Creo que llevaba sin tocar un juego de la saga Mario Tennis prácticamente desde sus inicios en los tiempos de Nintendo 64 y Gameboy Color. ¿El motivo?. Falta de dinero, pero sobre todo porque con el paso de los años la saga se había vuelto bastante descafeinada, pasando de la excelencia a prácticamente la mediocridad bastante rápido. Y quieras que no, cuando tus recursos económicos escasean, tienes que priorizar.

Con este panorama y tras el anuncio del juego para Nintendo Switch el pasado Enero junto con el torneo de preestreno, mis expectativas estaban prácticamente por los suelos y evidentemente su compra descartadísima desde el primer minuto. De todos modos y porque como se suele decir, a nadie le amarga un dulce, decidí darle un tiento a este torneo de preestreno de Mario Tennis Aces para poder opinar de primera mano. Y me alegra haberlo hecho, porque me he llevado uno de los mayores zasca en todos los años que llevo jugando a videojuegos.

Este torneo de preestreno se puede considerar algo similar a los Testfire que ya hemos podido ver en Splatoon 2 y ARMS. En este caso se trata de cinco rondas de partidos eliminatorios contra otros jugadores del mundo al mejor de tres sets. De inicio contamos con un elenco de cuatro personajes -los ya clásicos Mario, Peach, Yoshi y Bowser- a los cuales se unirán a medida que vayamos ganando partidos y consiguiendo puntos Waluigi, Toad, Spike, Estela y Chomp Cadenas, cada uno con su estilo de juego.

El plantel presente en el torneo al completo.

Por ejemplo, Bowser o Chomp Cadenas basan su juego en la fuerza de sus golpes, mientras que Estela da mucho efecto a sus golpeos, haciendo que la dirección sea más imprevisible.
Para este torneo de preestreno se han incluido dos pistas, en las que las diferencias quedan en el plano visual ya que la superficie es la misma. Una de ellas queda reservada exclusivamente para aquellos que consigan llegar a la final.

Simple pero a la vez complejo

Tras haber jugado en torno a un centenar de partidos, las sensaciones que deja en lo jugable son inmejorables. En realidad el control es bastante sencillo y responde a las mil maravillas. Pulsar una vez los botones A, B e Y permiten hacer un golpe liftado, cortado y plano respectivamente. Si pulsamos dos veces el golpe llevará más potencia, perdiendo por el camino algo de precisión. Con el botón que resta -X para los amigos- podemos realizar una dejada si además movemos el joystick hacia abajo, o un globo si lo movemos hacia arriba. En ocasiones aparecerá una estrella en la pista que han bautizado como zona estelar y que nos permite ejecutar uno de los movimientos especiales de los que dispone el juego.

Comentaristas de lujo para la final del torneo

A medida que vayamos peloteando contra nuestro adversario y el medidor de la parte superior izquierda de la pantalla se vaya rellenando -y siempre con la conveniente cantidad de energía acumulada- podremos ejecutar los golpes y movimientos especiales.

