Siempre suponemos que los desarrolladores de un juego quieren hacer a su obra lo mejor posible, con un apartado técnico y artístico apabullante, con la mejor narrativa e historia, con las mejores y más novedosas e ingeniosas mecánicas jugables, y que su título deje huella. No es el caso de hoy. Zenith es un action RPG con clara inspiración en la franquicia Diablo de Blizzard, y que no cuenta ni con apartado técnico o artístico apabullante, ni una narrativa e historia increíbles, ni siquiera es novedoso en ninguna de sus propuestas, ni tampoco lo intenta. Empezar el artículo así puede parecer un poco duro, pero no lo es realmente, porque Zenith no pretende alcanzar cotas tan altas, sino que se conforma con divertir, y lo hace a través de un peculiar sentido del humor que nos acompañará durante toda la aventura.

Argus Windell es un mago arcano que sabe lo que es salvar a la humanidad en más de una ocasión, pero que ya ha tenido bastante y está planeando jubilarse para vivir sus días en relativa paz. Pero antes de poder hacerlo, tiene que realizar una última tarea, la de evitar que un objeto muy poderoso caiga en las manos equivocadas. Bajo esta premisa, el estudio español Infinigon nos presenta su obra. No es la historia más original que hayamos visto en el género, pero funciona lo suficientemente bien para que Argus saque su mejor arma a relucir: su lengua.

Y es que nuestro mago no pierde oportunidad para hacer gala de su desparpajo y descaro en casi cualquier conversación que tengamos. El repertorio es amplio: sarcasmo, ironía, comentarios jocosos, borderías, gracias sin fuste, vaciladas e insultos saldrán de la boca de nuestro personaje -eso sí, todo en texto, el juego no cuenta con doblaje alguno-, y todo esto lo hace con un inconfundible y castizo estilo que será muy reconocible por muchos de nosotros, el estilo español. También hay especio para las referencias cómicas a otras obras de otros medios, como la que veremos al poco de comenzar, con la película de Disney, Frozen, o más adelante cuando nos encontremos a un Geralt de Rivia particular.

Girando sobre el aspecto cómico de Zenith, se crea el resto de la aventura. Tenemos un action RPG con unas mecánicas muy similares a las de Diablo, aunque no las mecánicas más actuales, sino las de las primeras entregas, más simples. Funcionan, pero quedan lejos de satisfacer al usuario conocedor del género que ha disfrutado de títulos más elaborados y frescos. Avanzaremos con Argus, aunque no es el único protagonista de la aventura, acabando con grupos de enemigos, ya sea a puñetazos, con armas o con magia. En principio no encontraremos mayor problema en estas mecánicas, aunque a la larga se nos puede hacer algo repetitivo durante las 20 horas que dura el juego.

Para preparar adecuadamente a nuestro personaje para los peligros que nos acecharán, tendremos varias piezas de equipamiento que podremos equipar, además de un completo árbol de habilidades dividido en diferentes categorías, y los típicos ítems de toda índole que deberemos de ir usando durante la aventura. Y poco más, como hemos dicho, todo en Zenith es sencillo, y el enfoque esta puesto en el sentido del humor, por lo que el resto de elementos casi se podría decir que están para acompañar y con que funcionen se dan por válidos. Tendremos también algún puzle, pero serán una rara avis, ni abundan, ni tienen mayor dificultad.

Dada su simpleza jugable, nos queda valorar su historia y narrativa, que sin ser brillante, también funciona, y en este caso también se abandona al sentido del humor, tantos de nuestro mago, como de sus acompañantes, e incluso de algunos enemigos y otros NPCs. Una amplia variedad de humor se despliega durante el juego, y aunque esto es algo muy personal y subjetivo, particularmente puedo decir que sus bromas y cachondeos han conseguido que esbocemos una sonrisa en algunos momentos. Argus es un vacilón muy imaginativo, y sus compañeros no se quedan atrás. Aunque es cierto que Infinigon juega con ventaja al respecto de nosotros por ser un humor muy «español», lo mismo fuera de nuestras fronteras este humor tan gamberro no funciona igual.

Y donde el juego fracasa de forma evidente es en el apartado técnico. Hasta ahora Zenith se ha mantenido a flote, con sencillez pero funcionando de forma suficiente, pero aunque artísticamente podríamos volver a etiquetar al juego como del montón, técnicamente no hay forma de salvarlo. Cámaras rígidas sin opción a zoom, animaciones poco fluidas, y caídas de frames será un handicap al que nos tendremos que enfrentar. Se deja jugar, pero con estos problemas ya no podemos ser tan permisivos, sobre todo en un juego que da la sensación que con un poco de esfuerzo podría haber sido mucho mejor. En cuanto a la banda sonora, pues nos acompañará constante fanfarria de corte medieval que no está mal, se va repitiendo constantemente pero es adecuada a la ambientación, aunque tampoco será una banda sonora que recordaremos en el tiempo.

Zenith no es un mal juego, pero notamos poco efecto puesto en su desarrollo. Para diseñar el juego se ha optado por fórmulas sencillas y suficientemente contrastadas –Diablo nada menos-, pero que ya tienen muchos años a sus espaldas y han sido modernizadas en bastantes títulos posteriores. Quizá se ha ido a lo fácil, para enfocarse en el elemento diferenciador, un sentido del humor que nos recuerda a antiguas aventuras de los 90 como Simon the Sorcerer -obviando que el género del juego es distinto-, y que posiblemente en estos días se ha perdido un poco, pero jugárselo todo a esta carta es arriesgado, pues si falla algo más, como el apartado técnico en este caso, el total difícilmente se sostiene. Aun así, si queréis pasar un rato divertido con un humor muy «español» podéis darle una oportunidad, en esta ocasión es positivo que el árbol no deje ver al bosque.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por BadLand Publishing