De entre los múltiples motivos para elegir hacer una reseña, que puede ir desde el sacar a la luz juegos interesantes y olvidados, algo épico, historias de tantos héroes del pasado, la nostalgia y el cariño… Pues creo que es la primera vez que saco una entrada por tener hambre. De hecho, mi pensamiento se va al Panic Restaurant de NES, pero ese ya lo reseñe. Y lo que me viene ahora a la cabeza es hacerme una hamburguesa cargadita de todo ¡Así que no hay otra opción que Super Burger Time! Data East vuelve a 33bits, y como ya he dicho alguna vez, y lo que aún nos queda de seguir viendo de esta gran compañía.
Todo viene de hace casi cuarenta años, 1982, de una recreativa simpática como ella sola llamada BurgerTime. Para entonces Data East Corporation ya había lanzado casi una docena de juegos, pero este título y Bump ‘N’ Jump el mismo año, empezarían a darles fama. En el caso de BurgerTime, se trata de un juego de plataformas, escaleras y niveles que en la época que estábamos nos tenía que traer a la cabeza a Donkey Kong o Popeye:
Aquí el objetivo es saltar sobre los ‘estratos’ que componen unas hamburguesas, empujándolos al nivel inferior, creando un efecto de arrastre hasta que la hamburguesa esté completa en el plato. Para que nos suba un poco más el hambre, pepinillos, huevos fritos y perritos calientes serán nuestros enemigos. Pero podemos defendernos tirándoles esos alimentos si están debajo de ellos, o con nuestro pimentero de dosis limitadas. La fama fue muy buena, y tuvo una enorme cantidad de conversiones domésticas. Lo merecía, divertida, sencilla y simpática.
Pues en 1990 esta idea se potencia muchísimo. Con ese mismo esquema, tenemos salas mucho más grandes trufadas de enemigos, más items y armas, y con hamburguesas que cada vez son mayores. Los créditos en esta recreativa no solo son menos abundantes que en otras producciones a priori más fastuosas, sino que vemos gente con menos curriculum dentro de la enorme cantidad de juegos de la compañía, como el director del proyecto Koji Akibayashi, el diseñador de hardware Hiroyuki Iwabe -presente en Act-Fancer– , o el programador Men Taiko que ejercería de productor en Captain America & The Avengers.
Y aunque estamos ante el juego original llenito de vitaminas -y proteinas… perdón…-, Super Burger Time se impregna de otros sabores como Bubble Bobble o Don Doko Don de Taito, en un estilo de juego que explotó y la misma Data East aprovecharía con cosas como Rodland este 1990, donde también aparecería otro clasicazo de este estilo de juego como es el Snow Bros de Toaplan. Pero por muchos power-ups, enemigos, efectos, escenarios y jefes, lo principal sigue siendo hacer hamburguesas empujando los ingredientes hacia abajo como ocho años atras. Y eso le daba una base más diferenciada a esta recreativa.
Aquí controlamos a los hijos del cocinero original. Y digo hijos porque con los referentes que he mencionado arriba el juego a dobles era algo vital que hacia que estas máquinas fueran muchísimo más disfrutables. Hay que reseñar también que en esta recreativa tenemos scroll y los niveles son cada vez más ámplios -en serio, le voy a pegar un bocado a la mesa viendo las hamburguesas gigantes de los últimos-, con lo que ambos players deben compenetrarse para moverse, a diferencia de los juegos con la pantalla totalmente estática.
Cinco mundos con cuatro fases en cada uno, donde la última es una lucha contra un jefe final. Y un mapita cuando cambiamos de mundo que acentua esa simpatía ‘cute’ y espíritu aventurero. La recreativa es divertida y se gana tu cariño inevitablemente. Es aquí donde meto a Tatsuya Kiuchi y Tomoyoshi Sato como los responsables de música y sonido del juego. Si de otros nombres he dicho que tienen menos currículo, aquí pasa justo lo contrario, estos dos fenómenos tienen multitud de trabajos en la misma compañía y fuera de ella. Creo que he saturado un poco la entrada de links para que el lector elija él mismo documentarse en esta ocasión, frente a bombardearle con demasiadas referencias escritas. Pero la entrada retro de hace dos semanas tuvo las manos de Kiuchi también.
Como siempre, es una pena que quien se haya acercado a esta entrada no perciba el tremendo sentimiento de alegría, simpatía y jocosidad que produce la música de este juego. Se pierde más por no escuchar el sonido durante la entrada que por no verla en movimiento, mirad lo que os digo.
La paradoja es que este juego no tuvo versiones domésticas directas, en clara diferencia con su hermano pequeño, donde si las fuentes digitales no engañan, llegó a la decena de sistemas. Ambos han aparecido también en las tiendas virtuales de algunas consolas, como en la de Nintendo. Así que espero se me sepa disulpar por no alargar entonces más la entrada y despedirme aquí ¡ME VOY A CENAR DE UNA VEZ!