Probando – Unwording
Jugamos para divertirnos, jugamos para abstraernos, jugamos porque el otro lado de la pantalla no es nuestra vida. ¿Por qué rompíamos ladrillos, luchábamos contra champiñones, tortugas y plantas carnívoras? ¿Qué sentido tenía? Pues divertirse. El tiempo pasa, el videojuego crece mucho, madura, y no solo jugamos para pasarlo mal -terror, agobio, llevarnos los nervios más allá de apagar el aparato donde estábamos jugando, malestar físico como la cinestesia…-, a veces el pasarlo mal es una parte vital de la experiencia. Pero en estos últimos años, los juegos que se centran en puntos de la vida cotidiana, cosas del día...
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