Es difícil explicar las sensaciones que he tenido mientras jugaba Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes. Soy, como ya expliqué en el avance previo a este análisis, un fanático absoluto de la saga Suikoden y durante años y años he deseado su retorno con una nueva entrega, por lo que el anuncio de este Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes fue un sueño hecho realidad, sobre todo sabiendo que Rabbit & Bear Studios, el nuevo equipo creado para su desarrollo, estaba formado por numerosas personalidades relacionadas con la saga de Konami, con Yoshitaka Murayama, su creador, a la batuta.

He seguido, por tanto, los avances del proyecto con impaciencia durante casi cuatro largos años, y, cuando sentía que ya lo estaba rozando con la punta de los dedos, nos llegó la trágica noticia del fallecimiento de Murayama el pasado mes de febrero. Sentarte ante la obra póstuma de un creador cuya muerte has sentido en el alma, y por el que sientes un profundo respeto y admiración, es una experiencia que da vértigo, el cual no ha dejado de acompañarme a lo largo de las 55 horas que he pasado en el mundo de Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes.

Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes en un vistazo superficial resulta ser muy similar a las dos primeras entregas de Suikoden. La historia en cuyo eje central se encuentra un conflicto bélico, las intrigas políticas, los más de cien personajes reclutables para nuestro bando, los bellos gráficos pixelados, los combates por turnos, las mazmorras, los duelos, las batallas tácticas entre ejércitos, la facilidad para oscilar tematicamente entre el drama y la comedia… Todo lo que podíamos esperar está ahí, aunque, por supuesto, Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes también tiene su propia personalidad y consigue reinventar muchos de estos elementos.

La estructura del juego no dista demasiado de lo visto en numerosos JRPG de corte tradicional, de esos que hoy día no abundan. Un viaje que tiene lugar a través de un mundo que invita a ser explorado, a pesar de que no es tan grande como el de nombres propios del género como Final Fantasy, Dragon Quest y Tales of, entre otros. Por suerte, más no siempre es mejor, por lo que el diseño de algunas mazmorras, así como las oportunidades que surgen en lo que al reclutamiento de personajes se refiere, dan lugar a una experiencia muy satisfactoria para cualquiera de esos jugadores que disfrutan del completismo.

Dichas mazmorras, ya sea en interiores o exteriores, tienen un diseño de niveles más que correcto, con sus caminos alternativos, secretos, algún que otro rompecabezas y, por supuesto, un grado de desafío imposible de ver fuera de ellas. De algún modo, cuando nos adentramos en una mazmorra, el juego consigue transmitir esa sensación de que somos frágiles y estamos en un lugar realmente hostil.

Mención especial merecen las ciudades, que destacan tanto por la cantidad de ellas como por su variedad. Porque siempre es agradable descubrir una nueva aldea después de una expedición a lo más profundo de un calabozo o de un peligroso viaje a través del mapamundi, conocer a nuevos personajes, descansar en una posada o echar un vistazo al género que ofrece cada tienda. Además, la gran mayoría de personajes que podemos reclutar están en las ciudades y nos permiten implicarnos en todo tipo de pequeñas —y no tan pequeñas— historias y misiones de toda clase con el objetivo de que se unan a nuestras fuerzas. Eso sí, es inevitable que, con tantos personajes a reclutar, haya algún que otro problema de balanceo entre aquellos personajes destinados al combate o que algunas de las historias que nos plantean sean más interesantes que otras.

No se puede disfrutar de un JRPG como Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes sin profundizar y comprender cómo funciona un sistema de combate que, sobre el papel, resulta bastante amigable a la hora de adentrarse en él. Sin embargo, conforme pasan las horas y se habilitan nuevas mecánicas, nos damos cuenta de que las peleas tienen mucha más miga de la que se aprecia durante los primeros compases del juego.