Movimientos especiales para todo

Tenemos por un lado los movimientos especiales que son esencialmente de defensa: el golpe maestro, mediante el cual podemos alcanzar bolas que de otro modo serían inalcanzables inclinando el joystick derecho en la dirección deseada -o presionando dos veces X y moviendo el joystick izquierdo- y que ejecutado correctamente rellena parcialmente el medidor de energía; y la velocidad etérea, mediante la cual y tras presionar cualquiera R o ZR nuestro personaje ralentizará el paso del tiempo para poder situarse mejor en la pista o cambiar de rumbo si la pelota no va hacia donde inicialmente esperábamos que fuese dirigida.
Por otro tenemos los movimientos especiales de ataque. Si presionamos el botón R justo cuando la zona estelar gira, podremos realizar un golpe dirigido para apuntar en primera persona hacia donde queremos que vaya nuestra bola, que saldrá a mucha más velocidad que un golpeo normal. Finalmente y con la barra de energía completamente llena, al presionar el botón L ejecutaremos un golpeo especial y que es el más potente que nuestro personaje puede ejecutar. Una animación diferente para cada personaje nos pondrá en aviso de que se va a ejecutar un golpe especial, y si somos nosotros los afortunados que presionaron L, la vista en primera persona nos permitirá apuntar hacia donde queremos dirigir la bola.
Y es en este punto donde entra el que yo creo que es el mayor acierto jugable que ha introducido Camelot. Estos aparentemente imparables golpes especiales no lo son tanto si somos lo suficientemente precisos en nuestra reacción, pero un mal timing harán que nuestra raqueta pierda vida -cada raqueta tiene tres partes de vida-, hasta el punto de llegar a romperse. Y sólo disponemos de dos raquetas por partido, por lo que podéis suponer qué sucede si perdemos ambas: la descalificación.
Ante un golpe dirigido, si no acertamos a devolver la bola en el momento justo, perderemos una de las tres partes de vida de la raqueta. Perder tres supone perder una raqueta.
Ante un golpe especial, el fallo tiene una penalización mucho mayor: decir adiós a la raqueta completa. Evidentemente cuanta mayor velocidad lleve la bola más difícil será preveer la dirección y el momento exacto para devolver la bola, aunque siempre podemos ayudarnos de la velocidad etérea, que puede ser nuestro particular ángel de la guardia cuando la cosa se pone fea.

Es esta combinación entre golpes normales y especiales la que hace que la experiencia jugable sea tan satisfactoria. El poder salvar situaciones en las que estamos prácticamente vendidos y sin posibilidad de devolver una bola lejana gracias a los golpes en salto o sorprender al rival con una dejada cuando estaba esperando al fondo hace que cada partido deje momentos tremendamente divertidos, sobre todo cuando el rival tiene el mismo nivel que uno mismo.
En la versión final del juego y para los más «puristas» -si es que eso cabe en un juego de corte tan arcade como éste- se ofrece la posibilidad de jugar sin ninguno de los movimientos especiales y depender únicamente de la habilidad de cada uno.

Demostrando que no hacen falta manos para jugar al tenis.

A nivel visual es justo lo que uno se puede esperar de un juego de Mario: mucho colorido y modelados que, aunque mejorables, resultan muy agradables a la vista. Pero sobre todo una total fluidez en las animaciones y el transcurrir de la acción en pantalla lo cual siempre es de agradecer. En este sentido el juego cumple con creces.

El lag como compañero de torneo

El mayor pero que he podido encontrar tiene que ver con el peor enemigo de un juego online: el lag. En un juego en el que se necesita tener el menor input lag posible, el ver como tus acciones tardan un par de segundos en ejecutarse por el dichoso lag es totalmente frustrante. Eso sí, cuando la conexión es estable y sobre todo cuando juegas contra rivales con tu mismo nivel de habilidad, es cuando se puede apreciar lo bien planteado que está el juego y como se complementan todas las mecánicas jugables. Teóricamente, antes de iniciar un partido se puede comprobar la calidad de la conexión del rival, que viene indicada con un indicador de colores y pudiendo rechazar a aquellos con calidad baja. Sin embargo, en no pocas ocasiones se ha experimentado caídas ante rivales con en principio alta calidad de conexión. Hay quien podría pensar que es cosa del sistema online de la consola, pero viendo lo bien que funciona esta modalidad otros títulos como Splatoon 2 podemos descartar esta posibilidad.
Al tratarse de una prueba, le doy el beneficio de la duda a Camelot a la espera de que en la versión final que se pondrá a la venta el próximo día 22 de Junio estos problemas queden subsanados, porque sería una lástima que la parte online quede empañada teniendo detrás una base jugable que funciona tan bien como la que propone el juego.

Desde luego que no esperaba que tras el gatillazo videojueguil que supusieron Mario Tennis Open y, sobre todo, Mario Tennis Ultra Smash, Camelot pudiese resurgir de sus cenizas y traer una propuesta tan sólida a nivel jugable como es Mario Tennis Aces. Parece que al final el día 22 sí tendré una cita con el tenis.