Han pasado nada más y nada menos que trece años desde el lanzamiento de The World Ends With You en occidente. Visto con perspectiva resulta un tanto sorprendente que el equipo de Kingdom Hearts se atreviese con el desarrollo de una nueva franquicia mientras una legión de fans clamaba por recibir nuevas aventuras de Sora y sus amigos, por aquel entonces en la cúspide de su popularidad. No menos sorprendente, al menos para el estándar actual, es que Square Enix no se lanzase a exprimir lo que parecía una nueva gallina de los huevos de oro, pues The World Ends With You fue bendecido con el aplauso casi unánime de critica y jugadores, ganándose el estatus de juego de culto y convirtiéndose por derecho propio en uno de los mejores juegos de Nintendo DS.

Quizá la culpa la tenga la desastrosa planificación de lanzamientos que ha lastrado buena parte de los proyectos de Square Enix durante la ultima década, pero el caso es que The Words Ends With You al fin resucita despues de este largo periodo en el limbo y lo mejor de todo es que lo hace con un juego que no tiene nada que envidiarle a la entrega original. Bienvenidos de nuevo al Juego de los Segadores.

Una de las premisas más llamativas de The World Ends With You era su intención de reflejar las principales características de su época. Si, había una historia que conseguía atrapar e intrigar al jugador mezclando con mucho acierto determinados tópicos del anime con elementos fantasticos y existencialistas, pero gran parte de su encanto estaba en su acertada, aunque exagerada, representación de la cultura urbana y juvenil en el Japón de finales de la primera década del siglo. Algo similar ocurre con este NEO: The World Ends With You, en el que estos trece años transcurridos entre entregas tienen su representación en el juego, tanto en el diseño de las calles del popular distrito de Shibuya como en el de sus habitantes.

Tanto Rindo, nuestro protagonista, como el resto de personajes del juego pueden ser representaciones perfectamente creíbles, que no realistas, de un adolescente actual, con unos diálogos que, al contrario de lo que suele ser habitual en estos casos, no dan vergüenza ajena y no parecen escritos por un señor cuyos últimos recuerdos de juventud nos llevarían más o menos al final de la Era Showa. Evitar este complejo de «Señor Burns con el gorro de Jimbo» es algo más difícil de lo que parece y es un punto en el que fracasan numerosos videojuegos, con lo que este grado de verosimilitud al tratar con la adolescencia, a pesar de la extravagancia y los excesos en los que caen algunos personajes, es uno de los principales aciertos narrativos de los que hace gala el juego.

No es el único, puesto que Shibuya, a pesar de lo limitada que resulta la exploración en numerosos momentos del juego, rezuma vida y esta plagada de numerosos personajes secundarios con sus propias pequeñas y grandes historias por contar. La historia principal también se sigue con gran interés y quizá uno de los miedos principales con respecto a ella, sobre todo teniendo en cuenta quien está detrás del desarrollo, es que resultase un galimatias incomprensible para aquel que no se hubiera empapado de todo el material relacionado con la franquicia -e incluso de otras, como Kingdom Hearts-. Por suerte podemos respirar tranquilos, puesto que, pese a ser una secuela con todas las de la ley, ni siquiera es necesario haber jugado a la entrega original para poder disfrutar de la historia, ya que, aunque nos perderemos muchísimo trasfondo y muchísimas referencias, los acontecimientos relevantes son lo suficientemente independientes y recibimos todas las explicaciones necesarias para impedir que alguien se pueda llegar a perder. Eso si, es necesario avisar que los diálogos son extensos, en ocasiones rozando la magnitud de texto de una visual novel.

Esta historia principal nos obliga, una vez más, a participar del Juego de los Segadores, una especie de competición en la que a modo de gimcana de supervivencia deberemos completar distintas pruebas para poder seguir avanzando. Estas pruebas actúan a modo de misiones y son extremadamente variadas: podemos tener que explorar Shibuya en busca de algún objeto en particular, podemos tener que hallar la solución a algún pequeño acertijo, podemos tener que enfrentarnos a determinado numero de enemigos o podemos tener que eliminar a algún jefe, por decir solo algunos ejemplos. Esta variedad de situaciones, y otras que no puedo revelar para no caer en destripes indeseados, consigue que el juego resulte fresco y divertido en todo momento.

A esta frescura contribuyen en gran medida unos combates que, en lugar de resultar el típico tedio intrascendente y pesado, resultan extremadamente adictivos por su inmediatez y sencillez. Se ha simplificado en gran medida la experiencia de combate ofrecida en The World Ends With You, cuyo uso de las dos pantallas de Nintendo DS resultaba excelente, pero a costa de resultar sumamente complejo a la hora de ejecutar acciones con todos nuestros personajes. En NEO: The World Ends With You se ha apostado por un sistema que, con muchísimos matices, es más similar al de un ARPG estándar.

Tendremos una serie de pines, alrededor de 300, con los que equipar a nuestros personajes. Cada pin corresponde a una habilidad que podremos asignar a uno de nuestros personajes, que a su vez tendrá asignado un botón del mando. Cada vez que pulsemos dicho botón el personaje asignado a él ejecutará la acción correspondiente al pin que tiene equipado y si somos capaces de combinar y alternar con ritmo entre acciones y personajes el juego nos recompensará permitiéndonos realizar un devastador ataque especial, todo ello mientras evitamos quedarnos sin energía y tratamos de esquivar los ataques de nuestros enemigos, aunque la mecánica de esquive, debido a lo frenético y automatizado del combate, no acabe de funcionar especialmente bien. En apariencia puede resultar excesivamente sencillo y machacabotones, pero con el paso de las horas se van incorporando mecánicas que mitigan esta sensación y añaden nuevas capas de profundidad. En cualquier caso, son puro vicio y ademas, al no ser combates aleatorios, podremos escoger la cadencia de enfrentamientos que deseamos, ya que el juego nos ofrece numerosas opciones para adaptar la dificultad a nuestra habilidad y a nuestras ganas de subir niveles.

No podría finalizar este articulo sin hacer referencia al increíble apartado artístico. El característico estilo de Tetsuya Nomura está bien presente y se reconoce desde el primer minuto de juego, esta vez influenciado con fuerza por la moda urbana japonesa contemporánea. NEO: The World Ends With You no solo cuenta una interesante historia y no solo es un juego extremadamente divertido, uno de esos títulos que juegas de principio a fin prácticamente sin darte cuenta y cuya frescura hace que sea un entretenimiento ideal en el que perderse durante estas cálidas noches de verano, es también un triunfo estilístico, una de esas obras que, al igual que su predecesor, sirven como retrato inmortal de una subcultura nacida en un lugar y momento histórico determinado. Incluso la casualidad ha hecho que el protagonista vaya equipado con el complemento estrella de nuestra época: la mascarilla.

 


Este análisis ha sido realizado en PlayStation 4 mediante una copia cedida por Koch Media