The Last Oricru es un juego de rol de acción centrado en la narrativa que se sitúa en medio de un conflicto abierto entre dos razas, en un planeta parcialmente terraformado y aislado del espacio exterior mediante una barrera protectora, con un sistema de combate que está fuertemente inspirado por la saga Souls. Dos de nuestros redactores nos ofrecen su evaluación del título.

 Euyen Esquefa

Hace tiempo ya que los llamados soulslike se han establecido ya en nuestra cultura videojueguil. Juegos duros, relativamente lentos, donde una equivocación probablemente acabará en la muerte de nuestro personaje. Pero, la verdad, no suele ser un género que destaque por su narrativa explícita. Y a remediar esta situación llega The Last Oricru o, al menos, esa es su idea. ¿Lo consigue? Vamos a verlo.

En The Last Oricru encarnaremos el papel de Silver, un humano que se despierta en un planeta desconocido sin recuerdo alguno. No deja de ser típico el papel del protagonista amnésico, pero una de las cosas interesantes del juego, sin duda, es la ambientación existente. Nos han despertado unos seres llamados los guardianes, que quieren entrenarnos en el arte del combate para algún objetivo que no acabamos de discernir. Pero pronto sabemos el por qué somos nosotros los elegidos para ello: junto a 3 humanos más, nuestro personaje es inmortal.

No se suele dar demasiada explicación, dentro del género soulslike a por qué nuestro personaje, al morir, renace en la típica hoguera. Y The Last Oricru ya se esfuerza, desde el principio, en dárnosla, aunque de forma más o menos críptica, y descubrir el secreto de nuestra inmortalidad será uno de los objetivos del juego.

Pero no solo eso. Además, si tuviese que comparar The Last Oricru con algún juego distinto al típico Souls, la comparación obvia es Gothic. Y ojo, que esto son palabras mayores.

Dentro del mundo alienígena en el que despertamos existirán 3 facciones, dos de las cuales conoceremos desde un primer momento. Y podremos realizar acciones que nos acercarán a una u otra facción. Sin destripar demasiado, en el primer capítulo del juego tendremos a los guardianes y a sus esclavos, las ratas. Cada una de ellas tiene sus razones para estar enemistado con el otro, y no podría decir que aquí hablamos de blanco o negro -la esclavitud está mal, y ese tipo de cosas, por ejemplo-, sino que nos moveremos por un entorno lleno de grises. Y nosotros decidiremos si ser más amables con las ratas o menos, por ejemplo, no solo mediante líneas de diálogo, sino también de formas más sutiles que entran dentro de la propia mecánica del juego y las acciones que hagamos. Es algo que no comentaré más en detalle porque es algo interesante de descubrir por cada uno.

El combate, como comentábamos anteriormente, es relativamente parecido a cualquier soulslike de hoy en día, bastante centrado en el combate a melé, con la típica barra de resistencia a la hora de realizar movimientos. Sin estar tan refinado como otros, se siente relativamente satisfactorio, siendo intuitivo para los que venimos de otros juegos con mecánicas similares, y teniendo una buena respuesta al pad.

Obviamente también tendremos que tener en cuenta el equipo utilizado, ya que no solo aumentarán nuestras estadísticas, sino que además también nos proporcionarán habilidades especiales que nos ayudarán en nuestros combates.

Falta hablar del multijugador, aunque todo el que haya jugado a un soulslike sabrá enseguida como funciona el cooperativo: podremos invocar a un amigo, que nos ayudará en nuestras aventuras en forma de espectro. Sobra decir que lo que hagamos en nuestra partida no influirá en la suya, claro.

En conclusión, y por ir acabando, The Last Oricru es un muy buen juego, con factura técnica de juego menor, cierto, pero que le da una vuelta al concepto típico de los souls, acercándolos a una aventura narrativa más tradicional, con decisiones que variarán nuestro camino a lo largo del título y haciéndolo más cercano a alguna de las obras de Piranha Bytes. Yo lo he disfrutado, y estoy convencido de que el lector que quiera darle un tiento lo disfrutará también.

Puntuación: 70

Diego Sierra

From Software prácticamente ha inventado un nuevo genero con su saga Souls. Su estilo ha permeado tanto entre los jugadores que parece que todos sus numerosos clones se aferran a repetir sus premisas básicas, parece que temerosos de alejarse de las directrices marcadas por los japoneses. Sí, hay juegos con ambientaciones espaciales y hay juegos con ambientaciones de terror, igual que hay juegos con sistemas de combate más rápidos y otros más lentos, pero pocos son capaces de salir de la zona de confort para llevar su prodigioso y duro sistema de combate a otro tipo de géneros o a un estilo de RPG más tradicional.

The Last Oricru, el primer videojuego del estudio checo GoldKnights, pretende justamente esto: extraer el estilo de combate de los Souls de los mundos crípticos y yermos para llevarlo a un mundo de RPG poblado por NPCs, con sus facciones, dilemas morales y elecciones. Vamos, una especie de mezcla entre Dragon Age y Dark Souls.

Para enfatizar la faceta más alejada del combate se recurre al cliché del personaje amnésico, de forma que tanto para nuestro avatar como para nosotros el mundo de Wardenia es desconocido y juntos iremos descubriendo de la mano sus historias y sus conflictos. El trasfondo es interesante, las decisiones nos plantean dilemas interesantes y las consecuencias de nuestras elecciones están muy bien marcadas, aunque tampoco es que la historia de fondo sea demasiado interesante o novedosa.

El gran debe del título está en el combate. No es nada fácil hacer un Souls, pues se requiere una sucesión de mecanismos perfectamente engranados. Los controles deben responder a la perfección, pero al mismo tiempo se debe penalizar al jugador por cualquier error, sin disparar la dificultad por los aires mientras se intenta no pasarse y no quedarse corto. Oricru lo intenta, sigue al pie de la letra el librillo de como se debe de diseñar un Souls, pero su sistema de combate es muy poco sólido, lastrado por la escasez de animaciones o los problemas para detectar los impactos. Quizá siendo conscientes de esta situación sus desarrolladores tampoco han sido capaces de conseguir medir bien la dificultad, por lo que la aventura en líneas generales tiende a ser relativamente fácil y se aleja de la épica de los juegos en los que se inspira.

En GoldKnights han querido ser atrevidos y se les agradece la valentía, pero si otros estudios más experimentados no se habían lanzado a explotar esta fórmula es probablemente porque llevarla a la práctica es un ejercicio de enorme dificultad. A nivel técnico también se notan los recursos escasos y la falta de experiencia del equipo checo, pues el juego, a pesar de no ser precisamente un portento, sufre de unos molestos tirones incluso en la versión de PlayStation 5.

Pese a todo, hay que aplaudir la ambición con la que se ha diseñado The Last Oricru. Quizá el juego no ha estado a la altura de lo que quería llegar a ser, pero se trata de un interesante experimento que transita por vías que hasta ahora estaban inexploradas, lo cual lo hace indudable merecedor de ser probado.

Puntuación: 60

 


Este análisis ha sido realizado en PlayStation 5 mediante una copia cedida por PLAION