Rising Lords es ambicioso, eso no se puede negar. De la mano de Argonwood, unos primerizos, nos llega esta obra. Un juego creado a mano, con unos dibujos tan personales y unas mecánicas tan amplias, tiene que triunfar. Pero a veces demasiada ambición puede tener ciertos aspectos negativos. Acompañadme mientras vagamos por las tierras en Rising Lords y nos convertimos en un incipiente señor dueño de unas tierras. Y probablemente las perdamos en el primer combate. 

Rising Lords es un poco de todo. Es un juego de exploración, conquista, mercadeo, diplomacia y combate. Como si de un Total War se tratase, el juego se divide en dos partes completamente diferenciadas; la administración del imperio por un lado y el combate y conquista por otro. Aunque en este caso, ambos son por turnos. Empezaré explicando un poco la administración y luego continuaré con el combate.

Administrar el imperio es tarea sencilla al comienzo, pero en pocos turnos habrá que empezar a tomar decisiones difíciles. Tenemos un número limitado de trabajadores en nuestro imperio -que depende de la población actual- y colocarlos en el lugar correspondiente. Al comienzo solo necesitaremos comida, así que los cultivos o las granjas de animales serán el primer paso. Pronto necesitaremos nuevos edificios, y deberemos de cambiar a nuestros trabajadores de prioridad. Para entonces nuestra población habrá subido. Pero claro también necesitaremos nuevos espacios, y para conquistarlos necesitaremos ejércitos. Y eso baja la población. Pronto estaremos tomando decisiones duras, como la ración que reciben nuestros súbditos, o la cantidad del diezmo que recogeremos. Felicidad, hambre y demás son cosas a tener en cuenta.

El escenario se divide en ciudades y puntos de interés, como granjas, herrerías o demás. Solo en estos sitios podremos colocar a trabajadores. Alrededor de la ciudad podremos construir todo tipo de nuevos edificios, y hacer así que nuestro territorio crezca. Por su parte, los ejércitos se mueven por zonas, y para atacar una zona nueva tendremos que hacer dos movimientos en el mapa general, primero a la linde de nuestro territorio y luego a la ciudad enemiga. Los escenarios son irregulares y no tienen forma definida, aunque siempre tiene base hexagonal. Su diseño es interesante pero se nota que aún le falta trabajo.

El combate por su parte también se desarrolla en hexágonos. El combate es todo lo típico que podéis imaginar, y en un primer encuentro me ha parecido interesante, pero no sobresaliente. El título también ofrece cartas, que elegiremos en un mazo al formar el ejército. Con ellas potenciaremos ataques o nos defenderemos el próximo turno. De nuevo, tampoco es que sea una gran novedad, pero la combinación de ambas cosas hace que los combates sean interesantes. Por decir un dato gracioso, el primer ejército que forme se hicieron llamar «Los Cobardes», y como bien indica su nombre, murieron al primer contacto con los enemigos.

Por supuesto, el combate presenta una buena cantidad de unidades, cada una con sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Combinar las cartas con cada uno es lo que nos dará la victoria, aunque no será nada fácil. Normalmente los combate que he ganado han sido por fuerza bruta, lanzando a centenares de campesinos contra las fuerzas enemigas. Montar un ejército competente es caro y difícil.  A veces no vale solo con tener los mejores soldados ni el mayor numero de los mismos. Creo que el equilibrio en ese aspecto está bien medido.

El apartado visual ha recibido bastante trabajo, y se agradece. Los escenarios y las unidades tienen cierto toque de lo más medieval que me ha hecho enamorarme del juego. Sin embargo, las interfaces a lo largo del título tienes sus fallos –yo creo que por culpa del idioma, que tiene a su vez sus propios problemas-. Sin duda es en lo que más tienen que trabajar de cara a la salida del juego. La música me ha gustado bastante, y la variedad de temas me ha sorprendido para un juego de estas características. Como el juego tiene aspecto medieval, los temas no se podían quedar atrás. Algunos son orquestales, pero también los hay más clásicos y directos.

A pesar de estar en acceso anticipado, Rising Lords es un juego hecho y derecho. Le vendría bien una campaña, pero las mecánicas jugables son sólidas y es muy divertido. Tanto los combates como la administración de los territorios es interesante y está bastante lograda. Estaremos atentos para ver qué cosas empiezan a incluir con el paso del tiempo.

 


Este artículo ha sido realizado mediante una copia cedida por Evolve PR