EL DESTINO ESTÁ ESCRITO EN LAS ESTRELLAS

En 1995, Konami lanzó un J-RPG para la entonces recién nacida PlayStation de Sony, un juego de mimbres 2D y sabor de la vieja escuela en lo visual y jugable, frente a cómo luego los polígonos irían acaparando todo. Un juego que combina lo místico y lo terrenal; el destino fijado en los mismos cielos, y cómo forjamos nuestras vidas con nuestras propias manos y decisiones. Una historia de revolución, de pueblos en guerra, y sobre todo, de personas, de muchas personas, en un marco global donde todas las vidas pasadas, presentes y futuras, parecen atadas a algo superior a todos nosotros. Hablamos de Suikoden.

El juego llegó en 1997 a nuestro país, fecha aciaga al tener que competir con ese titán que fue Final Fantasy VII, y su apariencia visual dos años después de su lanzamiento, ya con los diseños 3D en lo estético y lo jugable en expansión, sin duda podía causar algunas reticencias iniciales. Craso error, este primer juego tenía auténtico peso y profundidad propia, y afortunadamente, mucha gente se acercó a él a comprobarlo, haciendo del juego un éxito y la piedra de toque de toda una saga.

 

 

La historia general, nos plantea algo mucho más maduro tanto a nivel argumental como narrativo que lo que acostumbraba a priori el género y los modos argumentales japoneses de aquella época: tras una exitosa revolución años atrás, el boyante imperio de la Luna Escarlata muestra signos de corrupción en su brillante superficie. El protagonista, Tir McDoll, hijo del gran general Theo McDoll -uno de los cinco grandes generales del imperio-, crece arropado en la comodidad de una clase alta dentro del imperio. Cuando su padre se ausenta para cumplir con una importante misión dictada por el mismo Emperador, comienza su viaje tanto interior como a lo largo de todo el imperio; las llamas de la revolución se han prendido de nuevo, y el protagonista tendrá que luchar contra el mismo imperio, ahora injusto y corrupto, con una visión de la realidad muy alejada de la cómoda cama de algodones donde se ha criado. La revolución lo impregnará todo, y nuestro héroe forzoso pasará de comandar grupos de unos cuantos insurgentes, a ser un general con un poder enorme y miles de huestes a su servicio.

El argumento ofrece prácticamente desde el principio una madurez y profundidad encomiables. A las pocas horas ya conocemos a la líder del movimiento revolucionario, Odessa, una mujer fuerte y con ideales sólidos, cuyo destino marcará tanto al protagonista como el camino que deberá seguir desde entonces. El juego tiene como inspiración directa una de las grandes novelas chinas, Shuihu Zhuan – A la Orilla del Agua, o Suikoden en Japón, mezclado también con conceptos budistas, como las 108 malas o cuentas del destino, que aquí se traducirán en las 108 estrellas del destino, encarnadas por 108 personajes de relevancia mayor o menor, frente a otros muchos que conforman el vasto mundo que conoceremos. Las 108 estrellas del destino, serán una constante dentro de la saga, siendo justamente esas vidas, esos destinos, tanto los conductores de las historias, como algo ultraterrenal fijado en los mismos cielos. Lo dicho, la calidad argumental del juego, está fuera de toda duda.

 

 

A nivel técnico, es bastante notorio que el año de lanzamiento no permitió alcanzar mayores cotas de calidad. PlayStation podía hacer mucho más que lo que vemos en este juego en cuestiones de gráficos 2D, con escenarios algo vacíos y carentes de más detalle, o sprites y efectos muy pixelados en los combates del juego. Sin embargo, estéticamente es bastante bonito, cumple perfectamente su cometido visual, y tiene también momentos logrados y bellos. La música sí es algo tremendamente remarcable, porque ya no se trata solo de tener una gran cantidad de composiciones de excelente calidad, sino que los grandes momentos narrativos y argumentales del juego se apoyan poderosamente en el apartado sonoro. Podrás tener una gran historia, pero para que llegue al jugador, hay que saber contarla, y la música de este juego es parte vital para conseguir esa necesaria inmersión ante el aluvión de grandes alegrías e inmensas penas que recorren todo el argumento.

