El pasado 21 de septiembre se puso a la venta Crosscode, un juego indie realizado por el estudio Radical fish games que parecía como salido de la nada, pero rápidamente empezó a coger fuerza y colocarse entre los puestos más altos de Steam con valoraciones extremadamente positivas. Nosotros, como somos así de curiosos, decidimos probarlo y ver con nuestros propios ojos el motivo de semejante éxito, así que os contamos la primera hora de este nuevo título.

Iniciamos el juego y ya de primeras vemos que la pantalla de título está cargada de detalles y animaciones, buena señal. Trasteamos entre las opciones y descubrimos que incluye selector de idiomas, aunque por desgracia el español no se encuentra entre ellos, no sabemos si en un futuro lo añadirán pero por lo pronto nos tendremos que conformar con el inglés. Aparte de eso, incluye montones de opciones tanto visuales como jugables.

Comenzamos nueva partida y ya empezamos a ver sus bondades. Sin ningún tipo de cinemática o introducción previa, tomamos el control de una chica que aparece en mitad de un bosque y debemos avanzar por el único camino posible. Todo esto con apartado gráfico llamativo, con un estilo pixel-art muy trabajado, una paleta de colores variada y animaciones muy dinámicas y suaves.

A medida que avanzamos, un misterioso joven nos comienza a hablar por un intercomunicador y nos pide por favor que detengamos nuestro avance o pagaremos las consecuencias. Esto nos hará enfrentarnos a una serie de combates que nos sirven como tutorial inicial. Vemos entonces que se trata de un action rpg, donde disponemos de un botón para golpear, otro para lanzar bolas de energía y otro para esquivar, todo ello con una fluidez y una agilidad pasmosa.

Por el momento, el planteamiento y la jugabilidad de Crosscode nos hace recordar a aquellos grandes clásicos de SNES como Terranigma o Secret of Mana, a los cuales parece querer homenajear con muchísimo cariño pero sin caer en la imitación, con un estilo propio y personal. Continuamos avanzando y llegamos a una enorme mansión donde nos encontramos a nuestro misterioso interlocutor, el cual se encuentra herido de muerte y con su último aliento ejecuta un programa de ordenador que queríamos evitar que pusiese en marcha.

Acto seguido nos encontramos con un salto temporal y despertamos en la piel de una nueva protagonista llamada Lea, una chica peliazul que aparece en dentro de un laboratorio. Allí, el responsable del proyecto nos da más detalles sobre el argumento del juego y nos cuenta que somos un avatar, una recreación física de otra persona que nos controla a distancia. El problema es que hemos perdido la memoria y no recordamos absolutamente nada de nuestro pasado, incluso hemos olvidado como hablar, por lo que a lo largo del juego iremos aprendiendo palabras de los NPC que iremos añadiendo a nuestro vocabulario.

Somos trasladados entonces a una sala de pruebas donde tendremos que aprender a dominar nuestro movimientos. Aquí empezamos a descubrir nuevas mecánicas jugables como por ejemplo la escalada, saltos y el uso de la energía para resolver puzzles. Tanto si jugamos con teclado y ratón como con mando, los controles están perfectamente adaptados y son muy intuitivos, el apuntado es muy suave y no nos dará problemas en ningún momento. Vuelvo a recalcar la fluidez del juego en todos sus aspectos: movimientos, animaciones, menús, diálogos… lo cual es un plus que dota al juego de un frenetismo que lo desmarca del resto y no produce sensación de dejadez.

El apartado sonoro también es increíble: contamos con melodías estilo 16 bits muy pegadizas y melódicas que se adaptan muy bien a cada una de las situaciones del juego, transmitiendo lo que pretende transmitir en cada momento. Los efectos de sonidos son igual de buenos, variados y medianamente realistas, no son simples efectos al azar. No contamos con voces en los diálogos pero lo cierto es que tampoco las necesita, incluirlas sólo hubiese entorpecido más la fluidez de las conversaciones.

Tras superar dichas pruebas salimos finalmente al exterior y descubrimos que estamos en un carguero, en el cual nos siguen dando más detalles de la historia: nos dirigimos a la isla de Crossworld, un lugar que es el escenario de una especie de MMO en la vida real en el que interactuaremos con otros avatares similares a nosotros. Sin embargo, durante el trayecto somos atacados por otro avatar malvado que quiere borrarnos del mapa e impedir nuestra llegada a la isla.

Subidos encima de un conjunto de contenedores que sirven como escenario improvisado, nos enfrentamos al primer boss del juego: un robot cangrejo gigante. La dificultad de los combates está muy bien medida, no resultan muy difíciles pero si nos despistamos acabaremos muertos, el saber cuándo esquivar y atacar es clave en este juego si queremos llegar lejos. Tras acabar con el boss y subir de nivel, finalmente llegamos a nuestro destino y desembarcamos en la isla de Crossworld, donde comienza la verdadera trama en la que debemos descubrir quienes somos y por qué nos han enviado a ese lugar.

Ha pasado una hora de juego y de momento lo vamos a dejar aquí, nos hemos hecho una idea general del título y las sensaciones no podrían ser mejores. Nos encontramos ante un juego de una increíble factura técnica, muy elaborado en todos sus aspectos y que resulta fresco y novedoso, sin duda se trata de toda una sorpresa y comprendemos por qué ha ganado tanta fama en tan poco tiempo.

Con la promesa de entre 30 y 80 horas de juego, 100 tipos de ataques distintos y más de 120 enemigos diferentes, no podemos hacer más que recomendar su compra sin ningún miedo. Y si después de todo esto sigue sin convenceros, podéis probar la demo del juego vosotros mismos tanto en Steam como en navegador sin descarga. Quizás con un poco más de promoción y el boca a boca pueda llegar a convertirse en uno de los juegos del año. Aún así, no hay duda de que el tiempo acabará poniéndolo en el lugar que le corresponde.