Como introducción a Bionic Bay me gustaría decir lo mucho que me ha fascinado este proyecto desde que lo conocí. Primero por su tráiler de presentación, creciendo aún más cuando tuve la oportunidad de probar su demo temporal en un festival de Steam. Bien sabemos que una de las grandísimas cualidades que tienen los videojuegos es trasladarnos a mundos fantásticos, exóticos y evocadores en muchas ocasiones. Super Mario Bros. ya me produjo esa sensación cuando era un chiquillo, aquel mundo tan especial, poblado de criaturas hostiles y también encantadoras, donde tener a un personaje mundano, un fontanero, aumentaba el contraste de ver a un humano ‘normal’ en entornos con elementos reconocibles, para dar ese universo mágico que Nintendo ha hecho crecer desmesuradamente todas estas décadas.
Pues la forma de darse a conocer Bionic Bay es sin duda arrebatadora.
Tras varios años, estamos a unos semanas de poder tener ya la versión final de este interesante juego. Y lo que he podido probar para preparar este adelanto fortalece esa fascinación, en un juego que aunque clásico y conocido dentro de su diseño jugable, también ahí sabe presentar detalles para hacerlo más particular.
Lo que nos cuenta Bionic Bay, de forma muy visual ya que no hay diálogos ni voces, siquiera textos, es como un científico se ve trasladado a un mundo exógeno y muy diferente del nuestro, a raíz de lo que parece un experimento fallido. Sin duda esto nos traerá a la mente a quienes acumulamos edad ese grandísimo pináculo de las aventuras que fue el Another World de Eric Chahi. Que además también sabría crear otros mundos igualmente fascinantes en el malogrado Heart of Darkness, o más recientemente, en ese Paper Beast, para ser disfrutado en realidad virtual o en una versión convencional e igualmente muy interesante sin ella.
El espíritu de aquella aventura en ese mundo alienígena hostil toca sin duda Bionic Bay. Pero el primer punto de diferenciación viene del control tan suelto, ágil y versatil de nuestro protagonista. Hace unas décadas juegos como el Prince of Persia de Jordan Mechner o el Flashback de Paul Cuisset proponían también controles más rígidos y realistas, frente a la tendencia de los juegos con los que convivieron de moverse y saltar de manera ágil y menos real. En este juego, tendremos a un personaje que casi parece de goma por la fluidez con la que se mueve e interactúa con el entorno.
Esta cualidad de moverse y actuar casi como un super-hombre viene por un tema argumental nada más comenzar el juego. Y con esa gran agilidad y destreza viajaremos por escenarios fascinantes, bellísimos y también desconcertantes, sin entender bien el porqué de todo, pero deseando seguir avanzando.
Uno de los puntos fuertes y muy cuidados de Bionic Bay es su sistema de físicas, transmitiendo sus materiales y elementos diversos grados de rigidez, elasticidad o fluidez, notándolas desde los saltos y agarras, al empujar o tocar objetos, o simplemente, al movernos por distintas superficies. En esencia, el movimiento básico de nuestro personaje es intuitivo y rápido, acciones como agarrarse, agacharse, rodar, los saltos y sus proyecciones en el aire… son muy dinámicos. Y nos hará mucha falta dado el grado de peligro casi permanente al que nos vemos sometidos.
Pero también ese sistema de físicas se pone bien a prueba con otra de las particularidades del juego, el sistema de proyección de objetos. De nuevo, las visicitudes que nos han hecho más que humano, al menos en nuestra agilidad, nos permiten tocar algunos objetos con X/cuadrado, para luego intercambiarnos con el objeto pulsando LB/L1.
Esta habilidad es tan sumamente sencilla de entender, como llena de posibles a medida que avanzamos en el juego. Hay momentos que parecen resolverse de una manera, pero nos encontraremos forzando esas físicas para conseguir superar dificultades y peligros. Básicamente, la naturaleza del objeto ‘tocado’, como las maneras a veces muy ingeniosas de colocarlos, determinan como funcionará todo.
Tenemos cosas sencillas, como apilar bloques para alcanzar un saliente o la siguiente zona para avanzar. Pero también podemos hacer explotar objetos letales, desbaratar mecanismos, bloquear maquinaria… Algo que hace bien Bionic Bay es darle al jugador novedades, aún cuando veamos y repitamos cosas.
Por ahora, vamos a dejarlo aquí. Ya no queda mucho para el lanzamiento del juego, el 17 de abril, casi a la vuelta de la esquina. Culminaría diciendo que la espera ha merecido la pena a quienes le teníamos el ojo echado a esta maravilla artística, intentando quitar un poco de miedo a quienes alguna física o interacción de aquella demo pudo preocuparles. A falta de los parches finales, Bionic Bay se mueve y se juega con más seguridad que la que conocimos hace un tiempo.