La ciencia ficción siempre me ha fascinado, y cuando los videojuegos usan este género con mimo y esmero, pueden salir verdaderas joyas. Temas como la clonación, la memoria, la dependencia hacia los robots en el futuro… pueden dar mucho de sí. Crying Suns es en primera instancia un rogue-like, pero su historia y sus interrogantes van abriéndose camino hasta que pasan a convertirse en lo verdaderamente importante del título. Es difícil hablar de esa faceta de Crying Suns, pero lo intentaré.

Crying Suns es un rogue-like donde comandamos una nave espacial. En nuestras manos está elegir las armas, los comandantes, los cazas, las fragatas y el itinerario. El título se divide en dos vertientes, el combate y todo lo demás. Cuando combatimos veremos las dos naves enfrentándose y un campo de hexágonos donde desplegaremos nuestras pequeños cruces o cazas; cuando no combatimos nos movemos por un mapa y plantaremos cara a eventos donde conseguiremos los recursos necesarios. Pero el juego no es totalmente rogue-like, también hay ciertos toque rogue-lites, pero que funcionan de forma extraña. El juego se divide en capítulos; cuando completamos uno, lo dejamos atrás y no tenemos que volver a él nunca más.

La historia comienza de forma singular, pero acompañada de un cliché, la amnesia. Nos despertamos en un planeta a las afueras del Imperio, y una máquina nos explica que tenemos la gloriosa misión de salvar a la humanidad. Las máquinas -llamados OMNIs-, totalmente fundamentales para la supervivencia del ser humano, se han apagado. Nadie sabe por qué ni quién lo ha hecho. Lo que sí está claro es el caos que esto ha desatado; todos los sectores han quedado aislados, reina la anarquía. Con una sola nave debemos de llegar hasta la capital y activar de nuevo a los OMNIs. La historia tiene ciertos toques de Warhammer 30.000; la ambientación melancólica fomenta esto aún más. En esencia es un viaje de esperanza, una revolución contra lo establecido, con buenos giros de guión y personajes extravagantes. Pero no es oro todo lo que reluce, creedme.

Pero no solo vale con una historia principal; un buen rogue-like necesita de buenas misiones secundarias. Crying Suns las tiene, pero son demasiado pocas. Y eso no es lo peor, muchas de ellas solo pueden resolverse positivamente de una forma. Cuando ya sabemos quién nos va a traicionar o lo que tenemos que responder para que nos den el combustible que ofrecen, el título empieza a perder interés. Necesita muchas más misiones secundarias, sobre todo porque estamos hablando de un juego largo, que puede durar veinte horas fácilmente. El mero hecho de poner soluciones que varíen al cincuenta por ciento no es suficiente, hace falta más contenido; este es sin duda el punto más flojo de Crying Suns, y espero que lo arreglen en el futuro. Es relativamente sencillo añadir nuevas misiones y eventos para dotarlo de más variedad.

El combate es uno de sus puntos fuertes. Los vehículos se mueven por un campo de casillas hexagonales, llenos de obstáculos en forma de asteroides o torretas. Debemos de destruir la nave enemiga, en el otro extremo del mapa. Hay tres tipos básicos de naves: las fragatas, los cazas y los drones. La fuerza de estos navíos se basa en el típico piedra-papel-tijera, fuerte contra uno pero débil contra otro. Esto nos obliga a usar los tres tipos de vehículos constantemente, a moverlos de forma inteligente y apropiada. Cada una de las naves tiene subtipos; algunas son invisibles, otras tienen más vida, las hay incluso que se teletransportan. Por otra parte, nuestra nave principal tiene armas propias; algunos cañones sirven solo para las naves pequeñas, pero también los hay que disparan directamente a la nave enemiga. Estas son nuestras herramientas, pero nuestra visión de combate es incluso más importante. Saber dónde colocarlos y cómo usar los recursos es igual de importante.

Los enemigos del título son muy variados, pero todos comparten algo; su odio por el Imperio. Cada zona está dominada por un enemigo y sus secuaces; casas enemigas, la Iglesia, los chatarreros… Cada uno tiene uno tiene un estilo de nave, que tendrá más armadura o más capacidad para vehículos pequeños. De hecho, cuando derrotamos al jefe de cada capítulo, desbloqueamos su nave para poder jugar la siguiente sección. 

Mejorar la nave es otra de las funciones básicas que llevaremos a cabo en Crying Suns. Podemos mejorar el espacio del hangar, la cantidad de naves que podemos desplegar, los golpes que aguanta nuestra nave antes de recalentarse, el número de armazones disponibles y varias cosas más. Para mejorar esto necesitamos chatarra, la moneda básica de toda la galaxia después de la caída del Imperio. La conseguimos haciendo favores, visitando lugares y sobre todo haciendo incursiones terrestres en los muchos planetas a los que vamos llegando. Los oficiales que vamos contratando serán los encargados de llevar a cabo esas incursiones, cada uno tendrá una especialización que servirá en ciertos casos. Estas especializaciones también nos permiten llegar a soluciones distintas en algunos de los eventos que se nos van revelando.

Personalmente opino que Crying Suns abarca mucho y no llega a ofrecer todo lo que debería. No es mal juego en absoluto, y hasta su momento final me ha mantenido enganchado por su historia, pero le falta contenido. El combate se estanca y los eventos se repiten; puede que una historia interesante no sea suficiente para mantener enganchado a los jugadores.

El título usa una mezcla de pixel-art en tres dimensiones de lo más extraña, pero que da buen resultado. Los colores apagados y oscuros fomentan más ese ambiente opresivo y sensación de tristeza que inunda al título. Los efectos y animaciones están lo suficientemente trabajados, no hay problemas en ese aspecto. La música usa sintetizadores manteniendo notas durante mucho tiempo, como si de música drone se tratase. También tiene algún que otro tema animado, pero son los menos.

En conclusión, Crying Suns se queda a las puertas de la grandeza. En términos rogue-like de 2019, no falla tanto como Void Bastards, pero tampoco alcanza la gloria de Children of Morta, teniendo en cuenta que no comparten género más allá de lo obvio. Un buen juego que con un poco de trabajo y de variedad puede llegar a ser realmente grande. Ahora bien, si os gusta la ciencia ficción, tomar decisiones difíciles y las naves espaciales, el título gana varios enteros. Da gusto comandar una nave y destruir a los enemigos del Imperio.

 


Este análisis ha sido realizado mediante una copia cedida por Humble Bundle