Mucho ha llovido desde que los primeros juegos de ese subgénero de los plataformas llamado endless runner vieran la luz allá por los años 80. Desde aquel entonces, la esencia de estos juegos se ha mantenido prácticamente constante con el paso de los años. En esta ocasión, el pequeño estudio FlukyMachine debuta en Nintendo Switch con un juego de esta propuesta, Escape Doodland, en el que debemos huir de un gigantesco monstruo que nos persigue mientras sorteamos obstáculos y enemigos.

Hay un dicho popular que dice que correr es de cobardes. Yo particularmente diría que depende. Cuando eres un bichejo enano y eres perseguido por un monstruo enorme, creo que es la mejor -y tal vez tu única- opción. La premisa que se esconde tras Escape Doodland es bien sencilla: Omnomus -el monstruo en cuestión- tiene hambre y eres su objetivo, así que te toca correr para salvar tu vida. Como en otras propuestas del género, el juego se encarga de hacerte correr mientras tú solamente  debes ocuparte de saltar y esquivar obstáculos y enemigos.

Si el monstruo nos alcanza, perderemos un corazón de los tres de los que disponemos, aunque podremos recuperar un corazón cada vez que atravesemos unos de los checkpoints que hay repartidos por cada nivel. Perder todos los corazones supone, como no podía ser de otro modo, tener que volver a empezar el nivel desde el principio.

Pero no solo de saltos estándar puede vivir nuestro protagonista. Superar los abismos más grandes y llegar a las plataformas más altas lo haremos a base de ventosidades. Sí, habéis leído bien. Tirándonos pedos. Mediante el uso de la cruceta dejaremos un bonito rastro verduzco mientras nos impulsamos para coger ese ítem o alcanzar esa plataforma que parecía inalcanzable. Incluso uno de los pedos que podemos tirarnos hará que Omnomus quede aturdido durante un breve período de tiempo, y tener algo más de margen para continuar con la huida. Sin embargo el uso de nuestras ventosidades no es ilimitado -a excepción del pedo que aturde, que simplemente se recarga con el tiempo-, sino que va condicionado a que tengamos en nuestro poder cerillas, que encontraremos desperdigadas por cada escenario.

El primer nivel -que como es habitual, constituye el tutorial del juego- tiene una dificultad bastante comedida. Sin embargo, a medida que vamos desbloqueando el resto de niveles, la dificultad sube hasta picos en ocasiones demasiado elevados para mi gusto. Esto puede ser un motivo de abandono si no somos lo suficientemente perseverantes.

Para desbloquear los niveles debemos ir recogiendo por los escenarios las judías verdes que por los mismos hay repartidas. Al finalizar un nivel recibiremos de una a tres judías doradas en función del número de judías verdes que hayamos recogido, siendo estas judías doradas las que desbloquean nuevos niveles. En cuanto a las judías verdes, estas además nos permiten comprar en la tienda nuevos personajes y un puñado de power-ups para hacernos la huida un poco más sencilla: aumentar el número de corazones, disminuir el tiempo de recarga de los pedos o aumentar la distancia que uno de ellos nos permite cubrir serán algunos de los efectos derivados de equipar alguno de estos power-ups.

Visualmente el juego presenta un aspecto muy llamativo. Sobre un fondo de apariencia de libreta de notas van desfilando escenarios, enemigos, obstáculos e items con aspecto de dibujo, dando la sensación de cuaderno de adolescente lleno de garabatos, con el uso de una paleta de colores bastante llamativa que refuerza ese aspecto de cuaderno del que hablaba antes.

En juegos de esta índole, el tiempo de respuesta y la precisión del control es algo fundamental para que el núcleo jugable no se resienta. En Escape Doodland el control responde perfectamente, por lo que no tendremos esa sensación de descontrol que dejan juegos con un control poco pulido.

Escape Doodland tiene una duración bastante discreta en cuanto a números brutos se refiere, ya que apenas consta de 10 niveles. Afortunadamente estos tienen temáticas bastante variadas, como un bosque en el que los árboles van cayendo y suponen un obstáculo más o un tiroteo en el salvaje oeste. Sin embargo, la duración realmente viene determinada por la dificultad, teniendo en cada escenario dos niveles de dificultad, difícil y más difícil. El primero es la dificultad estándar, mientras que el segundo difiere del primero en la total ausencia de puntos de control. En otras palabras, o completamos el nivel del tirón sin morir, o nos quedaremos con las ganas de pasar de nivel. Si ya de por sí ciertas secciones pueden ser bastante complicadas, superar un nivel de una tacada llega a ser prácticamente una hazaña.

Destacar además que se encuentra traducido al castellano, aunque realmente dicha traducción no sea necesaria para poder entender el juego dada la pequeña cantidad de textos que tiene. Prácticamente queda reducido al menú y un par de carteles durante el juego. Lo que me ha parecido incomprensible es como, con tan poca cantidad de textos, haya aún algunos -como el Loading de la pantalla de carga de nivel- cuya traducción se haya quedado en el tintero.

Para finalizar y como conclusión, Escape Doodland es un juego que es breve pero bastante intenso, fundamentalmente por la dificultad de algunos de sus tramos. De aspecto simpático y mecánicas simples, puede constituir una opción perfectamente válida si buscamos un juego que ponga a prueba nuestra habilidad, y que además va bastante bien para sesiones cortas.