Si os hablo de Janos Flösser, es posible que no sepáis quién es, pero si os hablo de sus juegos, seguramente sí os suenen. Y es que Janos fue uno de los cofundadores de IO Interactive, estudio responsable de títulos como la franquicia Hitman, Kane & Lynch, o el próximo juego del Agente 007. Hoy, sin embargo, no os hablo de IO Interactive, sino de Wombo Games, la empresa que fundó junto a otros 21 desarrolladores procedentes del propio IO en 2023 y que debuta este mes en el panorama indie con su primer título, Raiders of Blackveil. Un juego que llega en acceso anticipado y que podéis probar gratuitamente a través de su página de Steam.
Antes de nada, conviene aclarar que, si jugáis la demo, estaréis accediendo aproximadamente al 60% del contenido actual. La versión disponible, denominada Operación Cosecha, incluye únicamente un nuevo bioma, 11 enemigos y 2 mini jefes, dejando un total de dos biomas jugables por el momento. Evidentemente, este contenido irá ampliándose con el tiempo, ya que están previstos nuevos biomas y héroes, aunque por ahora el estudio no ha publicado un roadmap oficial.
Entrando ya en lo verdaderamente importante, tomaremos el control de un Raider, cuyo objetivo no es otro que realizar incursiones de alto riesgo en territorio enemigo para extraer tecnología y artefactos valiosos -el conocido loot- y utilizarlos para fortalecernos lo suficiente como para derrocar, finalmente, al imperio industrial de Blackveil. Esta corporación ha esclavizado a distintas especies animales para alimentar su maquinaria, y para que os hagáis una idea, la historia se encuentra claramente influenciada por las obras de George Orwell. No es un elemento especialmente relevante, sobre todo tratándose de un título de este estilo, pero la narrativa tiene cierto gancho y deja con ganas de que se amplíe el lore en el futuro.

En cuanto a los héroes, actualmente contamos con cuatro disponibles, siguiendo una estructura muy reconocible para cualquiera que haya jugado a títulos tipo MOBA. Ironhorn es un rinoceronte que actúa como el tanque del equipo, capaz de absorber grandes cantidades de daño. Jaméra, un león centrado en el ataque directo y la fuerza bruta, vendría a ser el ADC del grupo. Beatrice cumple el papel de apoyo, siendo vital para mantener con vida al equipo durante las incursiones, el clásico healer. Por último, Draskyl es un pícaro letal que, gracias a su invisibilidad, puede atacar desde las sombras. Hay bastantes más héroes planteados, algo que se intuye claramente en el panel de selección, aunque al no contar todavía con un roadmap no sabemos cuándo llegarán.
El bucle jugable es una mezcla de géneros que, sorprendentemente, funciona bastante bien. Los propios desarrolladores lo definen como un Hero Extraction ARPG, aunque también bebe bastante del género roguelite. A primera vista puede parecer una amalgama de ideas que no encajan entre sí, pero en la práctica no es así. Por desgranarlo un poco, la cámara isométrica y el uso de habilidades con tiempos de recarga recuerdan directamente a lo que encontramos en MOBAs como League of Legends. A esto se suma una estructura propia de los extraction shooters, combinada con elementos claramente roguelite.
Dentro de los dos biomas disponibles tendremos que avanzar por distintas salas hasta llegar a un jefe final. Cada sala contiene enemigos y, al completarla, podremos elegir una recompensa. Por lo general, la primera es obligatoriamente un elixir, pero a partir de ahí tendremos varias opciones. Los elixires nos otorgan mejoras pasivas y, si los combinamos de forma adecuada, incluso bonificaciones de clase, lo que provoca que cada partida sea diferente. También encontraremos alguna tienda y a nuestro amigo LesCargo, un contrabandista que actúa como enlace directo con nuestra base de operaciones. Allí coincidiremos con otros jugadores, mejoraremos o venderemos nuestro equipo y planificaremos el siguiente golpe contra Blackveil.
Como puede verse, hay bastante variedad, aunque se echa en falta algún tipo de fase alternativa en la que, en lugar de centrarse únicamente en el combate, tengamos que superar pruebas contrarreloj, zonas con trampas o pequeños rompecabezas. Es de suponer que este tipo de contenidos están pensados para el futuro.

