A pocos días del lanzamiento de Lost Judgment, resulta gratificante observar el historial del Ryu Ga Gotoku Studio y poder examinar la evolución que han ido experimentando sus juegos a la hora de ser lanzados en Occidente. Antaño cada nuevo desarrollo iba acompañado de innumerables dudas sobre si sería publicado o no en nuestro país, en todo caso haciéndolo con muchísimos meses de retraso con respecto a Japón y sin ningún tipo de localización, mientras que ahora estamos a punto de recibir Lost Judgment con una localización perfecta y con lanzamiento simultaneo en todo el mundo.
Esta evolución en la forma de distribuir sus productos ha venido acompañada, como es lógico, de la evolución del propio producto. Con cada nuevo Yakuza han conseguido expandir y refinar la formula al mismo tiempo que lograban mantenerse fieles a sus orígenes, al menos hasta la llegada de Yakuza: Like a Dragon. En ese momento se decidió modificar por completo la base jugable de la saga, convirtiéndola en un excelente sucedáneo de JRPG, y las tradicionales mecánicas de beat ‘em up quedaron apartadas —veremos si de forma temporal o definitiva— para convertirse en el armazón que iba a sustentar otros productos derivados de la franquicia. Fue un movimiento arriesgado, uno de esos giros de 180º que solo podría realizar un estudio con plena confianza en su trabajo, y, en base a lo visto en Yakuza: Like a Dragon y ahora en este Lost Judgment, totalmente acertado.
Lost Judgment nos pone de nuevo en la piel de Takayuki Yagami, el abogado reconvertido en detective privado que ya protagonizó el primer Judgment y que en esta ocasión se verá envuelto en un caso relacionado con la detención de un hombre por acoso sexual y con el posterior descubrimiento de su posible implicación en un caso de asesinato tras el descubrimiento de un cadaver cuya identidad es revelada por este hombre, incluso antes de que la propia policía pueda identificar a la víctima. Sería un delito dar muchos más detalles de la trama, pues, como ocurría en el anterior Judgment, esta se irá enrevesando progresivamente y los acontecimientos iniciales no serán más que la primera capa de la cebolla, así que es suficiente con decir que es una historia muy convincente que consigue mantenernos atrapados hasta su desenlace y que, además, no se corta a la hora de pisar charcos atreviéndose con temáticas tan duras como el abuso escolar, el acoso sexual o la trata de blancas.
El enfoque con el que se han tratado temas tan delicados peca a veces de pueril o de superficial y también es probable que pueda haber gente que llegue a sentirse molesta ante lo explicito de determinados hechos o descripciones, pero, en lineas generales, el Ryo Ga Gatoku Studio sale airoso y en este nuevo viaje por los bajos fondos consigue ofrecernos un interesante retrato sobre los limites de la justicia cuando es confrontada por lo peor del alma humana.
Uno de los principales problemas del primer Judgment era su lentitud, con unas primeras horas soporíferas en las que después de un impactante prologo, y con el fin de poder presentarnos a los personajes e introducirnos las mecánicas jugables, nos sentíamos un tanto estancados y no parábamos de dar vueltas sobre los mismos hechos sin que existiera un progreso claro en la narrativa. Lost Judgment afronta un problema similar, pero se ha adoptado un camino distinto y en esta ocasión, en lugar de presentarnos de inicio los principales puntos de la historia para luego pisar el freno con brusquedad, se ha apostado por introducirnos en ella de forma aun más lenta, pero constante.
Tanto es así que las primeras horas de juego las dedicaremos a la resolución de casos independientes e incluso podrán llegar a pasar unas tres o cuatro horas hasta que nos veamos inmersos de lleno en la historia principal, sobre la que ya habremos ido recibiendo pinceladas cada vez más numerosas para ir cimentando la sensación de misterio. Por desgracia, incluso después de haber pasado por este extenso periodo introductorio, es frecuente que la historia principal incorpore misiones de relleno con las que poder presentarnos nuevas mecánicas o tareas secundarias, dañando el flujo con el que avanza la narrativa, aunque muy lejos de llevarla al desastre. Simplemente es un juego que se toma su tiempo y en el que la historia, como en las buenas novelas de crimen y misterio, se cuece a fuego lento hasta llegar a unas horas finales donde los acontecimientos se precipitan y se llega a un autentico clímax de infarto.
