Si tenéis años y os dicen «Argonaut» ¿A que os suena de algo? Nombre clásico europeo, en la mitología y en el mundo del videojuego. Siempre es curioso sacar una producción a la sombra de las luces que ofrece la historia. El documental High Score de Netflix ha vuelto a lanzar a la cúspide a esta compañía europea. King Arthur’s World es un pequeño olvidado, porque la compañía hizo cosas enormes que oscurecen sus otras obras. La leyenda del Rey Arturo en clave de Lemmings y manejado con un pad. Esto siempre destaca en el retro, y en 33bits merece dejar una reseña.

Desde Londres, Argonaut Software se hizo un nombre haciendo un hack para Game Boy, una demo con gráficos vectoriales. Es lo que digo, lo ha contado Netflix, ha sacado a Dylan Cuthbert y al hombre que creó la cara de la presentación de Super Mario 64, Giles Goddard en pantalla. De este juego me temo que no hay mucho más glamour del que ofrece la búsqueda ramplona digital de cualquier becario. Es un proyecto que surge del rodaje de la compañía cinco años después de su fundación en 1988, y se lanza en algo tan costoso como los cartuchos de un megabyte. Por eso hay que hablar de ello.

Pues lo dicho, los nombres implicados no suenan tanto hoy día, pero como es una compañía europea los créditos ofrecen nombres reales y no apodos, como acostumbraban en Japón. La Wiki dice que el principal responsable es  Nigel Brownjohn, pero leyendo y buceando mínimamente por la red, salen los nombres de Nick Halstead y su compañero de ‘college’ Rich Clucas. Tuvieron contacto con el ‘Lord’ de la compañía Jez San, el creador de ese otro hito, Starglider, del que el Star Fox de Nintendo bebe mucho…pero eso no lo he visto en Netflix.

¡Oh, sí! Y como ya comenté en Rival Turf!, Jaleco fue una publisher que trae más recuerdos por ello que por su faceta de creación ¡QUE TAMBIÉN FUE BUENA! Ya tenemos un buen paquete de nombres e historia para echar a andar sobre King Arthur’s World ¿Verdad?

Pues algún nombre más queda, porque este juego bebe de forma poderosa del fenómeno y fiebre Lemmings, de aquella compañía que empezó practicando la crueldad con ellos, y luego se lanzó al crimen organizado, el bulling, y los cow boys en el far & wild west. Se llamaban algo así como DMA Design, no sé que nombre tendrán ahora en la actualidad…

Pero aquí se tiene más respeto por la vida -propia, a la ajena que le den bien fuerte-, porque en ese esquema de juego de manejar pequeños sprites con funciones determinadas para completar la fase, cada hombre cuenta. Lo que pasa es que el que más cuenta es el Rey Arturo, de hecho, si palma se acaba la partida. Sus aguerridos soldados, ingenieros y hasta magos, están para morir por él si es menester. Lo ideal es no hacerlo mucho, las fases son largas.

Venga, vamos a currar por el Rey.

Porque el desarrollo de los niveles obliga tanto a luchar y proteger a Arturo Pendragon, como a fabricar y labrar caminos. Así, cada nivel dentro de los tres mundos globales, ofrece un número determinado de unidades de cada tipo. Pero también, de capacidades para las mismas. Los ingenieros son…la verdad sea dicha y sin tapujos…los auténticos protagonistas del juego, aunque el nombre se lo lleve su rey ¿Donde habré visto yo eso? Aquí pensamos en los bichos de pelo verde y cuerpo azul, ya que fabrican estructuras como las plataformas para llegar a zonas superiores, o proteger de impactos, junto a llenar fosos, o fabricar y usar arietes contra sólidas puertas.

Bueno, reconozcamos el papel de soldados y arqueros también. Los primeros no solo caminan y luchan, hay unidades defensivas con útiles escudos, aunque las plataformas de los ingenieros hacían más efecto; los segundos, arrojar flechas con tres grados diferentes de curvatura ¡Ah! Pero estamos en un mundo de fantasía, y tiene que haber magos en nuestra cuadrilla. Los Magos Blancos recuperan salud, proporcionan invulnerabilidad o aumentan la fuerza de las tropas. Los Magos Negros son la muerte con túnica. Al usar unidades, cumplen su objetivo y vuelven a la tienda inicial, con tiempo para su recuperación. No son carne de cañón, salvo los pobres soldados, hay que usarlos con cabeza.

¡Seguimos currando para el Rey!

Tenemos el mundo real, el mundo subterráneo y el mundo de las nubes. Y en cada uno de sus niveles hay que llevar a Arturo hasta el final para culminarlo. Es otro punto de gestión, la parte The Humans, porque lucha, hay que protegerlo, y es él quien pulsa interruptores, pilla oro para pagar el continuar desde los checkpoints de cada fase si muere, pilla llaves y abre puertas especiales. Salvo en los jefes finales, uno en cada mundo, ahí la prioridad es la derrota del gran enemigo. Y me ayuda a meter el apartado musical del juego incluso.

King Arthur’s World se promocionó como juego con sistema de sonido Dolby Surround, que sacaba una gran calidad de audio, especialmente si lo sacabas con dispositivos de audio externos. La música de Justin Scharvona y Martin Simson era maravillosa. O sea, me pasaba tiempo y tiempo escuchando las partituras en el menú de opciones. Pero cuando ya te meten versión chiptunes de la Cabalgata de las Valkirias/Ride of the Valkyries de Richard Wagner en los jefes finales, o el Canon de Pachelbel al final del juego, ejecutados con belleza y arte, te llega de verdad el talento que este simpático y poco recordado juego tenía dentro de sus tripas de plástico y silicio.

La Cabalgata de las Valkirias sonando a todo taco luchando contra estos behemots.

En esos jefes volvían los ingenieros con la catapulta, la mejor construcción ofensiva persistente del juego. Un Ogro, una máquina infernal llena de goblins, y el Demonio de las Nubes que presidía nuestro objetivo para librar al mundo humano de todo mal. Bueno, con este último, complicado sacar la catapulta en su espacio, pero ya teníamos arqueros y al mago negro, cuya magia de Apocalipsis era tan preciada y pocas veces disponible.

Los novatos en este género poco consolero, aún con la enorme profusión de versiones de Lemmings, tenían hasta la opción de tocar las unidades dentro de la pantalla de opciones, aumentando su número. Se agradecía, pero el juego jugado con cabeza -y tiempo-, permitía un desarrollo adecuado con los valores por defecto. Y el pad ofrecía un control adecuado y bien adaptado, ya había camino con las versiones consoleras de los bichos DMA. Pasa que una ayuda no viene mal, y es que la gente no lo recordará, pero Super Nintendo tenía hasta un ratón:

Ergonómico, funcional, y…¿Bonito?

Te lo vendían con alfombrilla y el Mario Paint, que nunca se sabe si tendrá por aquí entrada…No fue un periférico masivo, y no se promocionó mucho su uso. Pero es interesante ver como sí hubo un ramillete de juegos compatibles con este control. El mismo Mario Paint tenía un mini-juego de matar moscas a golpe de click curiosete.

Y con esto y una jarra de cerveza, hemos rescatado más historia pasada. Puede que este juego no sea exáctamente igual que lo que obras como la película Excalibur de 1981, el Knights of the Round de CAPCOM, o el cómic Camelot 3000 nos han vendido sobre el personaje. Pero es donde más ha tenido que esforzarse el Rey Arturo -y nosotros- para luchar contra el mal sin ninguna duda.

Con el Canon de Pachelbel, nuestro fin de gesta fue realmente épico.