al español si que me ha parecido ver, pero nada grave.

Por último, quisiera hablar también de las últimas controversias de Creative Assembly en el campo de Total War -dejando a un lado el tema de Hyenas-. El precio del último DLC del Warhammer 3 fue realmente criticado, sobre todo por la falta de contenido unido a ese precio. Creo que Total War: Pharaoh sigue por esa misma estela y creo que tres tipos de civilizaciones son demasiado pocas a estas alturas. Estamos hablando de un título de sesenta euros. Ni siquiera el extra de reserva merecía la pena. 

En resumen, Total War: Pharaoh me parece una entrega más que digna de la saga. Funciona a la perfección, trae novedades jugosas y es una época que nunca antes se había visto en la saga. Como puntos negativos, destacaría el mapa, pequeño, y las pocas facciones para un juego tan caro. Sin embargo, creo que explorar las tres facciones disponibles nos llevará un tiempo. Conquistar Egipto nunca fue tarea fácil.