 

 

A la hora de jugar, su sistema de juego tiene mimbres clásicos y funcionales, pero Konami también se lanza a introducir sus propias ideas. Combates por turnos con seis personajes en el grupo, debiendo prestar atención a las posiciones de cada personaje, porque en función del arma que porte, o donde queramos situarlo, atacará y se defenderá de los ataques de una manera u otra. Mismamente si ponemos a un personaje muy físico en retaguardia, taponado por otros, simplemente no podrá atacar a nadie. Hay una interesante división entre armas y tipos de ataque a la hora de diseñar las escuadras y disposición del grupo, un toque estratégico muy sencillo e interesante. Luego, hay otras facetas del combate, como los ataques combinados o especiales, donde si se producen determinadas circunstancias (dos personajes afines en el mismo grupo u otra situación especial), podemos activarlos, obteniendo ventajas que no ofrecen simples ataques aislados. Por ejemplo, el protagonista y su antiguo maestro, pueden hacer un ataque combinado sumamente útil que golpea a todos los enemigos en pantalla.

Luego, como eventos especiales, tenemos las batallas y los duelos. Ambos se resuelven con un curioso sistema de «Piedra, Papel, Tijeras», donde unos ataques rompen a otros concretos. En las batallas, contamos con miles de hombres, siendo nuestra «energía», y el objetivo es ir mermando los hombres del rival con esos ataques (carga, flechas o magia), u otros especiales. Para no ir a ciegas, se puede intuir un poco qué ataque va a usar el enemigo y anticiparse a él, porque hacer un ataque y que el rival nos haga su contrario, nos hace un daño enorme, y viceversa. Lógicamente, también puede haber ataques cruzados, usando el mismo tipo, y causar bajas en ambos bandos, pero no tan grandes como una piedra aplastando tijeras. El reclutar más personajes nos ayudará tanto a anticipar el siguiente ataque enemigo (un número limitado de veces), como otros efectos o conseguir que soldados enemigos se pasen a nuestro bando. Los duelos son más sencillos en ejecución y en la forma de anticipar el ataque enemigo: dos luchadores, elección adecuada de los ataques, y el primero que pierda su barra de vida, cae.

 

 

Dos grandes características de este juego, que se convierten en identitarias para toda la saga, son el reclutamiento de decenas de personajes, con características propias en muchos casos; y el uso de una fortaleza central como centro neurálgico de operaciones, que crecerá y mejorará ostensiblemente, no solo al avanzar el argumento, sino también, cuantos más personajes reclutemos, consiguiendo que muchos de ellos añadan características especiales a la misma como tiendas, baños, zonas de juego… Además, gran parte de los personajes pueden usarse como guerreros normales dentro de nuestro grupo. Quizá sea chocante que hayamos reclutado cocineros, albañiles o jardineros para mejorar las condiciones de nuestros hombres y castillo, y nos los llevemos a luchar también por ahí, pero el juego ofrece esa opción con casi todos los personajes reclutables, por raro que esto sea. No es en absoluto necesario, pero hay muchísimos jugadores que han leveleado al máximo a estos personajes más secundarios, un trabajo arduo, pero ya digo, el juego te deja hacerlo, y te salen grupos variopintos con ello. Y cuantos más personajes extra vayas reclutando, más hombres tendrás en las batallas entre ejércitos, otro añadido importante.

Grandes batallas, heroicas gestas, momentos de gran camaradería, traición y tremendas tristezas. Acontecimientos globales que tienen su comienzo en pequeñas grietas del alma y el corazón… Un mundo cambiante lleno de personas, pequeñas y grandes, anodinas y notables, para sentir que, quizá las cosas no cambian tanto, que todo está ya escrito y dispuesto, pero hay que luchar y construir ese destino con nuestras propias fuerzas, ya que no llega solo. Ese es el gran sentido de este también gran videojuego.