La seriedad y dramatismo de la trama principal tiene su contraste en lo hilarante del contenido secundario, en el que cualquier cosa es posible por muy extravagante que parezca. Desde perseguir a un ladrón de bragas que se cuela en las casas escalando las fachadas de los edificios hasta investigar abducciones o ayudar a unos ciudadanos a encontrar un tesoro perdido durante una noche de fiesta. Yokohama —la ciudad en la que, al igual que en Yakuza: Like a Dragon, transcurre la mayor parte de la acción— es un inmenso parque de atracciones dotado de una cantidad gigantesca de contenido a descubrir, con decenas de casos y tareas secundarias, actividades y minijuegos: golf, carreras de drones, bolos, shogi, apuestas, baile, mahjong, casino, maquinas arcade clásicas de Sega… Incluso tendremos una Master System perfectamente funcional en nuestra oficina, con 8 juegos a coleccionar.
Seria normal pensar que para incluir tal cantidad de contenido se ha tenido que sacrificar la profundidad de las mecánicas de juego, pero es justamente aquí, y no en la absorbente historia o en lo inabarcable del contenido, donde el trabajo realizado por el Ryo Ga Gotoku Studio se eleva hasta cotas impensables. Absolutamente todas las mecánicas jugables, tanto las nuevas como las importadas de la primera entrega, están pulidas al milímetro y funcionan con la precisión de un reloj. Las secuencias de persecución, por poner un ejemplo de mecánica muy criticada en el anterior juego, se han revisado por completo y ahora incorporan una barra de estamina que decrece en función de nuestro desempeño durante la persecución, haciendo que esta vez si sea importante no fallar durante los QTE o no alejarnos demasiado de nuestro objetivo. Del mismo modo se ha mejorado el parkour, que en esta ocasión incorpora una barra de resistencia y QTEs emergentes, además de obligarnos a trazar nuestra propia ruta a través de los tejados y elementos del mobiliario urbano.
Mención aparte merece, por supuesto, el sistema de combate. A los conocidos estilos de combate del tigre y la grulla —ya presentes en Judgment— se les suma el estilo de la serpiente, que nos facilitará el combate contra grupos al permitirnos afrontar la lucha de forma defensiva, apostando por los contraataques al poder esquivar los ataques enemigos si pulsamos el botón en el momento adecuado, y también contra enemigos armados, al habilitar un QTE que nos permita desarmarlos con rapidez si conseguimos agarrarlos. Así mismo, la velocidad del combate y la movilidad de nuestro personaje se han revisado por completo para que todo resulte más agil. Es una autentica delicia entrar en una pelea y ver como Yagami responde con suavidad e inmediatez a nuestras acciones, sin rastro de la tosquedad o la lentitud que en ocasiones podíamos percibir en Judgment.
Y es que la fluidez absoluta es otra de las principales mejoras. La incorporación de los SSD en la nueva generación de consolas ha supuesto un cambio de paradigma y Lost Judgment se aprovecha de ello para ofrecer inmediatez total. Los tiempos de carga son inexistentes más allá de una pequeña pantalla negra de 8-10 segundos cuando iniciamos partida y esto, en un juego recargado de cinemáticas en el que además estamos constantemente entrando y saliendo de edificios o alternando entre el modo normal de exploración y el modo de combate, supone un «game changer» absoluto, aunque lo cierto es que no se ha puesto el mismo esfuerzo por aprovechar otras posibilidades de las nuevas maquinas. El juego funciona a 60 fotogramas por segundo, pero el soporte para las características del DualSense es inexistente.
Durante las más de 40 horas que he pasado jugando con Lost Judgment, no ha habido ni un solo minuto en el que no me preguntase que clase de pacto con el diablo había podido realizar el Ryo Ga Go Studio. Quizá la lentitud de su narrativa pueda exasperar a algunos jugadores y la crudeza de su temática pueda espantar a otros, pero han conseguido un titulo prácticamente redondo en todos sus apartados, con una cantidad de contenido descomunal, una historia magistral y una jugabilidad variada y a prueba de bombas. Un imprescindible y toda una muestra de la madurez creativa de sus autores despues de años y años trabajando en el perfeccionamiento de un estilo.
Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por Koch Media