Beat’em up, brawler o si no se quiere recurrir a términos foráneos, un «yo contra el barrio» de los de toda la vida. Eso es 99 Vidas, un juego del estudio brasileño QUByte Interactive que nos traslada a épocas mejores para el género que nos atañe, inspirándose de forma clara en los grandes títulos de este tipo y de forma más concreta en el mítico Streets of Rage. Veamos qué nos ofrece en su versión de Nintendo Switch.

El juego cooperativo de modo local parece cada vez más minoritario ante la cada vez mayor predominancia del juego online, a la hora de disfrutar de este ocio de forma acompañada. No obstante, los «yo contra el barrio» siempre se han caracterizado por un fuerte enfoque cooperativo y 99 Vidas, no iba a ser menos. Estamos ante un juego que se puede disfrutar de cabo a rabo en solitario, pero que sus dosis de diversión crecen de modo exponencial cuando se pone a los mandos un amigo con el que repartir mamporros. Además, tenemos la opción de no solamente jugar acompañados por otra persona, sino que podremos ser hasta cuatro los jugadores que recorramos los escenarios colaborando en el noble arte de repartir leches sin tirar de ninguna sustancia que contenga lactosa.

Por si no fuera suficiente, se nos da la posibilidad de jugar mediante conexión online, aunque para un servidor, la gracia de todo esto siempre residirá en jugar con alguien que tengas cerca.

El sistema de juego es simple pero tremendamente adictivo, norma de la casa -o del género- que cualquier aficionado a los videojuegos seguramente refrendará al recordar muchos de los juegos que nos han deleitado con esta estructura a lo largo de décadas. En este caso, disponemos de un botón para enlazar puñetazos y otro para las patadas, propiciando algún combo cuando mezclamos ambos de forma correcta. Estos golpes nos ofrecen un mayor repertorio cuando los combinamos con el salto -aspecto clave para salir airosos en nuestro camino-. Por último, otro botón nos permitirá activar un poder especial que dependiendo de si lo hacemos cuando tengamos la mitad de la barra cargada, o la totalidad de la misma, hará más o menos daño a los enemigos en pantalla.

Profundizando un poco más en nuestras posibilidades de acción, iremos descubriendo cómo podemos repeler enemigos con un movimiento especial que nos costará parte de nuestra barra de vida, correr y cargar contra ellos, agarrarlos -con eróticos resultados en cualquiera de las posibilidades que se nos abren con ello- o usar objetos contundentes para medir cómo de largas son las costillas de cada adversario.

Disponemos de cuatro personajes iniciales para comenzar nuestras andanzas, aunque podremos ir desbloqueando varios más hasta alcanzar la nada desdeñable cifra de once en total. Todos ellos con ligeras variaciones a la hora de usarlos que agregarán variedad y rejugabilidad a un título que ya de por sí ofrece una cantidad considerable de contenido.

Y es que 99 Vidas llega muy cargado de contenido. Tanto que es una de sus principales bazas para convencer al jugador de que lo adquiera. Al modo principal en el que recorreremos 6 escenarios, habría que añadirle el modo arcade, en el que no tendremos la posibilidad de reiniciar cada nivel cuando fracasemos, teniendo que comenzar desde el principio -como hemos hecho toda la vida de Dios en estos juegos-, el modo «versus» donde podremos «dialogar plácidamente» con nuestros amigos para medir nuestra habilidad a los mandos y el modo «remix» que ha supuesto una agradable sorpresa para quien escribe, ya que no solo se nos presentan nuevos escenarios, sino que también enemigos distintos y con una dificultad considerablemente más elevada que lo visto anteriormente.

Sea como fuere, 99 vidas propone al jugador una notable cantidad de horas si se quiere exprimir el juego al 100 %, ya sea desbloqueando a todos los personajes y jugando con ellos o disfrutando de cada uno de sus modos, acompañado o en solitario.

 

PUÑOS Y PATADAS A DESARROLLAR

Uno de los aspectos que más llama la atención es la mejora de nuestros personajes, que se realiza al finalizar cada fase, invirtiendo nuestras ganancias en una tienda en la que podremos adquirir combos, mejoras en ciertos movimientos especiales o comprar vidas.

Resulta de vital importancia que tratemos pues de perder el menor número de vidas, para poder invertir en el desarrollo de nuestro personaje en lugar de alargar el contador de las mismas.

Es un elemento del juego bastante simple pero que dota al conjunto de una diferenciación que se agradece.

 

HUMOR POR LOS CUATRO COSTADOS

Si una de las grandes bazas de 99 Vidas es su contenido, otra es el acertado sentido del humor que han imprimido en el juego, trayéndonos todo tipo de situaciones que grabarán en nuestra cara una sonrisa continua. Desde referencias al Black Friday con manadas de personas corriendo en su orgía consumista, hasta los diálogos con los jefes al final de cada nivel. Estos enemigos son otro de los puntos fuertes, ya que nos ofrecerán un reto considerable y el necesario aprendizaje de sus patrones para derrotarlos. Mención especial a uno de ellos, que parece hacer referencia a cierto jugador que propició la victoria en un mundial de fútbol por una mano que muchos consideraron como algo bendito.

Todo este humor tiene un marco genial en los píxeles que homenajean a los 16 bits -y en alguna situación puntual incluso a los 8 bits- que recrean con gusto y un elevado detalle los escenarios y sobre todo los jefes finales a los que nos enfrentamos.

 

ALGO MÁS QUE GOLPES

En algunas fases, tendremos que hacer algo más que «repartir leña», ya que tendremos que poner un ojo en el tráfico que podrá golpearnos, en la citada manda de capitalistas o en obstáculos que nos saldrán al paso a cada poco. Estos elementos son muy interesantes de cara a la jugabilidad puesto que no solo tratan de ponernos las cosas difíciles, sino que podremos hacer uso de ellos para volverlos en contra de nuestros enemigos. Una vez más, se agradece ese puntito de diferenciación con respecto a otros títulos.

En definitiva, 99 Vidas es un juego muy recomendable para cualquier amante del género o para quienes estén buscando una propuesta divertida para jugar acompañado. Tiene algún punto a mejorar, como cuando los enemigos deciden darte la espalda en lugar de cruzar puños con nosotros por a saber qué extraña razón pacifista, derivando en un extraño baile hasta que deciden que el mejor modo de solucionar los problemas no es hablando; pero es un lunar en un océano de aciertos.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por QUByte Interactive