Las peleas son mucho más estratégicas de lo que se intuye en las primeras horas, ya que más allá de equipar a los personajes y desarrollar sus aptitudes subiendo de nivel, es fundamental comprender los conceptos de retaguardia, vanguardia y apoyo. Porque hay situaciones de las que no es posible salir airosos pulsando «atacar», algo que incluso no es posible en algunas ocasiones debido a la especialidad de cada aliado. Por ejemplo, los personajes especializados en ataques a distancia nos brindan la posibilidad de disparar a los rivales que permanecen en la retaguardia del bando enemigo.

Hay dos cosas que nos han gustado especialmente. Una es la curva de dificultad, muy bien medida y prácticamente exenta de esos picos que a menudo se convierten en una pesadilla para el jugador debido a la sensación de injusticia que aplican a las peleas. La otra es la apuesta por elementos dinámicos que van más allá de los comandos de atacar o ejecutar habilidades, ya que hay algunos combates cuyas condiciones cambian conforme avanzan los turnos, como es el caso de un jefe al que es casi imposible derrotar si no prestamos atención ciertos elementos del entorno y realizamos acciones sobre ellos. Por cierto, existe la posibilidad de seleccionar un modo automático para que la CPU tome todas las decisiones por su propia cuenta, por lo que el papel del jugador se limita a la disposición de los personajes en el campo de batalla y a establecer previamente los parámetros básicos que van a guiar las acciones de la CPU.

Este modo automático contribuye a evitar tedios y a suavizar la sensación de grindeo, algo que prácticamente nunca es necesario realizar en Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes. Es verdad que los personajes a reclutar están en ocasiones en un nivel inferior al de nuestro grupo habitual o que el juego no cuenta con ningún tipo de mecanismo que reparta experiencia con aquellos personajes que no están en combate, con lo que al final resulta imposible tener a todos los personajes nivelados, pero, al igual que en Suikoden, los personajes cuyo nivel se ha quedado rezagado reciben un bonus importante de experiencia al entrar en combate, por lo que resulta fácil que podamos reincorporar a nuestro grupo habitual a un personaje que hemos dejado de utilizar hace horas, pues tras una reducida de combates se pondrá rápidamente al mismo nivel que sus compañeros.

La historia del juego nos pone en la piel de Nowa, un joven cadete que, junto a sus compañeros de la guardia, recibe la misión de colaborar con una fuerza de elite del Imperio para tratar de obtener una lente rúnica. Dichas lentes tienen un papel importante en el mundo del juego, pues permiten canalizar poderes mágicos, y la que estamos buscamos es una lente primigenia de gran poder. Se espera que la expedición conjunta de la Liga y del Imperio asiente las bases de una nueva era de paz tras años de guerra pero el descubrimiento de la lente primigenia acabará avivando las llamas de un conflicto en cuyo centro acabaremos situados, para pesar tanto de Nowa como de sus recientes amigos en el bando imperial.

Con el avance del conflicto, el ritmo de la historia es MUY lento en las primeras horas. Acabaremos necesitando un cuartel general que pueda acuartelar nuestras tropas y albergar a todos los personajes que iremos reclutando y, con el paso del tiempo, irá creciendo hasta ser un enorme castillo convertido en una ciudad con vida propia. Esta característica, de nuevo, ya estaba presente en la saga Suikoden, pero, si en la saga de Konami el crecimiento era unicamente dependiente del número de personajes reclutados hasta ese momento, en este caso se le ha dado un giro de tuerca y el cuartel general tiene su propia mecánica de crecimiento, para la cual deberemos hacer acopio de materiales (recolectando o comerciando con ellos, por ejemplo) y tras ello seleccionaremos el área del castillo que deseamos ampliar. Esto es solo un ejemplo de lo mucho que el juego se esfuerza por reinventarse, aun moviéndose dentro de lo conocido.

Y es que Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes resulta un homenaje no solo a la saga Suikoden, también a todo lo que fue el género en la última década del pasado siglo. Es cierto que se aferra a la tradición hasta el punto de perder gran parte de la capacidad de sorpresa o que se echan en falta más mejoras de calidad de vida, pero Eiyuden Chronicle: Hundred Heroes convence y consigue ganarse su propio hueco en el corazón de todo aquel dispuesto a darle una oportunidad. Disfrutemos del último regalo del maestro Murayama.