Al completar un bioma, el juego nos ofrece dos opciones: continuar la incursión o extraer con todo lo obtenido. Siguiendo la tendencia de los extraction shooters, nuestro personaje cuenta con un par de bolsillos seguros, de modo que, si guardamos ahí objetos valiosos, deberían llegar intactos a la base. Y aquí entra en juego uno de los aspectos clave del título: la gestión del equipamiento. Vendiendo nuestro loot podremos desbloquear nuevos elixires o conseguir chatarra, la moneda del juego, que nos permitirá adquirir mejoras en el Liberador, nuestra base. Además, existe otro recurso llamado Cristalina, que sirve para mejorar las instalaciones. Todo esto refuerza su faceta de ARPG al estilo Diablo, ya que cada cierto tiempo obtendremos equipo mejor que el anterior, clasificado por rarezas que van desde común hasta legendario.
Hasta ahora todo suena bastante bien para tratarse de un acceso anticipado, pero el juego también tiene un problema importante: la dificultad artificial. No es que el título sea especialmente difícil ni que plantee situaciones complejas, sino que el sistema de niveles de alerta hace que, a medida que avanzamos por las fábricas de Blackveil, los enemigos simplemente sean más resistentes y tarden más en morir. Esto, unido a que los escenarios son prácticamente idénticos entre sí, provoca que la experiencia caiga con relativa facilidad en la monotonía.
Además, los escenarios son extremadamente pequeños. En solitario esto no supone un gran problema, ya que los enemigos no cambian de objetivo constantemente, pero en partidas multijugador de hasta tres jugadores el espacio se queda corto, los personajes se estorban entre sí y las salas terminan saturadas de enemigos. Hay alguna que otra trampa, pero su utilidad es bastante limitada.

En el apartado técnico, el juego cuenta actualmente con críticas variadas, y no es para menos. Raiders of Blackveil ha llegado con varios bugs. En mi caso, tuve que esperar al primer parche para poder jugar online, ya que el título no era capaz de crear servidores en nuestra región, lo que hacía imposible cooperar con otros jugadores. A esto se suma que el progreso se resetea cada vez que entras, algo que quita bastante las ganas de seguir jugando. Por suerte, los desarrolladores son conscientes de estos problemas y están trabajando intensamente para solucionarlos. Como dato adicional, lo he probado en Steam Deck OLED y el juego funciona de manera muy estable a 60 fps, con subtítulos perfectamente legibles.
Visualmente, el título apuesta por escenarios poco coloridos, dominados por tonos marrones y orgánicos, algo que tiene sentido teniendo en cuenta que gran parte del tiempo lo pasaremos dentro de fábricas de animales modificados por la corporación Blackveil. Esto no quita que los escenarios, aunque pequeños, estén llenos de detalles, como tuberías que gotean o maquinaria gigante en constante movimiento. El apartado sonoro cumple sin alardes: los sonidos ambientales están bien logrados y la música resulta lo suficientemente pegadiza como para mantenernos centrados en lo importante, el combate. Eso sí, también hay fallos, como cofres de loot que carecen de sonido, lo que rompe ligeramente el ritmo de la experiencia.
En definitiva, Raiders of Blackveil es una curiosa amalgama de géneros, un juego que construye su identidad a base de mezclar ideas de otros estilos. No es el mejor título dentro de su propuesta, pero sí resulta divertido y, aunque puede caer rápidamente en la monotonía, disponer de varios héroes y niveles de dificultad invita a seguir jugando en busca del mejor botín. Además, su versión de acceso anticipado cuenta con una excelente traducción al castellano, por lo que, por mi parte, seguiré dándole oportunidades. Estoy convencido de que, con el tiempo, puede acabar convirtiéndose en un gran juego.